sábado, 10 de mayo de 2014

¿Opinamos sobre los violentos lo mismo que Dios?

La industria cinematogràfica norteamericana se ha convertido en el pasado siglo en la fàbrica de superhèroes. En el presente siglo intenta hacerlos màs creibles gracias al 3D  y a la pluma de fantasiosos guionistas que nos bombardean con viejos y nuevos comics, ahora llevados a la gran pantalla.


Por siglos, las personas han admirado y honrado a los hombres poderosos, los que tienen gran fuerza física y valor. Uno de estos fue Heracles, héroe mitológico de la antigua Grecia al que los romanos conocían por el nombre de Hércules.

Heracles fue un gran héroe muy famoso, el luchador más fuerte. Según la leyenda, era un semidiós; su padre era el dios griego Zeus, y su madre, Alcmena, una mortal. Sus hazañas comenzaron cuando aún era un niño y estaba en la cuna. Entonces, una diosa celosa envió dos enormes serpientes para que lo mataran, pero él las estranguló. De mayor libró batallas, derrotó a monstruos y combatió con la muerte para salvar a una amiga. También arrasó ciudades, violó a mujeres, arrojó a un muchacho de una torre y mató a su propia esposa e hijos.

¿Tienen base real las narraciones de Heracles y otros héroes mitológicos?

En cierto sentido puede que sí. La Biblia nos habla de una época, en los comienzos de la historia humana, en que existieron “dioses” y “semidioses” en la Tierra.

Moisés escribió lo siguiente sobre esa época: “Ahora bien, aconteció que cuando los hombres comenzaron a crecer en número sobre la superficie del suelo y les nacieron hijas, entonces los hijos del Dios verdadero empezaron a fijarse en las hijas de los hombres, que ellas eran bien parecidas; y se pusieron a tomar esposas para sí, a saber, todas las que escogieron” (Génesis 6:1, 2).

Aquellos “hijos del Dios verdadero” no eran seres humanos, sino hijos angélicos de Dios (compárese con Job 1:6; 2:1; 38:4, 7). El escritor bíblico Judas dice que algunos ángeles “no guardaron su posición original, sino que abandonaron su propio y debido lugar de habitación” (Judas 6). En otras palabras: dejaron su lugar asignado en la organización celestial de Dios porque prefirieron vivir con mujeres hermosas en la Tierra. Judas añade que aquellos ángeles rebeldes fueron como los habitantes de Sodoma y Gomorra, que ‘cometieron fornicación con exceso y fueron en pos de carne para uso contranatural’ (Judas 7).

La Biblia no da todos los pormenores sobre lo que hicieron aquellos ángeles desobedientes. Pero las antiguas leyendas de Grecia y otros lugares pintan a multitud de dioses y diosas viviendo con la humanidad, tanto de forma visible como invisible. Cuando adoptaban forma humana, eran sumamente hermosos. Comían, bebían, dormían y tenían relaciones sexuales entre ellos y con los seres humanos. Aunque, supuestamente, eran santos e inmortales, mentían y engañaban, discutían y peleaban, seducían y violaban. Estos relatos mitológicos tal vez reflejen las condiciones reales antediluvianas que menciona el libro bíblico de Génesis, si bien adornándolas y distorsionándolas.

Los ángeles desobedientes materializados mantuvieron relaciones sexuales con las mujeres, y estas dieron a luz hijos. Pero no se trataba de niños corrientes, sino de nefilim, mitad seres humanos, mitad ángeles. El relato bíblico dice: “Los nefilim se hallaban en la tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos del Dios verdadero continuaron teniendo relaciones con las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos fueron los poderosos que eran de la antigüedad, los hombres de fama” (Génesis 6:4).

La voz hebrea nefilim significa literalmente “derribadores”, es decir, los que hacen caer a otras personas con sus actos violentos. Por tanto, no es extraño que el relato bíblico siga diciendo: “La tierra se llenó de violencia” (Génesis 6:11). Los semidioses mitológicos, como Heracles y el héroe babilónico Gilgamés, se parecen mucho a los nefilim.


Observemos que a los nefilim se les llamaba “poderosos” y “hombres de fama”. A diferencia de Noé, hombre justo que vivió en la misma época, a los nefilim no les interesaba fomentar la fama de Jehová, sino su propia fama, gloria y reputación. Por sus proezas, que sin duda incluían violencia y derramamiento de sangre, se ganaron la fama que ansiaban tener en el mundo impío que los rodeaba. Fueron los grandes héroes de su tiempo: seres temidos, respetados y aparentemente invencibles.

Tal vez basados en estos relatos biblicos surgieron los superhèroes modernos, cuentos de caminos que su ùnico objetivo es desviar la atenciòn de la adoraciòn del Dios omnipotente y omnisapiente. Isaías pregunta: “¿Quién ha medido las aguas en el simple hueco de su mano, y ha tomado las proporciones de los cielos mismos con un simple palmo, y ha incluido en una medida el polvo de la tierra, o ha pesado con indicador las montañas, y en la balanza las colinas? ¿Quién ha tomado las proporciones del espíritu de Jehová, y quién como su hombre de consejo puede hacerle saber algo? ¿Con quién consultó para que se le hiciera entender, o quién le instruye en la senda de la justicia, o le enseña conocimiento, o le hace conocer el mismísimo camino del verdadero entendimiento?” (Isaías 40:12-14).

Todavia crees que existen hombres y mujeres disfrazados con calzas, taparrabos y superpoderes que vendràn a salvarte?


Pruebas de la existencia del “Dios vivo”.

El orden, el poder y la complejidad de la creación, tanto macroscópica como microscópica, así como la relación de Dios con su pueblo a lo largo de la historia, prueban la realidad de la existencia de Dios. Al investigar lo que se podría llamar el “Libro de la creación divina”, los científicos aprenden mucho, y solo se puede aprender de un libro que sea producto de la preparación y el pensamiento inteligente del autor.

En contraste con los dioses inanimados de las naciones, a Jehová se le llama “el Dios vivo”. (Jer 10:10; 2Co 6:16.) En todas partes hay testimonio de su actividad y grandeza: “Los cielos están declarando la gloria de Dios; y de la obra de sus manos la expansión está informando”. (Sl 19:1.)

Los hombres no tienen ninguna razón o excusa válida para negar a Dios, ya que “lo que puede conocerse acerca de Dios está entre ellos manifiesto, porque Dios se lo ha puesto de manifiesto. Porque las cualidades invisibles de él se ven claramente desde la creación del mundo en adelante, porque se perciben por las cosas hechas, hasta su poder sempiterno y Divinidad, de modo que ellos son inexcusables”. (Ro 1:18-20.)

La Biblia dice que Jehová Dios vive desde tiempo indefinido hasta tiempo indefinido, para siempre (Sl 90:2, 4; Rev 10:6), que es el Rey de la eternidad, incorruptible, invisible y el único Dios verdadero. (1Ti 1:17.) No ha existido ningún dios antes que Él. (Isa 43:10, 11.)

Mucho antes de que se inventara la televisión, el salmista escribió: “No pondré enfrente de mis ojos ninguna cosa que no sirva para nada” (Salmo 101:3). Propongámonos lo mismo a la hora de elegir lo que vamos a ver.

La Biblia predijo que nuestros días se caracterizarían por el hecho de que los hombres serían “amadores de sí mismos, amadores del dinero, presumidos, altivos, blasfemos, desobedientes a los padres, desagradecidos, desleales, sin tener cariño natural, no dispuestos a ningún acuerdo, calumniadores, sin autodominio, feroces, sin amor del bien, traicioneros, testarudos, hinchados de orgullo, [y] amadores de placeres más bien que amadores de Dios”. Probablemente usted reconozca que muchos de los superhèroes son justo así. Por eso aconseja la Biblia: “De estos apártate” (2 Timoteo 3:1-5). Y también nos advierte: “No se extravíen. Las malas compañías echan a perder los hábitos útiles” (1 Corintios 15:33).

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