viernes, 30 de mayo de 2014

La fascinación por el fin del mundo



¿Lo pone nervioso el futuro? Si es así, usted no es el único. Desde la antigüedad, los hombres han especulado sobre el porvenir, y muchos han llegado a la conclusión de que las perspectivas no son precisamente de color de rosa. La posibilidad de que el mundo se acabe ha intrigado y fascinado a la gente por milenios.
Tome como ejemplo las obras modernas de ficción. Historietas, programas de televisión, películas y libros, por centenares y millares, tejen historias en torno a un apocalipsis inminente. Es como si hubiera un ejército inagotable de fuerzas listas para abalanzarse sobre la humanidad y asolarla: robots asesinos, monstruos de todo tipo, extraterrestres, zombis, fantasmas, dragones, simios, aves, ratas mutantes y avispas gigantescas. Claro, difícilmente se tomará alguien en serio esos cuentos.
Sin embargo, hay otras historias y teorías que ponen a la gente mucho más nerviosa, algunas de las cuales son consideradas científicas. Una pronostica que la corteza terrestre sufrirá un desplazamiento masivo que provocará violentos tsunamis, terremotos y explosiones volcánicas. Otra sostiene que un día se producirá la perfecta alineación de todos los planetas, lo que intensificará los vientos solares y causará estragos en la Tierra. Y otra postula que los polos magnéticos se invertirán repentinamente y harán que la radiación solar nos mate a todos. Estas teorías cautivan la imaginación colectiva.
¿Y qué decir del sinnúmero de libros y sitios de Internet que vaticinan el fin del mundo para el 21 de diciembre del presente año? Una de las cosas que se dicen es que un supuesto planeta llamado Nibiru (o Planeta X) está en curso de colisión con la Tierra y que llegará este diciembre. Esta y otras teorías sin fundamento se han relacionado con las interpretaciones de un antiguo calendario maya, el cual, según algunos, termina en el solsticio de invierno del 2012.
Persuadidos por predicciones fatídicas como estas, algunos han construido refugios en el patio de sus casas o han reservado —a precios altísimos— alojamiento en búnkeres comunales subterráneos. Otros se han mudado a las montañas y se han hecho autosuficientes en la obtención de agua, electricidad y calefacción.
Desde luego, no falta quien no crea en nada de esto y desdeñe la idea de que el mundo se vaya a acabar. Por ejemplo, los científicos de la NASA aseguran que “nada malo le va a pasar a la Tierra en el 2012. Nuestro planeta se las ha arreglado bien durante más de cuatro mil millones de años, y ningún científico serio del mundo sabe de amenaza alguna asociada con el 2012”.
No obstante, sería un error concluir que el género humano no corre ningún peligro o que solo los ingenuos creen que el fin del mundo es algo más que ficción y fantasía. Lo sabio sería preguntarse si en realidad vendrá el fin del mundo y, de ser así, cómo y cuándo.



El fin del mundo: crecen los temores
Aparte de las amenazas fantásticas señaladas en el artículo anterior, existen ciertos motivos de inquietud que merecen seria atención. Hay personas a las que les preocupa el problema de la superpoblación y la escasez de agua y comida que esto conlleva. Hay otras a las que les inquieta la posibilidad de un colapso financiero mundial. ¿Y qué decir de los desastres naturales, las epidemias o una guerra nuclear? ¿Pudieran provocar una catástrofe planetaria?
Veamos brevemente algunos de los peligros que se suelen citar como probables causas de un apocalipsis. Aunque no todos amenacen con borrar a los seres humanos de la faz de la Tierra, todos parecen tener el potencial para acabar con la civilización tal como la conocemos.
Supervolcanes
En 1991, la erupción del monte Pinatubo en Filipinas dejó un saldo de más de setecientos muertos y cien mil personas sin hogar. Una inmensa nube de ceniza se elevó a 30 kilómetros (19 millas) de altura para luego descender, sepultando cultivos y derrumbando los techos de los edificios. Erupciones como estas originan alteraciones en el clima que duran años.
Una supererupción —como las que ya tuvieron lugar en el pasado remoto— sería centenares de veces más grande y devastadora que cualquiera de las erupciones que el hombre ha podido registrar en su historia. Además de su poder destructivo inmediato, el cambio climático que produciría a escala mundial afectaría a la agricultura y el suministro de alimentos, y los pueblos morirían de inanición.
“Los volcanes arrasan la flora y la fauna en varios kilómetros a la redonda; los supervolcanes pueden causar la extinción de toda una especie al inducir cambios en el clima de todo el planeta.” (National Geographic)
Asteroides
Cierta mañana del año 1908, un hombre que estaba sentado a la entrada de un solitario establecimiento comercial en Vanavara (Siberia) salió disparado de su silla por una explosión; el calor era tan intenso que sintió como si tuviera la camisa en llamas. La detonación tuvo su epicentro a 60 kilómetros (40 millas) de distancia, y fue provocada por un asteroide de 35 metros (120 pies) de diámetro y 100.000 toneladas (220 millones de libras) de peso. Al entrar en la atmósfera, el asteroide estalló a consecuencia de la presión y el calor, liberando una energía equivalente a 1.000 bombas de Hiroshima y devastando 2.000 kilómetros cuadrados (800 millas cuadradas) de bosque siberiano. Por supuesto, una colisión con un asteroide mayor sería muchísimo más dañina, pues produciría grandes tormentas de fuego, seguidas por un brusco descenso de las temperaturas mundiales y extinciones en masa.
“A lo largo de su historia, la Tierra ha sido bombardeada por cometas y asteroides provenientes del espacio. Los impactos ocurrían con más frecuencia en el pasado, pero volverán a ocurrir. La cuestión es cuándo.” (Chris Palma, profesor adjunto de Astronomía y Astrofísica de la Universidad Estatal de Pensilvania)
Cambio climático
Los científicos creen que el aumento de la temperatura media del planeta, los extremos en el clima, el deshielo de los casquetes polares y los glaciares, la muerte de los arrecifes de coral y la extinción de especies clave apuntan todos a un cambio climático global. Aunque el tema es aún materia de debate, muchos atribuyen la causa a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural por parte de los automóviles y la industria, lo cual arroja a la atmósfera enormes cantidades de dióxido de carbono.
Según los entendidos, estas emisiones producen un efecto invernadero: al impedir que el calor de la Tierra escape al espacio, elevan la temperatura. Como los árboles absorben el dióxido de carbono, la deforestación masiva también contribuye al desajuste climático.
“Muchos científicos creen que, si continúan los actuales índices de calentamiento global y no se reduce la producción de dióxido de carbono, la temperatura media de la Tierra seguirá en alza. Esto llevará a cambios climáticos más acentuados e impredecibles y a niveles oceánicos más altos que amenazarán las zonas costeras bajas, donde vive gran parte de la población humana.” (A Mind for Tomorrow: Facts,Values, and the Future)
Pandemias
En el siglo XIV, la peste negra acabó con un tercio de la población de Europa en tan solo dos años. Y entre 1918 y 1920, la gripe española mató por lo menos a 50 millones de personas. El avance de dichas epidemias se frenó gracias a los lentos medios de transporte de la época. En cambio, hoy día, con el crecimiento de las ciudades y la facilidad de los viajes internacionales, una enfermedad de esa naturaleza se extendería rápidamente a todos los continentes.
Tal epidemia se debería a causas naturales. Pero crece el temor de que el propio hombre cree enfermedades para usarlas como armas biológicas. Los expertos aseguran que un pequeño grupo de personas que tengan conocimientos en disciplinas clave podrían comprar instrumentos a través de Internet y fabricar armas biológicas letales.
“Las enfermedades provocadas por agentes patógenos naturales siguen siendo una grave amenaza biológica; pero un enemigo inteligente armado de estos patógenos —o de otros resistentes a múltiples drogas u obtenidos por procedimientos sintéticos— podría provocar una hecatombe.” (The Bipartisan WMD Terrorism Research Center)
Extinción de especies esenciales
Durante los pasados cinco años, los apicultores de Estados Unidos han visto mermar la población de abejas en un 30% anual debido al “trastorno del colapso de las colonias”, fenómeno mundial que consiste en la abrupta y misteriosa desaparición de colonias enteras. Estos insectos hacen más que simplemente fabricar miel: polinizan cultivos clave, como la uva, la manzana, la soja y el algodón. En efecto, dependemos de las abejas.
Igualmente, dependemos del fitoplancton, sin el cual no tendríamos peces. Y sin lombrices que airearan el suelo, obtendríamos menos cosechas. La extinción de estas especies cruciales haría escasear la comida, y el hambre engendraría violencia y disturbios. La contaminación, la superpoblación, la explotación incontrolada de los recursos naturales, la destrucción de los hábitats y el cambio climático contribuyen a que las especies animales se extingan a un ritmo quizás mil veces superior al natural.
“Cada año, entre 18.000 y 55.000 especies se convierten en extintas. ¿La causa? La actividad humana.” (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo)
Guerra nuclear
Una explosión nuclear puede arrasar una ciudad en un instante, lo cual quedó tristemente demostrado dos veces en agosto de 1945. Es horrendamente poderosa: mata y destruye mediante la onda expansiva, el viento, el calor, el fuego y la radiación. La radiación, además, contamina el alimento y el agua. Una guerra nuclear lanzaría a la atmósfera toneladas de polvo que bloquearían la luz solar y causarían un drástico descenso de la temperatura del planeta. Los cultivos alimentarios y otras plantas desaparecerían. Sin comida, hombres y animales morirían. Se dice que unas nueve naciones poseen la capacidad de lanzar un ataque nuclear, en tanto que otras están en vías de fabricar su propio arsenal. ¡Y qué no darían las organizaciones terroristas por apoderarse de dichas armas!
“Las armas nucleares siguen siendo la amenaza más grave e inmediata para la civilización humana [...]. Aún quedan 25.000 armas nucleares en todo el mundo [...]. Con el tiempo, alguna caerá en manos terroristas.” (Unión de Científicos Preocupados)

El fin del mundo puede no ser lo que usted se   imagina
Además de ser profundamente pesimistas, los panoramas apocalípticos antes descritos tienen tres cosas en común. Primero, son fruto de la especulación humana, y el historial de los hombres en lo que respecta a adivinar el futuro está muy lejos de ser perfecto. Segundo, en el caso de que hubiera sobrevivientes, sería una cuestión de azar. Y tercero, los sobrevivientes tendrían que librar una dura batalla para seguir vivos.
El cuadro que pinta la Biblia sobre el futuro es mucho más optimista. Aunque asegura que se aproxima un gran cambio, garantiza la supervivencia de todos los que hagan la voluntad de Dios. Y no predice que la Tierra se tostará hasta quedar como un carbón o que se volverá fría como un témpano de hielo. El globo terráqueo se transformará en un paraíso de confín a confín.
A muchas personas les cuesta aceptar estas predicciones bíblicas. Creen que lo que la Biblia enseña sobre una gran tribulación, un Armagedón, un milenio y un paraíso terrenal es pura fantasía. Estos conceptos han sido tema infinito de estudio, debate e interpretación por parte de los teólogos. Sus teorías compiten y se contradicen entre sí. Hablando del tiempo del fin, el escritor Bruce A. Robinson afirma: “Probablemente se haya escrito más literatura teológica oscura sobre este tema que sobre cualquier otra doctrina de la cristiandad”. ¿Con qué resultado? Confusión.
Las Escrituras, por el contrario, no son oscuras. La Biblia es el mensaje de Dios, y él no quiere que nos devanemos los sesos tratando de adivinar lo que nos depara el futuro. Lo invitamos a examinar algunas de las preguntas más frecuentes y las respuestas que da la propia Biblia. Si desea saber más, pida el libro ¿Qué enseña realmente la Biblia?,editado por los testigos de Jehová.
¿Serán destruidas la Tierra y la raza humana?
“Los justos mismos poseerán la tierra, y residirán para siempre sobre ella.” (Salmo 37:29.)
¿Morirá alguien?
“Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella.” (Proverbios 2:21, 22.)
¿Ha actuado Dios en contra de los malos en el pasado?
Dios “no se contuvo de castigar a un mundo antiguo, sino que guardó en seguridad a Noé, predicador de justicia, con otras siete personas cuando trajo un diluvio sobre un mundo de gente impía; y al reducir a cenizas a las ciudades de Sodoma y Gomorra las condenó, poniendo para personas impías un modelo de cosas venideras” (2 Pedro 2:5, 6).
¿Sabemos la fecha en que Dios llevará a cabo su juicio?
“Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre. Porque así como eran los días de Noé, así será la presencia del Hijo del hombre. Porque como en aquellos días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, los hombres casándose y las mujeres siendo dadas en matrimonio, hasta el día en que Noé entró en el arca; y no hicieron caso hasta que vino el diluvio y los barrió a todos, así será la presencia del Hijo del hombre.” (Mateo 24:36-39.)
¿Hay alguna indicación de que el fin vendrá pronto?
“En los últimos días se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, amadores de placeres más bien que amadores de Dios, teniendo una forma de devoción piadosa, pero resultando falsos a su poder.” (2 Timoteo 3:1-5.)
¿Cómo será el futuro de la humanidad en la Tierra?
Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado” (Revelación [Apocalipsis] 21:4).
Aun cuando las Escrituras no nos ofrecen más que un anticipo de lo que será el porvenir, nos aseguran que la humanidad no está condenada a desaparecer. El futuro será glorioso, más allá de lo que nuestra imaginación puede concebir. No lo dude ni por un momento. Jehová Dios lo ha prometido, y él siempre cumple lo que promete.

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