lunes, 19 de mayo de 2014

¿Qué puedo hacer para ganar dinero?

“Necesito dinero para comprarme un auto.” (Sergio)
“Me fascina ir de compras.” (Laurie-Ann)
“Hay cosas que me gustan mucho, y me encantaría tenerlas; pero mis padres no pueden comprármelas.” (Mike)

Quizás tú también tengas razones como estas para querer ganar dinero. O tal vez lo que deseas es ayudar a tu familia. Aunque no aportes para los gastos principales de tu casa, es posible que quieras aligerar la presión económica que sienten tus padres comprándote tú mismo la ropa y otros artículos personales.

Sea como sea, el dinero siempre hace falta, tanto para cubrir tus necesidades como las de tu familia. Y aunque Jesús prometió que Dios sostendría a quienes estén “buscando primero el reino”, los cristianos deben tomar la iniciativa y trabajar para mantenerse (Mateo 6:33; Hechos 18:1-3; 2 Tesalonicenses 3:10). Entonces, ¿qué puedeshacer para ganar dinero? Y más importante aún, ¿cómo puedes hacerlo sin perder el equilibrio?

Cómo encontrar trabajo

Si de veras necesitas algo y tus padres no te lo pueden dar, podrías conseguir un trabajo para comprártelo. Primero, habla con tus padres; tal vez a ellos les agrade ver tu iniciativa. En caso de que estén de acuerdo en que trabajes, y si la ley lo permite, podrías seguir los siguientes cuatro consejos:

Corre la voz. Cuanta más gente sepa que buscas trabajo, más posibilidades habrá de que lo obtengas. Diles a tus vecinos, profesores y familiares que quieres trabajar. Si no te atreves a hacerlo directamente, rompe el hielo preguntándoles en qué trabajaban cuando eran adolescentes.

Agota las opciones. Responde a las ofertas de empleo que veas en los periódicos, en Internet y en los tableros de información que haya en los comercios, en tu centro de estudios o en otros establecimientos públicos. Un joven llamado Dave explica: “Así fue como conseguí trabajo. Busqué en el periódico y encontré algunas ofertas de empleo que me interesaban. Luego mandé mi currículo por fax y llamé por teléfono”. Si esto no funciona, ofrece tus servicios a quienes te parezca que los puedan necesitar.

Redacta tu currículo y distribúyelo. Escribe en una hoja tus datos personales, tus habilidades y tu experiencia laboral. ¿Y si no sabes qué poner? Piensa en lo siguiente. ¿Te han dejado tus padres alguna vez a cargo de un hermano pequeño? ¿Has cuidado de los niños de otras familias? Eso demuestra que eres responsable. ¿Has ayudado a tu padre a reparar el automóvil? En ese caso, es posible que tengas aptitudes para la mecánica. ¿Sabes escribir a máquina o utilizar la computadora? ¿Hiciste algún trabajo escolar que fuera creativo y te dieron una buena calificación? Estos son puntos a tu favor que un posible jefe tomará en cuenta, así que inclúyelos en tu currículo. Una vez redactado, repártelo. También pídeles a tus amigos y familiares que se lo entreguen a quienes necesiten empleados.

Trabaja por tu cuenta. Piensa en tu vecindario. ¿Hacen falta ciertos productos o servicios, pero nadie los ofrece? Por ejemplo, supongamos que te encantan los animales. Podrías cobrar cierta cantidad de dinero por bañar o cortar el pelo a las mascotas de tus vecinos. O si sabes tocar un instrumento musical, ¿por qué no te ofreces para dar clases? Otra posibilidad es hacer trabajos de limpieza, como limpiar ventanas. Estas son tareas que normalmente casi nadie quiere realizar. Los cristianos no nos avergonzamos de hacer trabajo físico (Efesios 4:28). Eso sí, ten presente que para trabajar por cuenta propia debes ser una persona disciplinada y además tener iniciativa y entusiasmo.

Una advertencia: no emprendas ningún negocio sin haber pensado en todos los gastos y factores implicados (Lucas 14:28-30). Antes que nada, habla con tus padres del asunto y consulta con quienes hayan trabajado en algo parecido. ¿Tendrás que pagar impuestos o tramitar un permiso? Puedes conseguir este tipo de información en algunas oficinas del gobierno (Romanos 13:1).

Mantén el equilibrio

Suponte que tratas de andar en bicicleta mientras llevas encima un montón de cosas, como tu mochila, un balón y varios paquetes. ¿Verdad que mientras más objetos cargues, más difícil te será mantener el equilibrio? Pues lo mismo sucederá en el caso de que aceptes un empleo que exija más de lo que puedes dar. Si dedicas la mayor parte de tu tiempo, energías y atención a trabajar después de clases, se verán perjudicadas tu salud y tus calificaciones. Y lo que es peor, también podrían afectarse tus actividades cristianas, como las reuniones, el estudio y la predicación. Así lo reconoce una muchacha llamada Michèle: “En ocasiones falté a algunas reuniones porque estaba agotada después de pasar el día entero estudiando y trabajando”.

Por lo tanto, no dejes que el dinero te controle. Jesús dijo que la verdadera felicidad la obtienen quienes “tienen conciencia de su necesidad espiritual” (Mateo 5:3). Además afirmó: “Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee” (Lucas 12:15). “No quiero enredarme en metas materialistas —dice Maureen, una joven cristiana—. Sé que si solo me dedico a ganar dinero, voy a echar a perder mi relación con Jehová.”

Desde luego, hay que reconocer que en algunas partes del mundo los jóvenes no tienen más remedio que trabajar muchas horas para ayudar a su familia a sobrevivir. Pero si tú no estás en esa situación, ¿tendría sentido que trabajaras tantas horas? Según muchos investigadores, trabajar más de veinte horas a la semana durante los años escolares es perjudicial y, en ciertos países, hasta es ilegal. Algunos expertos incluso fijan el límite entre ocho y diez horas. El sabio rey Salomón aconsejó: “Mejor es un puñado de descanso que un puñado doble de duro trabajo y esforzarse tras el viento” (Eclesiastés 4:6).




Recuerda que “el poder engañoso de las riquezas” puede ahogar tu interés por las reuniones y por la predicación (Marcos 4:19). Si de todos modos decides que, además de estudiar, vas a trabajar, organiza tu horario para que puedas dar prioridad a tus responsabilidades cristianas. Órale a Jehová y pídele que te ayude. Él puede darte las fuerzas necesarias para que resistas las presiones y sigas manteniendo una buena relación con él.

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