lunes, 19 de mayo de 2014

¿Cómo dirige Jehová su organización?

Se identifica la parte visible
 La nación de Israel fue la congregación de Dios durante mil quinientos cuarenta y cinco años (Hechos 7:38). Pero como no guardó Sus leyes y rechazó a Su Hijo, él la repudió. Jesús dijo a los judíos: “¡Miren! Su casa se les deja abandonada a ustedes” (Mateo 23:38). Jehová formó entonces una nueva congregación, con la que hizo un nuevo pacto. Esta se compondría de 144.000 personas escogidas por Dios para unirse a su Hijo en el cielo (Revelación [Apocalipsis] 14:1-4).

Estructura teocrática
 La expresión bíblica “la congregación del Dios vivo” deja claro quién la dirige. La organización es teocrática, es decir, gobernada por Dios. Él guía a su pueblo mediante Jesús, a quien nombró Cabeza invisible de la congregación, y mediante Su Palabra inspirada, la Biblia (1 Timoteo 3:14, 15; Efesios 1:22, 23; 2 Timoteo 3:16, 17).

 Con el tiempo dejaron de oírse voces del cielo, de verse ángeles y de concederse dones milagrosos del espíritu. No obstante, Jesús había prometido: “¡Miren!, estoy con ustedes todos los días hasta la conclusión del sistema de cosas” (Mateo 28:20; 1 Corintios 13:8). En la actualidad, los testigos de Jehová reconocen la guía de Jesús. Sin ella les sería imposible proclamar el mensaje del Reino en medio de la gran hostilidad a la que se enfrentan.
 Poco antes de morir, Jesús habló a sus discípulos sobre “el esclavo fiel y discreto” a quien él, en calidad de Amo, confiaría una responsabilidad especial. Dicho “esclavo” ya existiría cuando el Señor partiera hacia el cielo, y aún estaría muy activo cuando regresara de forma invisible con el poder del Reino. Tales datos difícilmente encajarían con una sola persona, pero sí encajan con la congregación ungida de Cristo. Como compró a este grupo con su sangre, Jesús podía llamarlo su “esclavo”. A sus integrantes les encomendó que hicieran discípulos y los nutrieran de manera progresiva, dándoles “su alimento [espiritual] al tiempo apropiado” (Mateo 24:45-47; 28:19; Isaías 43:10; Lucas 12:42; 1 Pedro 4:10).
 En 1914, cuando el Amo regresó de forma invisible, el esclavo estaba efectuando lealmente la obra que aquel le había encomendado, de modo que, como indican las pruebas, en 1919 le confió más responsabilidades. En los años transcurridos desde entonces se ha dado un testimonio mundial del Reino y se ha reunido a una gran muchedumbre de adoradores de Jehová para que sobrevivan a la gran tribulación (Mateo 24:14, 21, 22; Revelación 7:9, 10). Estos también necesitan alimento espiritual, y la clase del esclavo se lo sirve. Así pues, para complacer a Jehová, debemos aceptar la enseñanza que él nos imparte mediante tal conducto y obrar en armonía con ella.

En nuestros días, el Cuerpo Gobernante de la organización visible de Jehová se compone de hermanos ungidos por espíritu procedentes de diversos países, y está situado en la sede mundial de los testigos de Jehová. Bajo la dirección de Jesucristo, promueve la adoración pura en toda la Tierra al coordinar las actividades evangelizadoras que llevan a cabo los testigos de Jehová de decenas de miles de congregaciones. Todos los miembros del Cuerpo Gobernante comparten el punto de vista del apóstol Pablo, quien escribió a sus hermanos cristianos: “No que seamos nosotros amos sobre la fe de ustedes, sino que somos colaboradores para su gozo, porque es por su fe que están firmes” (2 Corintios 1:24).
 Los testigos de Jehová de todo el mundo dejan al Cuerpo Gobernante la responsabilidad de seleccionar a hermanos capacitados, quienes, a su vez, están autorizados para nombrar ancianos y siervos ministeriales que cuiden de las congregaciones. Los requisitos que estos deben satisfacer se exponen en la Biblia y tienen en consideración que tales hombres no son perfectos, por lo que cometen errores. Tanto los ancianos que hacen las recomendaciones como los que efectúan los nombramientos tienen una seria responsabilidad ante Dios (1 Timoteo 3:1-10, 12, 13; Tito 1:5-9). Por ello, le piden la ayuda de Su espíritu y buscan la guía de Su Palabra inspirada (Hechos 6:2-4, 6; 14:23). Mostremos nuestra gratitud por tales “dádivas en hombres”, quienes nos ayudan a alcanzar “la unidad en la fe” (Efesios 4:8, 11-16).



 Las Escrituras indican que la supervisión de las congregaciones debe estar a cargo de varones. Esta norma no degrada a las mujeres, pues algunas son herederas del Reino celestial y, en su conjunto, efectúan gran parte de la labor evangelizadora (Salmo 68:11). Además, al cumplir fielmente con sus responsabilidades familiares, las mujeres contribuyen al buen nombre de la congregación (Tito 2:3-5). Pero dentro de esta, quienes se ocupan de la enseñanza son los hombres nombrados con ese fin (1 Timoteo 2:12, 13).
 En el mundo se considera importantes a quienes ocupan puestos prominentes. La organización de Dios, en cambio, se rige por la siguiente norma: “El que se porta como uno de los menores entre todos ustedes es el que es grande” (Lucas 9:46-48; 22:24-26). La Biblia insta a los ancianos a no enseñorearse de los que son la herencia de Dios, sino, más bien, a hacerse ejemplos del rebaño (1 Pedro 5:2, 3). No solo unos cuantos escogidos, sino todos los testigos de Jehová, hombres y mujeres, tienen el privilegio de representar al Soberano del universo, hablando humildemente en Su nombre y dando a conocer Su Reino por todas partes.



Jehová guía hoy a sus siervos mediante su organización visible sujeta a Cristo. Por lo tanto, nuestra actitud hacia ella evidencia qué postura adoptamos en la cuestión de la soberanía (Hebreos 13:17). Satanás sostiene que estamos interesados principalmente en nosotros mismos. Por lo tanto, si prestamos a los demás cualquier servicio que sea necesario y evitamos llamar de forma indebida la atención hacia nuestra persona, demostramos que el Diablo es un mentiroso. Cuando amamos y respetamos a quienes ocupan puestos de responsabilidad en la congregación pero nos negamos a ‘admirar personalidades en provecho propio’, alegramos a Jehová (Judas 16; Hebreos 13:7). Siendo leales a la organización de Jehová probamos que Él es nuestro Dios y que estamos unidos en su adoración (1 Corintios 15:58).



No hay comentarios.:

Publicar un comentario