jueves, 15 de mayo de 2014

Ayudemos al cubano a apreciar la Palabra de Dios



Muchas de las personas con quienes hablamos no están convencidas, como lo estamos nosotros, de que la Biblia es la Palabra de Dios. ¿Cómo podemos ayudarlas? El mejor modo suele ser abrir las Escrituras mismas y mostrarles su contenido. “La palabra de Dios es viva, y ejerce poder, y es más aguda que toda espada de dos filos, [...] y puede discernir pensamientos e intenciones del corazón.” (Hebreos 4:12.) “La palabra de Dios” no es historia muerta; está viva, y sus promesas avanzan inevitablemente hacia su cumplimiento. La influencia del mensaje bíblico en las verdaderas motivaciones del corazón de la gente es más poderosa que cualquier cosa que nosotros podamos decir.

En los países donde las prácticas religiosas exponen a la gente al acoso de espíritus malignos, la explicación bíblica de cuál es la causa de dicho acoso y cómo librarse de él despierta el interés. ¿Por qué impresiona a las personas sinceras el conocimiento de estas verdades? Porque solo la Biblia proporciona información confiable sobre todas esas cuestiones trascendentales (Salmo 119:130).

¿Qué podemos hacer cuando alguien nos dice que no cree en la Biblia? 

 Tal vez considere que la Biblia es el libro de la cristiandad, y su reacción negativa se deba al historial de hipocresía y entrometimiento en la política que posee dicha organización, así como a sus constantes peticiones de dinero. ¿Por qué no preguntarle si ese es el caso? Quizá susciten su interés los textos bíblicos que condenan los caminos mundanos de la cristiandad y los que muestran las marcadas diferencias entre esta y el verdadero cristianismo (Miqueas 3:11, 12; Mateo 15:7-9; Santiago 4:4).

De todos los libros que se han escrito, este es el más importante. Por supuesto, eso no significa que con leerlo por nuestra cuenta sea suficiente. Las Escrituras nos advierten que no nos aislemos. No debemos pensar que podemos entenderlo todo mediante la investigación independiente. El cristiano equilibrado no solo estudia de forma individual, sino que también asiste con asiduidad a las reuniones del pueblo de Dios (Proverbios 18:1; Hebreos 10:24, 25).

Si examinamos personalmente las Santas Escrituras, obtendremos muchos beneficios (Salmo 1:1-3; 19:7, 8). Haga un esfuerzo especial por leer la Biblia con regularidad. Aunque no entienda todo a la perfección, le resultará muy útil tener una visión general de su contenido. Con solo leer cuatro o cinco páginas diarias, es posible terminarla en alrededor de un año.

La lectura bíblica debe ser una costumbre de por vida, igual que comer. Como usted sabe, cuando una persona tiene malos hábitos alimentarios, su salud se resiente. De igual modo, nuestra vida espiritual, y por tanto nuestra vida eterna, dependen de que nos nutramos con regularidad de “toda expresión que sale de la boca de Jehová” (Mateo 4:4).

En la lectura de Éxodo a Deuteronomio aprendemos que la inmoralidad y la rebeldía le acarrearon malos resultados al pueblo de Israel. Por consiguiente, deberíamos resolvernos a no imitar su mal ejemplo, y así agradar a Jehová. “Estas cosas siguieron aconteciéndoles como ejemplos, y fueron escritas para amonestación de nosotros a quienes los fines de los sistemas de cosas han llegado.” (1 Corintios 10:11.)




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