jueves, 15 de mayo de 2014

Lo que ha demostrado la historia

Con respecto a la cuestión de la soberanía, es fundamental tener en cuenta lo siguiente: Dios no creó a los seres humanos de forma que les fuera bien en la vida si se independizaban de su gobernación. Al contrario, por el bien de ellos, los hizo dependientes de Sus justas leyes. El profeta Jeremías reconoció: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso. Corrígeme, oh Jehová” (Jeremías 10:23, 24). De ahí que la Palabra de Dios nos dirija esta exhortación: “Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento” (Proverbios 3:5). Así como Dios creó leyes físicas a las que debemos sujetarnos para seguir vivos, también fijó leyes morales que, si se obedecían, producirían una sociedad armoniosa.

Dios sabía que la familia humana nunca podría dirigir con éxito sus pasos con independencia de la gobernación divina. En un vano intento de lograrlo, se han establecido una diversidad de sistemas políticos, económicos y religiosos. Las diferencias existentes entre estos han causado constantes desacuerdos que han engendrado violencia, guerras y muerte. “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo.” (Eclesiastés 8:9.) Eso es exactamente lo que ha sucedido en toda la historia humana. Como predijo la Palabra de Dios, los hombres inicuos e impostores siempre han ido “de mal en peor” (2 Timoteo 3:13). El siglo XX presenció grandes avances científicos e industriales, pero también las peores calamidades de la historia. Se ha comprobado de sobra que las palabras de Jeremías 10:23 son ciertas: el hombre no fue creado para dirigir sus pasos.

6 Los efectos trágicos y prolongados de independizarse de Dios han demostrado de una vez por todas que la gobernación humana jamás dará resultado. Solo si nos rige Dios, podemos obtener felicidad, unidad, salud y vida. Por otra parte, las Escrituras muestran que Jehová no va a tolerar por mucho más tiempo los regímenes independientes de él (Mateo 24:3-14; 2 Timoteo 3:1-5). En breve intervendrá en los asuntos humanos para imponer su autoridad sobre toda la Tierra. La profecía bíblica asegura: “En los días de aquellos reyes [los gobiernos humanos actuales] el Dios del cielo establecerá un reino [en los cielos] que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo [jamás volverán a regir el planeta los seres humanos]. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos [los actuales], y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos” (Daniel 2:44).

Los que conocen de verdad a Jehová no se alejan de él ni siquiera cuando se les somete a duras pruebas. ¿ Para ser leales a Jehová hay que ser perfectos o quienes cometan un error han fracasado por completo? De ningún modo. La Biblia nos dice que Moisés falló varias veces. Aunque Jehová no se sintió complacido con él en tales ocasiones, no por ello lo rechazó. Los apóstoles de Jesucristo, por su parte, también tuvieron sus debilidades. Teniendo en cuenta nuestra herencia de imperfección, Jehová está satisfecho siempre y cuando no pasemos por altodeliberadamente su voluntad en ningún aspecto. En caso de que cometamos algún mal por debilidad, es importante que nos arrepintamos de corazón y que no lo convirtamos en una práctica. De esta forma demostramos que amamos de verdad lo que Jehová dice que es bueno y odiamos lo que nos indica que es malo. En virtud de nuestra fe en el valor expiatorio del sacrificio de Jesús, podemos disfrutar de una condición limpia ante Dios (Amós 5:15; Hechos 3:19; Hebreos 9:14).

Cada uno de nosotros tiene que afrontar la cuestión de la soberanía universal. Si nos hemos declarado abiertamente de parte de Jehová, nos convertimos en blanco de Satanás. Él nos presiona desde todos los ángulos y seguirá haciéndolo hasta el fin de este sistema impío de cosas, por lo que no debemos bajar la guardia (1 Pedro 5:8). 

No podemos imitar a Satanás, “el padre de la mentira” (Juan 8:44). En ninguna circunstancia debemos faltar a la verdad. Si bien en el sistema de Satanás los hijos mienten con frecuencia a sus padres, los jóvenes cristianos no lo hacen, y de esa forma demuestran que es falsa la acusación del Diablo de que los siervos de Dios no se mantendrían íntegros bajo prueba (Job 1:9-11; Proverbios 6:16-19). Por otra parte, ciertas prácticas comerciales podrían relacionarnos con “el padre de la mentira” en vez de con el Dios de la verdad, de modo que las evitamos (Miqueas 6:11, 12). Tampoco está justificado el robo en ningún caso, aunque quien lo cometa esté necesitado o la víctima sea adinerada (Proverbios 6:30, 31; 1 Pedro 4:15). Prescindiendo de si es una práctica habitual donde vivimos o de si lo que se ha hurtado es de poco valor, robar va en contra de las leyes divinas (Lucas 16:10; Romanos 12:2; Efesios 4:28).
18 Durante el Reinado Milenario de Cristo, Satanás y sus demonios estarán en el abismo, por lo que no podrán influir en la humanidad. ¡Qué alivio! Pero al término de los mil años serán soltados por un breve espacio de tiempo. Satanás y sus seguidores presionarán a los seres humanos restituidos a la perfección que se mantengan íntegros (Revelación 20:7-10).

 Puesto que la humanidad entera habrá alcanzado la perfección, todo acto de deslealtad será deliberado y conducirá a la destrucción eterna de su autor. Por consiguiente, es vital que desde ahora cultivemos el hábito de obedecer todas las instrucciones que nos da Jehová, sea mediante su Palabra o su organización. De ese modo demostraremos nuestra devoción sincera a él como Soberano Universal.


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