jueves, 15 de mayo de 2014

‘Una lucha contra fuerzas espirituales inicuas’

AUNQUE muchos se burlen de la idea de que haya espíritus malignos, ciertamente no es un asunto de risa. Créalo la gente o no, lo cierto es que existen y que intentan influir en toda persona. Los adoradores de Jehová no están exentos de tal presión. De hecho, son el principal objetivo. El apóstol Pablo nos previno de ello al escribir: “Tenemos una lucha, no contra sangre y carne, sino contra los gobiernos [invisibles], contra las autoridades, contra los gobernantes mundiales de esta oscuridad, contra las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales” (Efesios 6:12). En nuestros días, la influencia de dichas fuerzas espirituales malignas ha alcanzado niveles sin precedentes, pues Satanás ha sido expulsado de los cielos y está furioso, consciente de que le queda poco tiempo (Revelación [Apocalipsis] 12:12).
2 ¿Es posible ganar una lucha contra fuerzas espirituales sobrehumanas? Lo es, pero solo si confiamos por completo en Jehová. Debemos escucharlo y obedecer su Palabra, pues así nos libraremos en gran medida del perjuicio físico, moral y emocional que sufren quienes se hallan bajo el control satánico (Santiago 4:7).
Jehová nos describe gráficamente la situación mundial tal como él la contempla desde su posición ventajosa en los cielos. En una visión que le dio al apóstol Juan se representó a Satanás como “un dragón grande de color de fuego”, que estaba listo para devorar al Reino mesiánico de Dios en cuanto este naciera en los cielos en 1914. Tras fracasar en su intento, Satanás desató una oleada de cruel persecución contra los representantes terrestres de ese Reino (Revelación 12:3, 4, 13, 17). ¿Cómo libra el Diablo esta guerra? Por medio de sus representantes humanos.
El poder y la autoridad de los gobiernos humanos provienen de Satanás. Por consiguiente, tal como escribió el apóstol Pablo, los auténticos “gobernantes mundiales” son “las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales”, que controlan a los gobiernos humanos. Quienes desean adorar a Jehová han de captar todo lo que esto implica (Lucas 4:5, 6).

Aunque muchos gobernantes políticos afirman tener una religión, ninguna nación se somete a la gobernación de Jehová ni a la de su Rey nombrado, Jesucristo. Todas ellas luchan ferozmente por conservar su poder. Como muestra Revelación, “expresiones inspiradas por demonios” están reuniendo a los gobernantes mundiales actuales para “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Armagedón (Revelación 16:13, 14, 16; 19:17-19).

Todos los días, la vida de las personas se ve afectada por conflictos políticos, sociales, económicos y religiosos que desgarran a la familia humana. En tales contiendas, sea verbalmente o de otras maneras, la gente suele tomar partido por la nación, tribu, comunidad lingüística o clase social a la que pertenece y, a menudo, hasta quienes no están directamente implicados se ponen a favor de un bando u otro. Sin embargo, prescindiendo de la persona o la causa que defiendan, ¿a quién, en realidad, están respaldando? La Biblia declara lisa y llanamente: “El mundo entero yace en el poder del inicuo” (1 Juan 5:19). ¿Cómo, entonces, podemos evitar que se nos extravíe con el resto de la humanidad? Tan solo apoyando sin reservas el Reino de Dios y siendo totalmente neutrales en los conflictos del mundo (Juan 17:15, 16).
Los astutos ardides del inicuo
7 En todas las épocas, Satanás ha empleado la persecución verbal y física para apartar a las personas de la adoración verdadera. Pero también se ha valido de métodos más sutiles: actos taimados y ardides astutos. Sagazmente ha mantenido en oscuridad a una gran proporción de seres humanos mediante la religión falsa, haciéndoles creer que sirven a Dios. Al no tener conocimiento exacto de Dios ni amor por la verdad, la gente puede sucumbir a la atracción de servicios religiosos místicos y emocionales o dejarse impresionar por obras poderosas (2 Tesalonicenses 2:9, 10). Sin embargo, a nosotros se nos advierte de que algunos, incluso habiendo participado en la adoración verdadera, “se apartarán [...], prestando atención a expresiones inspiradas que extravían y a enseñanzas de demonios” (1 Timoteo 4:1). ¿Cómo podría suceder tal cosa?
8 El Diablo se aprovecha con astucia de nuestras debilidades. ¿Todavía nos domina el temor al hombre? En tal caso, es posible que cedamos a la presión de parientes o vecinos para que incurramos en prácticas que se originan en la religión falsa. ¿Somos orgullosos? Entonces quizá nos ofendamos cuando alguien nos aconseje o discrepe de nuestra opinión (Proverbios 15:10; 29:25; 1 Timoteo 6:3, 4). En vez de adoptar el criterio de nuestro modelo, Cristo, tal vez prefiramos escuchar a quienes nos “regalen los oídos” diciéndonos que basta con leer la Biblia y llevar una vida buena (2 Timoteo 4:3). A Satanás no le importa si nos unimos a otra religión o sencillamente seguimos nuestras propias ideas religiosas, con tal de que no adoremos a Jehová del modo que Él enseña a través de su Palabra y su organización.
9 Con astucia, Satanás también incita a la gente a satisfacer de manera impropia deseos que son normales, como el de intimidad sexual. En el mundo es común rechazar la moralidad bíblica y considerar que las relaciones sexuales entre personas no casadas son un placer legítimo o un modo de demostrar que se es adulto. ¿Y qué puede decirse de los casados? Muchos cometen adulterio o, aunque no haya habido infidelidad en su matrimonio, recurren al divorcio o a la separación para poder convivir con otra persona. Los sutiles métodos de Satanás inducen a la gente a vivir para el placer momentáneo y a no tomar en cuenta los efectos que su proceder tendrá a largo plazo, no solo en sí mismos y los demás, sino sobre todo en su relación con Jehová y su Hijo (1 Corintios 6:9, 10; Gálatas 6:7, 8).
10 Otro deseo natural es el de divertirse. El entretenimiento sano puede reconfortarnos en sentido físico, mental y emocional. Ahora bien, ¿cómo respondemos cuando Satanás utiliza astutamente momentos de esparcimiento para alejar nuestra forma de pensar de la de Dios? Sabemos, por ejemplo, que Jehová odia la inmoralidad sexual y la violencia. Pero cuando aparecen reflejadas en las películas, los programas de televisión o las obras de teatro, ¿nos quedamos sentados absorbiéndolo todo? No olvidemos que Satanás se encargará de que, según se acerque su destrucción, estas prácticas se vuelvan cada vez más depravadas, pues se nos dice que “los hombres inicuos e impostores avanzarán de mal en peor, extraviando y siendo extraviados” (2 Timoteo 3:13). Por consiguiente, hemos de estar constantemente en guardia contra los designios del Diablo (Génesis 6:13; Salmo 11:5; Romanos 1:24-32).
11 También estamos al tanto de que Jehová detesta a quienes participan en cualquier forma de espiritismo, como la adivinación, la brujería o los intentos de comunicarse con los muertos (Deuteronomio 18:10-12). Teniendo esto presente, no se nos ocurriría consultar a un médium ni, por supuesto, acogerlo en nuestro hogar para que practicara sus artes demoníacas. No obstante, ¿lo escucharíamos si apareciera en la pantalla de nuestro televisor o en Internet? Aunque nunca aceptaríamos el tratamiento de un hechicero para curarnos, ¿ataríamos una cinta alrededor de la muñeca de nuestro hijo recién nacido, con la idea de que lo protegiera de algún modo? O sabiendo que la Biblia condena que se influya con hechizos en los demás, ¿dejaríamos que algún hipnotizador controlara nuestra mente? (Gálatas 5:19-21.)
12 La Biblia manda que la fornicación y la inmundicia ni siquiera se mencionen (con motivos impropios) entre nosotros (Efesios 5:3-5). Pero ¿y si tales temas van acompañados de una melodía agradable, un ritmo pegadizo o un compás persistente? ¿Empezaremos a repetir las letras de canciones que ensalzan las relaciones sexuales fuera del matrimonio, el consumo de drogas u otros actos pecaminosos? O, aunque sabemos que no debemos imitar el estilo de vida de quienes se entregan a tales prácticas, ¿tendemos a identificarnos con ellos adoptando su modo de vestir, de peinarse o de hablar? Los métodos que Satanás usa para infundir en la gente su corrupto modo de pensar son sumamente insidiosos (2 Corintios 4:3, 4). Si no queremos ser víctimas de sus astutos ardides, hemos de evitar que el mundo nos arrastre. Debemos recordar quiénes son “los gobernantes mundiales de esta oscuridad” y combatir su influencia con ahínco (1 Pedro 5:8).

Solo tendremos éxito si nos colocamos “la armadura completa que proviene de Dios”, sin descuidar ninguna parte de ella. Abra la Biblia en Efesios 6:13-17 y lea la descripción que se da de dicha armadura. A continuación utilice las preguntas que se formulan abajo para determinar cómo nos protege cada una de sus piezas.
“Los lomos ceñidos con la verdad”
Aunque conozcamos la verdad, ¿cómo nos protege estudiar con regularidad la verdad bíblica, meditar sobre ella y asistir a las reuniones? (1 Corintios 10:12, 13; 2 Corintios 13:5; Filipenses 4:8, 9.)
“La coraza de la justicia”
¿Quién establece los criterios de la justicia? (Revelación 15:3.)
Dé ejemplos del daño espiritual al que se exponen quienes no siguen las justas sendas divinas (Deuteronomio 7:3, 4; 1 Samuel 15:22, 23).
“Los pies [calzados] con el equipo de las buenas nuevas de la paz”
¿Cómo nos protege el que nuestros pies nos lleven con frecuencia a hablar a la gente sobre lo que Dios ha dispuesto para que haya paz? (Salmo 73:2, 3; Romanos 10:15; 1 Timoteo 5:13.)
“El escudo grande de la fe”
Si tenemos una fe bien cimentada, ¿cómo reaccionaremos ante los intentos de infundirnos dudas o temor? (2 Reyes 6:15-17; 2 Timoteo 1:12.)
“El yelmo de la salvación”
¿Cómo nos ayuda la esperanza de la salvación a no caer en la trampa de interesarnos en exceso por los bienes materiales? (1 Timoteo 6:7-10, 19.)
“La espada del espíritu”
¿En qué debemos siempre confiar cuando resistimos ataques contra nuestra espiritualidad o la de otras personas? (Salmo 119:98; Proverbios 3:5, 6; Mateo 4:3, 4.)
¿Qué es también fundamental para vencer en esa guerra espiritual? ¿Con cuánta frecuencia se ha de recurrir a ese medio? ¿A favor de quiénes? (Efesios 6:18, 19.)
15 Como soldados de Cristo, formamos parte de un gran ejército que libra una guerra de índole espiritual. Si nos mantenemos en guardia y hacemos buen uso de la armadura completa que proviene de Dios, no solo no sucumbiremos en esta lucha, sino que, además, seremos una ayuda fortalecedora para otros siervos de Jehová. Estaremos en la mejor disposición para pasar a la ofensiva difundiendo las buenas nuevas del Reino mesiánico de Dios, el gobierno celestial al que con tanto ímpetu se opone Satanás.


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