miércoles, 28 de mayo de 2014

La estafa, problema mundial



WAYNE, hombre carismático que hablaba con dulzura, parecía tener justo lo que Karen buscaba en un esposo. “Era cuanto yo anhelaba, cuanto le pedía a Dios —dice ella—. Todos pensaban que hacíamos una pareja perfecta. Me hizo creer que él besaba la tierra que yo pisaba.”
Pero había un problema. Wayne le contó a Karen que ocupaba el tercer cargo en la Organización Australiana de Seguridad e Inteligencia. Quería renunciar, pero no se lo permitirían; como sabía demasiado, de seguro lo matarían. De modo que juntos idearon un plan: se casarían, unirían sus bienes, saldrían del país y huirían a Canadá. Así pues, ella vendió su casa y todo cuanto tenía, y puso el dinero a nombre de Wayne.
La boda se celebró como lo tenían planeado. En efecto, él huyó del país, pero dejando atrás a Karen, abandonada y con menos de 6 dólares en el banco. Ella pronto descubrió que había caído víctima de una complicada trama de mentiras urdidas con el único fin de estafarla. Aquel farsante había hecho un papel digno de un actor de teatro, con un personaje creado justo a la medida para cautivarla. Los antecedentes, los intereses, la personalidad, el supuesto amor que le tenía... todo era un artificio para ganarse la confianza de Karen, confianza que le costó más de 200.000 dólares. “Fue violada en sentido emocional —señaló un policía—. Dejando a un lado la cuestión del dinero, es increíble cuánto daño puede hacérsele a alguien.”
“Estoy destrozada —afirmó Karen—. El tipo de hombre que él pretendía ser era una farsa.”
Karen no es más que una de las incontables víctimas de estafa que existen en el mundo. Se desconoce la cantidad exacta de dinero implicada, pero los cálculos sitúan esa cifra en cientos de miles de millones de dólares, y aumenta todos los años. Aparte de las pérdidas económicas, las víctimas como Karen sufren un duro golpe emocional al ver que alguien —generalmente alguien en quien confiaban— se ha aprovechado de ellas.
Más vale prevenir
El diccionario define estafar como “perjudicar económicamente a alguien mediante engaño, [en especial] abusando de su buena fe y confianza”. Por desgracia, la mayor parte de tales trampas quedan sin castigo por lo difícil que es demostrar que se actuó con mala fe. Además, muchos timadores conocen y aprovechan las lagunas del sistema jurídico: saben cómo defraudar de tal modo que sea difícil o hasta imposible presentarles cargos. Por otro lado, llevarlos a juicio consume mucho tiempo y dinero. Cuando se logra condenar a alguien por sus delitos, suele ser porque hurtó millones de dólares o hizo algo tan escandaloso que acaparó la atención pública. Y aun en el caso de que se atrape y castigue al estafador, es muy probable que para entonces ya haya gastado o escondido el dinero, de modo que la víctima raras veces recibe compensación por lo que perdió.
En pocas palabras, si nos estafan, será poco o nada lo que podamos hacer. Es mucho mejor no caer víctimas que tratar después de idear un plan para recuperar los bienes. Bien dijo un sabio de la antigüedad: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena” (Proverbios 22:3). En el siguiente artículo se explicarán varias maneras como puede usted protegerse de las estafas.

Cómo protegerse de las estafas
NADA es más fácil que engañar a un hombre honrado, dice un refrán. Y tiene cierto grado de verdad, pues todos los días se estafa a gente honrada. Pero la buena fe no es un factor exclusivo en el engaño. Algunas de las mentes más brillantes del mundo se dedican a maquinar y ejecutar planes para despojar a la gente de su dinero. De hecho, cierto escritor afirmó hace más de cien años: “Existen estafas tan bien tramadas, que sería una estupidez no caer víctima de ellas”.
El engaño tiene una larga historia, que se remonta hasta el jardín de Edén (Génesis 3:1-5). Las viejas trampas se presentan en muy variadas formas, y a cada momento se fraguan estafas nuevas. ¿Cómo puede usted defenderse? No hace falta estudiar cada treta de la que se valen los delincuentes; bastará con adoptar unas cuantas precauciones básicas para estar bien protegido y no caer en sus redes.
Cuide sus datos personales
Si alguien le roba la chequera o la tarjeta de crédito, podrá hacer compras con ellas, y si obtiene información sobre su cuenta bancaria, quizás logre encargar más cheques y firmarlos en su nombre. Con suficientes datos personales, será capaz de asumir su identidad. Habiendo robado su identidad, el delincuente tendrá la oportunidad de retirar dinero en efectivo de sus cuentasbancarias, hacer cargos a sus tarjetas de crédito y conseguir préstamos a su nombre.*¡Imagínese, hasta podrían detenerlo por un delito que no cometió!
Para protegerse de ese tipo de estafa, extreme el cuidado con todos sus documentos, incluidos los estados de cuenta bancarios y las chequeras, así como la licencia de conducir y la tarjeta de seguridad social o documento nacional de identidad. Niéguese a revelar información privada o financiera, a menos que existan razones legítimas, sobre todo cuando se trate de datos de su cuenta bancaria o su número de tarjeta de crédito. La única ocasión justificada para proporcionar el número de su tarjeta es cuando quiera comprar algo con ella.
Hay estafadores que se dedican a escarbar entre la basura en busca de información personal. Por eso, a la hora de desechar documentos que contengan datos privados, tenga la precaución de quemarlos o hacerlos trizas. Esto incluye cheques cancelados y estados de cuenta bancarios o de inversión, así como tarjetas de crédito, licencias de conducir y pasaportes vencidos. También es prudente destruir las promociones de tarjetas de crédito que reciba por correo, pues contienen información sobre usted que alguien podría usar de mala fe.
Actúe con sentido común
Muchas estafas prometen al inversionista ganancias exorbitantes. Una supuesta forma rápida de hacerse rico es el sistema piramidal. Aunque presenta muchas variantes, consiste en esencia en que cada inversionista inscribe a otros nuevos, por quienes recibe una comisión.* El mismo sistema siguen las cadenas de cartas, en las que hay que enviar dinero a la persona que encabeza la lista, con la promesa de que usted recibirá miles de dólares cuando su nombre sea el primero de la lista.
Las pirámides siempre se derrumban porque es imposible seguir consiguiendo nuevos miembros indefinidamente. Saque las cuentas: cinco personas comienzan una pirámide, y cada una inscribe a otras cinco, con lo que el grupo crece con veinticinco nuevos miembros. Entonces, si cada uno de ellos inscribe a otros cinco, serán 125 más. Al llegar al noveno nivel, habrá cerca de dos millones de socios que tendrán que inscribir a más de nueve millones. Los promotores de las pirámides saben bien que existe un punto de saturación, así que cuando calculan que está cerca, desaparecen con el dinero. Lo más seguro es que usted pierda su inversión y que aquellos a quienes inscribió traten de recuperar de usted el dinero que perdieron. Recuerde que, para que uno gane en una pirámide, alguien tiene que perder.
¿Le están ofreciendo dinero fácil o enormes ganancias por su inversión? Tenga presente la siguiente señal de advertencia: si una oferta parece demasiado buena, casi siempre es un engaño. No crea todo lo que dicen los testimonios o la propaganda pensando: “Esto es distinto”. Tenga presente que nadie pone un negocio para regalar dinero ni para revelar secretos sobre cómo hacerse rico. Si alguien afirma poseer conocimientos exclusivos con los que usted ganará una fortuna, pregúntese: “¿Y por qué no los usa él para hacerse rico? ¿Por qué pierde el tiempo intentando vendérmelos a mí?”.
¿Qué debe hacer si le dicen que acaba de ganar un premio en un concurso? No se emocione: pudiera ser una de las tantas estafas que se cobran muchas víctimas. Por citar un caso: a una mujer de Inglaterra se le comunicó en una carta de Canadá que había ganado un premio, pero que tenía que enviar 25 dólares por gastos de tramitación. Cuando los envió, la llamaron de Canadá y le dijeron que había ganado en un sorteo el tercer premio de 245.000 dólares, pero que debía abonar cierto porcentaje de esa cantidad en concepto de gastos de tramitación adicionales. Envió 2.450 dólares, y no recibió nada. Por tanto, si hay que pagar para recibir un “obsequio” o un premio, se trata de una estafa. Pregúntese: “¿Cómo es posible que haya ganado un premio en un concurso en el que no ingresé?”.
Trate solo con quienes tengan buena reputación
¿Se cree capaz de detectar la falta de honradez? ¡Tenga cuidado! A los timadores se les llama “maestros del engaño” porque saben ganarse la confianza de la gente; tienen la habilidad de hacer que la víctima se fíe de ellos. Todo vendedor, sea honrado o no, sabe que antes de poder vender algo, tiene que ganarse la confianza de la persona. Esto no significa, claro está, que usted ahora deba desconfiar de todo el mundo; pero es necesario tener un grado razonable de recelo a fin de protegerse del fraude. En vez de dejarse guiar por el puro instinto al juzgar la integridad de alguien, esté alerta a dos señales inequívocas que distinguen a muchas estafas: primera, ¿parece una oferta demasiado buena para ser cierta?, y segunda, ¿lo presiona el vendedor para que se decida rápido?
En Internet abundan las ofertas literalmente increíbles. Aunque contiene una gran cantidad de ofertas útiles, la Red también permite a los delincuentes estafar a sus víctimas de forma rápida y anónima. ¿Tiene usted una cuenta de correo electrónico? Entonces puede que sea blanco de mensajes comerciales no solicitados, conocidos como correo basura. Aunque ese tipo de promociones ofrece un sinnúmero de bienes y servicios, muchos de los mensajes son fraudulentos. Si responde enviando dinero por algún producto o servicio, es muy probable que no reciba nada, y en caso de que reciba algo, tenga casi por seguro que no valdrá el precio que pagó. El mejor consejo es este: nunca compre nada que le ofrezcan por correo electrónico no solicitado.
Lo mismo es cierto con las ventas por teléfono. Aunque muchas llamadas las hacen negocios serios, en otros casos provienen de timadores que estafan todos los años a los consumidores miles de millones de dólares. Y es que no hay forma de saber si el discurso de propaganda de un vendedor es auténtico guiándose solo por una conversación telefónica. Un estafador es capaz de hacerse pasar por representante de un banco o de una agencia de protección a tarjetas de crédito. Así que hay motivos para sospechar si alguien que afirme trabajar en la entidad donde usted tiene sus cuentas le llama para solicitar datos que se supone que ya tengan. En ese caso, pídale su número telefónico, compruebe que corresponda al banco o la agencia y, de ser así, llámelo de nuevo.
Por norma, no conviene dar el número de la tarjeta de crédito ni ninguna otra información personal a un extraño que llame por teléfono. Si llaman para venderle algo que no desea, limítese a decir cortésmente: “Lo siento, no hago negocios por teléfono con desconocidos”, y luego cuelgue. No tiene por qué entablar una conversación no deseada con un desconocido que quizás esté intentando estafarlo.
Trate solo con comerciantes y negocios respetables. Existen muchas empresas serias con las cuales se puede hacer negocios seguros por teléfono o Internet. En lo posible, consiga referencias sobre el vendedor, la compañía y la transacción a través de algún organismo independiente. Pida información sobre la operación y léala con cuidado para asegurarse de que es legal. No se precipite ni se deje presionar para tomar una decisión rápida.
Póngalo todo por escrito
No siempre el fraude empieza siendo un fraude. Es posible que un negocio honorable se venga abajo, y si eso ocurre, la administración tal vez se llene de pánico y recurra a medidas fraudulentas para recuperar las pérdidas. Seguramente habrá oído hablar de ejecutivos que mintieron sobre los ingresos y las ganancias de la empresa, y que, cuando el negocio quebró, huyeron con lo que quedaba del dinero.
Para protegerse de estafas y malentendidos, pida que los detalles se pongan por escrito antes de invertir cualquier cantidad significativa de dinero. El contrato que firme deberá contener todos los términos de la transacción y los servicios que se prometen. Al mismo tiempo, hay que admitir que, por segura que parezca una inversión, nadie puede garantizar que todo marchará según lo planeado (Eclesiastés 9:11). Al fin y al cabo, no existen inversiones libres de riesgos. Por ello, el acuerdo debe especificar por escrito las obligaciones y las responsabilidades de cada parte en caso de que el negocio fracase.
Al reconocer y aplicar los principios básicos que hemos analizado brevemente, correrá menos riesgos de ser víctima de la estafa. Un antiguo proverbio bíblico contiene esta valiosa advertencia: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos” (Proverbios 14:15). El estafador busca presas fáciles que crean todo lo que se les dice. Lamentablemente, hay muchas personas que no toman precauciones para protegerse.
[Notas]
El sistema piramidal constituye “un programa de mercadeo de varios niveles, en el que el interesado paga una cuota de ingreso para inscribir a otros que harán lo mismo”. No suele incluirse ningún producto.

Si una oferta parece demasiado buena, casi siempre es un engaño

Consejos para las víctimas de la estafa
  La persona que ha sido estafada suele sentirse avergonzada, culpable, confusa y enojada consigo misma. Si este ha sido su caso, no se culpe. Usted es la víctima; la culpa la tiene el engañador. Aunque haya cometido un error, acéptelo y siga adelante con su vida. No se considere un tonto. Recuerde que los estafadores logran engañar a personas sumamente inteligentes: jefes de Estado, gerentes bancarios, ejecutivos, directores económicos, abogados y otros más.
  El estafador no solo despoja a las víctimas de su dinero o sus posesiones, sino también de su amor propio y la seguridad en sí mismas. Si era un “amigo”, ha traicionado su confianza. Duele ser engañado, así que dese tiempo para llorar. A menudo es útil desahogarse con alguien de confianza. La oración también produce gran alivio (Filipenses 4:6-8). Sin embargo, debe reconocer que llega un momento en el que tiene que dejar el asunto atrás. ¿Por qué seguir torturándose? Trácese metas positivas y trabaje para alcanzarlas.
  Tenga cuidado con las ofertas para recuperar lo invertido. Puede que alguien llame a la víctima y le ofrezca ayuda para recuperar el dinero que perdió, pero su objetivo es volver a estafarla.

Mensajes electrónicos fraudulentos: seis trampas comunes
 1. Sistema piramidal. A menudo se presenta como una oportunidad de obtener grandes ganancias con una inversión mínima de dinero y esfuerzo. En ocasiones se le ofrece al destinatario una computadora u otro aparato electrónico si paga una cuota de ingreso e inscribe a otros participantes. Una variante es la cadena de cartas, que casi siempre es ilegal y hace perder dinero a la mayoría de los participantes.
 2. Ofertas de trabajo en casa. En estas trampas se le invita a ensamblar artículos de joyería, juguetes o artesanías. Usted invierte dinero en los materiales y dedica tiempo a ensamblar el producto, para luego encontrarse con que los promotores no le compran su trabajo porque no satisface sus normas de calidad.
 3. Dietas y salud. La Red está inundada de ofertas de productos como pastillas para bajar de peso sin necesidad de ejercicios ni dietas, remedios contra la impotencia y cremas contra la calvicie, a veces acompañadas de testimonios de clientes satisfechos. En tales anuncios suelen aparecer frases como “adelanto científico”, “cura milagrosa”, “fórmula secreta” e “ingrediente antiguo”. En realidad, la mayoría de esos productos no sirven de nada.
 4. Inversiones. El método típico consiste en prometer grandes ganancias en operaciones libres de riesgos o con mínimo riesgo. Una variante común es la inversión en un banco del extranjero. Se atrae a los incautos asegurándoles que quienes manejan su dinero tienen contactos de alto nivel en el mundo financiero y poseen información confidencial.
 5. Recuperación de crédito. Se le promete borrar la información negativa de su historial financiero, de modo que pueda aspirar a una tarjeta de crédito, un préstamo para automóvil o un empleo. No importa cuánto se lo aseguren, los promotores no tienen forma de cumplir sus promesas.
 6. Paquetes turísticos. Usted recibe un mensaje electrónico donde lo felicitan porque acaba de ganar la oportunidad de viajar por un precio inigualable. En algunos casos, el remitente le dirá que ha sido especialmente seleccionado. Tenga presente que el mismo mensaje tal vez se haya enviado a millones de personas y que el hospedaje podría ser muy inferior a lo anunciado.
[Reconocimiento]
Fuente: Comisión Federal de Comercio, de Estados Unidos

¿Dónde hallar integridad moral?
VIVIMOS en un mundo en el que los valores morales están cambiando. Las prácticas deshonestas que antes se condenaban hoy suelen pasarse por alto. Los medios de comunicación a menudo exaltan e idealizan a ladrones y estafadores. Como consecuencia, mucha gente encaja en esta descripción bíblica: “Siempre que veías a un ladrón, [...] te complacías en él” (Salmo 50:18).
Pero los estafadores no son dignos de admiración. Es tal como cierto escritor señaló: “Lo que distingue al maestro del engaño es su habilidad natural —que suele descubrir a muy temprana edad— para manejar a quienes lo rodean. A ello se añade el hecho de que tal manipulación no le produce sentimientos de culpa o remordimientos. Al contrario, lo deja con una intensa satisfacción, una singular sensación de bienestar que lo impulsa a seguir manipulando a los demás para conseguir lo que desea, sin importar el precio que represente para la víctima”.
Es cierto que el público se compadece de la viuda a quien le estafan los ahorros de toda la vida, pero casi nadie derrama lágrimas cuando se desfalca a una empresa grande o se defrauda a alguna compañía de seguros. Mucha gente razona que, de todos modos, esos negocios tienen dinero. Pero el fraude no es solo un problema interno de la empresa: las pérdidas repercuten en el consumidor. En Estados Unidos, por citar un ejemplo, la familia promedio paga más de 1.000 dólares al año en primas extras de seguros para cubrir los costos del fraude.
Otra práctica común es adquirir falsificaciones baratas de productos de marca, como ropa, relojes, perfumes, cosméticos y bolsos de mano. Quizás estos compradores sepan que las imitaciones representan pérdidas por cientos de miles de millones de dólares anuales para las empresas, pero creen que a ellos no les afecta. Sin embargo, al final, el consumidor termina pagando más por bienes y servicios auténticos. Además, comprar productos ilegítimos es poner dinero en el bolsillo de los delincuentes.
Un experto en combatir el fraude escribió lo siguiente: “Estoy convencido de que la razón principal por la que hay tantas estafas hoy día es porque vivimos en una sociedad sumamente inmoral. El brusco descenso de los valores ha inspirado una cultura de engaños. [...] Vivimos en una sociedad que no enseña valores morales en el hogar. Vivimos en una sociedad que no enseña valores morales en la escuela, porque los maestros tienen miedo de que los tilden de moralistas”.
Sin embargo, los testigos de Jehová sí enseñan las normas morales de la Palabra de Dios y se esfuerzan por regirse por ellas. Algunos de los principios que los guían son estos:
● “Tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo.” (Mateo 22:39.)
● “No defraudes.” (Marcos 10:19.)
● “El que hurta, ya no hurte más, sino, más bien, que haga trabajo duro, haciendo con las manos lo que sea buen trabajo, para que tenga algo que distribuir a alguien que tenga necesidad.” (Efesios 4:28.)
● “Deseamos comportarnos honradamente en todas las cosas.” (Hebreos 13:18.)
Los Testigos no son personas pedantes ni santurronas, sino que están convencidos de que si toda la gente aplicara estos principios, el mundo en el que vivimos sería mucho mejor. Y creen que un día lo será, de acuerdo con la promesa de Dios (2 Pedro 3:13).

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