lunes, 5 de mayo de 2014

¿ Sabes meditar correctamente ?



MEDITACIÓN
Acción de aplicar con intensidad el pensamiento y la reflexión al conocimiento y consideración de una cosa, bien experiencias del pasado, asuntos del presente o posibles acontecimientos futuros.
A fin de meditar debidamente, es necesario estar libre de distracciones, estar a solas con los pensamientos. Por ejemplo, al caer la tarde, Isaac salió a pasear solo con el fin de meditar, posiblemente sobre su inminente matrimonio con Rebeca. (Gé 24:63.) Durante la soledad de las vigilias nocturnas, el salmista meditó sobre la grandeza de su magnífico Creador. (Sl 63:6.) La meditación del corazón debe dirigirse hacia cosas beneficiosas, como el esplendor y las obras de Jehová y las cosas que le agradan a Él (Sl 19:14; 49:3; 77:12; 143:5; Flp 4:8), no hacia los ardides de los inicuos. (Pr 24:1, 2.)
La meditación provechosa evita las respuestas necias. Supone pensar seriamente en los asuntos de importancia para dar respuestas desde el corazón que no haya que lamentar más tarde. (Pr 15:28.)
Cuando a Josué se le puso al frente de la nación de Israel, se le mandó que hiciese una copia de la ley de Jehová, y se le dijo (como leen muchas traducciones de la Biblia) que meditara en ella día y noche. (Jos 1:8BJ, CI, DK, Val.) El término hebreo para “meditar” en este texto es ha·gháh. Significa básicamente “emitir sonidos inarticulados”, y se traduce ‘aullar’, ‘gruñir’, ‘chirriar’ y ‘hablar entre dientes’. (Isa 16:7; 31:4; 38:14; 59:3.)Ha·gháh también significa ‘proferir en voz baja’ y ‘meditar’. (Sl 35:28; Pr 15:28.) Por ello laTraducción del Nuevo Mundo traduce el término hebreo ha·gháh de Josué 1:8 ‘leer en voz baja’. (Véase también Sl 1:2.) La lectura en voz baja grabaría en la mente de manera más indeleble el objeto de la meditación. La obra Gesenius’s Hebrew and Chaldee Lexicon(traducción al inglés de S. Tregelles, 1901, pág. 215) dice sobre ha·gháh: “Estrictamente, hablar con uno mismo, susurrando en voz baja, como suelen hacer los que meditan”. (Compárese con Sl 35:28; 37:30; 71:24; Isa 8:19; 33:18.)
El apóstol Pablo le dijo a Timoteo que debería reflexionar o meditar en su conducta, ministerio y enseñanza. Como superintendente, debería asegurarse de que enseñaba la doctrina sana y de que su modo de vivir era ejemplar. (1Ti 4:15.)
Meditación incorrecta. Después que el capitán del templo detuvo a los apóstoles Pedro y Juan, y los gobernantes judíos los amenazaron y les ordenaron que no hablasen más sobre la base del nombre de Jesús, los apóstoles regresaron a donde se hallaban los otros discípulos. Allí oraron a Dios, aludiendo a las palabras proféticas de David: “ Por qué se pusieron tumultuosas las naciones, y los pueblos meditaron cosas vacías?’ [...] De veras, pues, tanto Herodes como Poncio Pilato con hombres de naciones y con pueblos de Israel realmente fueron reunidos en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, a fin de hacer cuantas cosas tu mano y consejo habían predeterminado que sucedieran”. (Hch 4:1-3, 18, 21, 23-28.)
El contexto muestra que las “cosas vacías” de las que se habla en este pasaje no son las que buscan las personas habitualmente en la vida, sino aquellas desprovistas de toda bondad, como pensamientos, habla y acciones en contra de Jehová y de sus siervos, empeños completamente vanos. (Hch 4:25.)
El rey David dijo de los que le odiaban e intentaban matarle: “Siguen hablando engaños entre dientes [una forma de ha·gháh] todo el día”. (Sl 38:12.) Estas meditaciones no eran simples pensamientos pasajeros. Estaban profundamente arraigadas en el corazón y orientadas hacia iniciativas inicuas. El escritor de Proverbios dice en cuanto a tales hombres: “Despojo violento es lo que su corazón sigue meditando, y gravoso afán es lo que sus propios labios siguen hablando”. (Pr 24:2.)
Jesús dijo a aquellos que le odiaban: “¿Por qué razonan estas cosas en sus corazones?”. (Mr 2:8.) De todos los que “suprimen la verdad de un modo injusto”, el apóstol Pablo dice: “Se hicieron casquivanos en sus razonamientos, y se les oscureció su fatuo corazón”. (Ro 1:18, 21.)

La meditación que es beneficiosa
“Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová, mi Roca y mi Redentor.” (SALMO 19:14.)
¿QUÉ idea le comunica el término meditación? Si usted sigue las enseñanzas de alguna religión oriental, quizás crea que es algo que le permite pensar con mayor claridad u obtener cierta iluminación especial. La meditación budista anima a dejar la mente en blanco; sin embargo, otras formas de meditación persiguen llenarla con “las verdades universales de la sabiduría”.
El punto de vista de las Escrituras sobre esta práctica difiere de los ya mencionados. ¿En qué sentido? Observe el ejemplo bíblico de un hombre llamado Isaac, quien a la edad de 40 años tenía muchas cosas sobre las que meditar. Génesis 24:63 dice: “Isaac estaba afuera paseando a fin de meditar en el campo como al caer la tarde”. No hay razón para suponer que Isaac dejara la mente en blanco o que solo estuviera reflexionando sobre una imprecisa ‘verdad universal de la sabiduría’. Probablemente tenía cosas específicas en las que pensar, tales como su porvenir, la pérdida de su madre y la identidad de su futura esposa. Por ello debió de apartar algún tiempo al anochecer para meditar en privado sobre esos importantes asuntos. Así pues, la meditación de la que habla la Biblia implica más que soñar despierto.
La meditación implica algo más
Fíjese en el ejemplo del salmista David. Se enfrentó a una serie de problemas aparentemente insalvables y sabía que, como humano imperfecto, necesitaba la ayuda de Dios para actuar correctamente. ¿Qué le fortaleció en esas difíciles circunstancias? Según recoge el Salmo 19:14, David dijo: “Que los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón lleguen a ser placenteros delante de ti, oh Jehová, mi Roca y mi Redentor”. La palabra hebrea que aquí se traduce “meditación” proviene de una raíz que significa literalmente “hablar con uno mismo”. Sí, David “habló consigo mismo” sobre Jehová, su actividad, sus obras, sus leyes y su justicia (Salmo 143:5).
Así mismo, para los primeros cristianos, la meditación sobre temas espirituales formaba parte de la adoración verdadera. El apóstol Pablo aconsejó lo siguiente: “Cuantas cosas sean verdaderas, cuantas sean de seria consideración, cuantas sean justas, cuantas sean castas, cuantas sean amables, cuantas sean de buena reputación, cualquier virtud que haya y cualquier cosa que haya digna de alabanza, continúen considerando estas cosas” (Filipenses 4:8). Por supuesto, para pensar en las “cosas” edificantes de las que habló Pablo, estas deben entrar primero en nuestra mente. ¿Cómo?
El salmista nos da la respuesta. Salmo 1:1, 2 dice: “Feliz es el hombre que no ha andado en el consejo de los inicuos, [...] su deleite está en la ley de Jehová, y día y noche lee en su ley en voz baja”. Como el salmista leía la ley de Dios con regularidad, podía meditar sobre lo que aprendía del Creador.
La meditación hoy en día
La lectura de la Biblia es sumamente importante, pero después de leerla debemos meditar, pensar detenidamente, o “hablar con nosotros mismos”, sobre lo que hemos leído. Igual que necesitamos digerir el alimento para que nos aproveche, tenemos que meditar si queremos asimilar lo que leemos. La meditación apropiada no solo borra los pensamientos negativos, sino que puede ayudarnos a solucionar nuestros problemas con el consejo que da la Biblia y a afrontar con éxito las inquietudes de la vida cotidiana (Mateo 6:25-32).
El salmista David sabía que era importante meditar para agradar a Dios, pues dijo: “La boca del justo es la que profiere sabiduría en voz baja” (Salmo 37:30). Así es, la meditación caracteriza al adorador fiel. El que Dios nos considere justos es una auténtica bendición que nos reporta beneficios espirituales. Por ejemplo, la Biblia indica que “la senda de los justos es como la luz brillante que va haciéndose más y más clara hasta que el día queda firmemente establecido” (Proverbios 4:18). De ahí que el cristiano obediente que “profiere sabiduría en voz baja” tenga la perspectiva de aumentar su entendimiento de la Biblia.
Las Escrituras también instan a los cristianos a meditar en sus deberes bíblicos. El apóstol Pablo le aconsejó a Timoteo lo siguiente: “Reflexiona sobre estas cosas; hállate intensamente ocupado en ellas, para que tu adelantamiento sea manifiesto a todos. Presta constante atención a ti mismo y a tu enseñanza. Persiste en estas cosas, pues haciendo esto te salvarás a ti mismo y también a los que te escuchan” (1 Timoteo 4:15, 16). Sí, lo que decimos y hacemos puede tener un profundo efecto en otras personas.
Está claro que tenemos muchas razones para pensar detenidamente en las cuestiones importantes. Es esencial que reflexionemos sobre nuestro pasado, evaluemos las circunstancias presentes y consideremos con detenimiento el futuro. Pero, sobre todo, debemos centrar nuestros pensamientos en la sabiduría de nuestro Creador, Jehová Dios. Si lo hacemos, recibiremos la mayor iluminación de todas.

Disfrutemos del estudio personal de la Palabra  de Dios
“Ciertamente meditaré en toda tu actividad, y en tus tratos sí me interesaré intensamente.” (SALMO 77:12.)
El asunto de mayor importancia para quienes somos discípulos de Jesucristo debe ser nuestra relación con Dios y la motivación con que le servimos. Hoy día, no obstante, casi todo el mundo lleva una vida tan ajetreada que no aparta tiempo para meditar. La gente centra su existencia en intereses materiales, el consumismo y la búsqueda ciega de placeres. ¿Cómo podemos evitar un proceder tan vano? Todos los días destinamos cierto tiempo para comer y dormir, lo cual es imprescindible; del mismo modo, debemos dedicar tiempo a meditar sobre las actividades de Jehová y su trato con la humanidad (Deuteronomio 8:3; Mateo 4:4).
2 ¿Apartamos algún momento para ello? ¿Qué significa meditar? Se ha definidomeditar como “reflexionar o pensar sobre algo o alguien de manera profunda y cuidadosa”, y reflexionar, como “pensar o considerar despacio o con detenimiento”. ¿Qué relevancia tiene esto para nosotros?
3 En primer lugar, debería recordarnos lo que el apóstol Pablo le escribió a su consiervo Timoteo: “Mientras llego, continúa aplicándote a la lectura pública, a la exhortación, a la enseñanza. [...] Reflexiona sobre estas cosas; hállate intensamente ocupado en ellas, para que tu adelantamiento sea manifiesto a todos”. En efecto, se esperaba que hubiera adelanto y progreso, y las palabras de Pablo establecían una relación directa entre reflexionar sobre asuntos espirituales y adelantar. Lo mismo es cierto hoy. Para tener la satisfacción de progresar en sentido espiritual, hemos de ‘reflexionar’ y ‘hallarnos intensamente ocupados’ en asuntos relacionados con la Palabra de Dios (1 Timoteo 4:13-15).
4 Seleccionar el mejor momento para meditar depende del horario de uno y el de su familia. Muchos hermanos reflexionan sobre un texto bíblico por las mañanas cuando leen el folleto Examinando las Escrituras diariamente. De hecho, los 20.000 trabajadores voluntarios de los hogares Betel por todo el mundo comienzan el día con un análisis de quince minutos del texto diario. Aunque solo unos pocos miembros de la familia Betel ofrecen comentarios cada mañana, el resto reflexiona sobre lo que se dice y se lee. Otros Testigos meditan sobre la Palabra de Dios de camino al trabajo, mientras escuchan las grabaciones en casete de la Biblia y de las revistas La Atalaya y ¡Despertad!, disponibles en varios idiomas. Muchas amas de casa lo hacen cuando atienden las labores del hogar. En realidad, todos ellos imitan al salmista Asaf, quien escribió: “Me acordaré de las prácticas de Jah; pues ciertamente me acordaré de tu maravilloso obrar de mucho tiempo atrás. Y ciertamente meditaré en toda tu actividad, y en tus tratos sí me interesaré intensamente” (Salmo 77:11, 12).

Cuando lea la Biblia o alguna publicación basada en ella, reflexione en preguntas como las siguientes: “¿Qué me enseña esto sobre Jehová? ¿Qué cualidades de Dios se reflejan aquí? ¿En qué campos de la vida debo ser así? ¿Qué aprueba o desaprueba Dios? ¿Cómo influye este hecho en lo que siento por él?”. Tal meditación hará que su corazón rebose de amor y gratitud por el Creador.

Es verdad que sacar tiempo para estudiar a conciencia y reflexionar es un desafío. Pero seguir tras la virtud exige que compremos tiempo de otras actividades (Efesios 5:15, 16). Aaron, de 24 años, compra el tiempo todos los días levantándose treinta minutos más temprano que antes. Cuenta: “Al principio me pasaba la entera media hora leyendo la Biblia. Pero como hace poco me di cuenta de la importancia de la meditación, ahora dedico más o menos la mitad de ese tiempo a pensar con detenimiento en lo que acabo de leer, y realmente ha valido la pena”. También es posible meditar en otros momentos. David cantó en una melodía a Jehová: “Durante las vigilias de la noche medito en ti” (Salmo 63:6). Y la Biblia cuenta que “Isaac estaba afuera paseando a fin de meditar en el campo como al caer la tarde” (Génesis 24:63).


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