sábado, 17 de mayo de 2014

Tres cosas que el dinero no puede comprar

AUNQUE se vean ante el peligro de perder el empleo, la casa y hasta la pensión, muchas personas siguen obsesionadas con tener todo lo que el dinero puede comprar. ¡Qué ironía!

Esa actitud las convierte en blanco fácil de las atractivas campañas publicitarias que quieren convencernos de que necesitamos una casa más grande, un auto mejor o ropa de marca. ¿No tiene usted dinero? No importa, cárguelo a la tarjeta de crédito. Para muchos, lo importante es dar la apariencia de tener dinero aunque estén endeudados hasta el cuello.

Pero tarde o temprano chocan con la realidad. “Comprar artículos lujosos a crédito para parecer y sentirse importante es como fumar crac para sentir euforia. Las dos cosas se consiguen fácilmente y producen el efecto deseado, pero solo por poco tiempo. A la larga, las dos dejan a la persona deprimida y sin un centavo”, dice el libro The Narcissism Epidemic (La epidemia del narcisismo).

La Biblia indica que jactarse de lo que uno tiene es absurdo (1 Juan 2:16). Y con razón, pues la obsesión por lo material distrae a las personas de las cosas que realmente tienen importancia en la vida, las cosas que el dinero no puede comprar. Veamos tres ejemplos.

 1. LA FELICIDAD FAMILIAR


Una adolescente de Estados Unidos llamada Beatriz * dice que su padre da demasiada importancia al trabajo y al dinero que gana. “Tenemos todo lo que necesitamos y más, pero con tantos viajes de negocios, papá nunca está en casa. Sé que tiene que trabajar, pero también debe dedicar tiempo a la familia”, comenta.

Pregúntese: ¿Qué podría lamentar con el tiempo el padre de Beatriz? ¿Qué efecto está teniendo en la relación con su hija el que le dé tanta importancia a lo material? ¿Qué cosas necesita su familia mucho más que el dinero?

Principios bíblicos:
  • “El amor por el dinero causa toda clase de males. Por querer tener más y más dinero, algunos [...] se han causado gran sufrimiento.” (1 Timoteo 6:10La Palabra de Dios para Todos.)
  • “Un plato de verduras con alguien que amas es mejor que carne asada con alguien que odias.” (Proverbios 15:17Nueva Traducción Viviente.)
Conclusión: El dinero no puede comprar la felicidad familiar. Esta solo se consigue dedicando tiempo a la familia y dándole el cariño y la atención que merece (Colosenses 3:18-21).

 2. UN FUTURO REALMENTE SEGURO


“Mi mamá siempre me está diciendo que me case con un hombre rico y que, por si algo falla, aprenda una profesión para conseguir un buen empleo que me permita vivir bien el resto de mi vida —dice Sara, de 17 años—. Parece que lo único que le preocupa es el dinero.”

Pregúntese: ¿Qué cosas le preocupan del futuro? ¿Son preocupaciones válidas, o más bien obsesiones? ¿Qué cambios debería hacer la madre de Sara en su manera de ver la seguridad económica?

Principios bíblicos:
  • “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan.” (Mateo 6:19.)
  • “Ustedes no saben lo que será su vida mañana.” (Santiago 4:14.)
Conclusión: El dinero no es la clave para tener un futuro seguro, pues se puede perder. Además, el dinero no puede impedir que uno enferme y muera (Eclesiastés 7:12). La Biblia enseña que la clave para un futuro realmente seguro está en conocer a Dios y su propósito (Juan 17:3).

 3. VERDADERA SATISFACCIÓN EN LA VIDA


“Mis padres me enseñaron a llevar una vida sencilla —dice Tania, de 24 años—. Aunque por lo general solo teníamos lo básico, mi hermana gemela y yo crecimos felices.”

Pregúntese: ¿Por qué puede ser difícil sentirse satisfecho con lo necesario? ¿Qué ejemplo le está dando a su familia en lo que tiene que ver con el dinero?

Principios bíblicos:
  • “Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” (1 Timoteo 6:8.)
  • “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual.” (Mateo 5:3.)
Conclusión: El dinero y las cosas que este puede comprar no son lo más importante en la vida. Bien dice la Biblia: “Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee” (Lucas 12:15). Para hallar verdadera satisfacción en la vida, necesitamos conocer la respuesta a preguntas como las siguientes:
  • ¿Por qué existimos?
  • ¿Qué nos depara el futuro?
  • ¿Cómo puedo satisfacer mis necesidades espirituales?

¿Cuál es la clave de la felicidad?


“Generalmente, las personas materialistas son menos felices y más propensas a deprimirse. Hasta el simple hecho de querer tener más dinero ocasiona problemas emocionales y también físicos, como dolor de garganta, de espalda y de cabeza. Además, esas personas tienden a beber en exceso y a consumir drogas. Todo apunta a que el afán por las riquezas hace que la gente se sienta desdichada.” (The Narcissism Epidemic.)

Un “cambio en valores”


“Cuando se les preguntaban las razones para ir a la universidad en los años sesenta y principios de los setenta, la mayoría de los estudiantes le daba importancia a ‘convertirse en una persona educada’ o ‘desarrollar una filosofía de vida’. Sólo una minoría consideraba ‘ganar mucho dinero’ como la razón principal de acudir a la universidad. Comenzando en los noventa, una mayoría de estudiantes dice que ‘el ganar mucho dinero’ se ha convertido en la razón principal para asistir a la universidad [...]. Este cambio en valores entre los estudiantes universitarios [coincide con el gran aumento en] los índices de depresión, suicidio y otros problemas psicológicos.” (El precio del privilegio, de la psicóloga Madeline Levine.)

Terapia de compras


Según la psicóloga Madeline Levine, gastar dinero puede convertirse en una terapia que hace que la gente se sienta bien en un mundo en el que la familia, la comunidad y la religión les ha fallado. “Comprar es una manera de controlar nuestro ambiente —escribe en su libro El precio del privilegio—. Nos pone a cargo de transacciones y confiere un sentido de poder al comprador. Este tipo de poder es ilusorio, por supuesto. El poder real es ejercido por grandes corporaciones y sus publicistas, quienes son pagados para sugerir que los bienes de consumo confieren poderes mágicos y protectores a los compradores.”

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