sábado, 10 de mayo de 2014

¿La pirotecnia funciona para espantar demonios? ¿ Puede agradar esto a Jehovà?


Como señaló el misionero jesuita Matteo Ricci, los fuegos artificiales formaban parte esencial de las celebraciones religiosas de Oriente. La revista Mecánica Popular explica que fueron inventados por “los chinos para espantar a los demonios en Año Nuevo y otras ceremonias”. Es de interés lo que indica Howard V. Harper en su libro Days and Customs of All Faiths (Días y costumbres de todas las confesiones): “Desde la más remota antigüedad pagana, la gente ha portado antorchas y construido hogueras para los grandes acontecimientos religiosos. Nada más natural que añadirles a las festividades el dinámico y espectacular colorido de la pirotecnia”.



Poco después de aceptarse en la cristiandad los fuegos artificiales, se concedió a los pirotécnicos una santa patrona. The Columbia Encyclopedia explica: “Dicen que el padre [de Bárbara] la encerró en una torre y luego la mató por ser cristiana. Como él murió fulminado por un rayo, santa Bárbara pasó a ser, por extensión, patrona de quienes fabrican y usan armas de fuego y pirotecnia”.



Son innumerables los rituales propios de la Noche de San Juan, que se conmemora la víspera del 24 de Junio, pero todos giran en torno a la glorificación del fuego. De hecho, este es el festival del fuego por excelencia. Para agradecer y al mismo tiempo para atraer la bendición del Sol sobre hombres, animales y campos, se encendían en esa noche grandes hogueras, tradición que ha perdurado hasta nuestros días. También se ha asociado esta festividad, desde siempre, con los rituales destinados a obtener pareja, o bien a conservar la que ya se tiene. En otras palabras, se la relaciona con la fertilidad y la fecundidad, amorosa y de todo tipo.



Los antiguos celtas llamaban Alban Heruin a este festival y su principal significado era el de celebrar el instante en el que el Sol se hallaba en su máximo esplendor, cuando duraba más tiempo en el cielo y mostraba su máximo poder a los hombres; y al mismo tiempo, el día en que empezaba a decrecer hasta llegar al Solsticio de Invierno. Entre los antecedentes paganos de esta festividad se encuentra la celebración celta del Beltaine ( “fuego de Bel”), que se realizaba el primero de mayo y era un festival anual en honor al dios Belenos. Los druidas hacían pasar el ganado entre las llamas para purificarlo y defenderlo contra las enfermedades y rogaban a los dioses que el año fuera fructífero y solían sacrificar algún animal, para que sus plegarias fueran mejor atendidas. Asimismo, las fiestas griegas dedicadas al dios Apolo (el Sol), se celebraban en el solsticio de verano, encendiéndose grandes hogueras de carácter purificador. Los romanos, por su parte, dedicaron también a la diosa de la guerra Minerva unas fiestas con fuegos y tenían la costumbre de saltar tres veces sobre las llamas.  Aún hay muchas aldeas en Japón que utilizan fuegos artificiales cada año para asustar a los malos espíritus, entre ellos los kappa



La brujerìa usa la pirotecnia para espantar demonios. Hay muchas técnicas para espantar demonios y fantasmas. No sólo para espantar malas energías sino para espantar fantasmas verdaderos y también demonios creados por brujos y magos negros. 






¿Qué sabe usted de la brujería?

Muchas personas piensan en supersticiones y fantasías, nada que deba tomarse en serio. Consideran que la brujería solo existe en el reino de la imaginación: viejas hechiceras con capucha que echan alas de murciélago en calderos en los que borbotea un brebaje, que convierten a las personas en ranas y que cruzan el cielo nocturno volando en sus escobas y lanzando agudas y malignas carcajadas. Para otras personas, la brujería no es motivo de risa.


Por ejemplo, un libro sobre religiones de África dice: “En la vida africana está muy arraigada la creencia en la función y los peligros de la magia maléfica, la hechicería y la brujería [...]. Las brujas y los hechiceros son las personas más odiadas de la comunidad. Todavía sucede que en algunos lugares el resto de la gente los mata a golpes”.



En cambio, en los países occidentales la brujería se ha puesto una máscara de respetabilidad. Los libros, la televisión y las películas han contribuido en buena medida a que se le tenga menos temor. David Davis, analista del mundo del espectáculo, hace esta observación: “De pronto, las brujas son más jóvenes y atractivas, mucho más atractivas. Hollywood tiene una pasmosa facilidad para reconocer lo que está de moda. [...] Al presentar a las brujas como más atractivas y agradables, atraen a una mayor audiencia, incluso mujeres y niños”. Hollywood sabe transformar una moda en un buen negocio.

Hay quienes dicen que la brujería se ha convertido en uno de los movimientos espirituales de más rápido crecimiento en Estados Unidos. En todo el mundo desarrollado, cada vez son más las personas que, estimuladas por los movimientos feministas y desilusionadas con las religiones mayoritarias, buscan realizarse espiritualmente en diversas formas de brujería. 

No obstante, algunas personas que confiesan ser brujas suelen identificarse con la wicca, término inglés que un diccionario define como “antigua religión pagana de la naturaleza que se originó en Europa occidental en tiempos precristianos y que ha experimentado un renacimiento en el siglo XX”.* Por consiguiente, muchos se denominan también paganos o neopaganos.

En una encuesta se preguntó a decenas de brujas cuál era el mensaje que más deseaban hacer llegar al público. La investigadora Margot Adler resumió su respuesta con estas palabras: “No somos malvadas. No adoramos al Diablo. No hacemos daño ni seducimos a la gente. No somos peligrosas. Somos personas normales como usted. Tenemos familia, trabajos, esperanzas y sueños. No somos una secta peligrosa. No somos misteriosas. [...] No hay por qué tenernos miedo. [...] Nos parecemos a usted más de lo que cree”.

Ese mensaje se acepta cada vez más. ¿Significa eso que no hay razón para preocuparse por la práctica de la brujería?

Otras brujas rinden culto a una diosa y un dios a la vez. Un escritor dice que a estos “se les considera una manifestación de las fuerzas femenina y masculina de la naturaleza. Cada uno de ellos [posee] características únicas que, combinadas, resultan en la creación armoniosa de la vida”. Otra experta en la materia escribe: “Una decisión de capital importancia en la brujería es la elección de las deidades (dioses/diosas) con las que relacionarse. [...] La brujería te da la libertad de escoger y posteriormente honrar a tus propias divinidades”.

La Biblia no respalda ninguna de estas ideas. Jesucristo dedicó todo su ministerio a enseñar al prójimo acerca de Jehová, “el único Dios verdadero” (Juan 17:3). La Biblia asevera: “Jehová es grande y ha de ser alabado en gran manera, y se le ha de temer más que a todos los demás dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son dioses que nada valen” (1 Crónicas 16:25, 26).


La Biblia confirma la existencia del Diablo y le responsabiliza de gran parte del sufrimiento y la agitación que hay en la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 12:12). Jesús no solo enseñó que el Diablo existe, sino también indicó que es posible hacer inconscientemente su voluntad. Por ejemplo, los guías religiosos farisaicos del siglo primero aseguraban que eran, en un sentido, hijos de Dios, y creían que hacían Su voluntad. Pero Jesús, que podía percibir lo que tenían en el corazón, no pensaba igual. Les dijo francamente: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre” (Juan 8:44). Además, el libro bíblico de Revelación dice que el Diablo “está extraviando a toda la tierra habitada” (Revelación 12:9).



La Biblia no hace ninguna distinción entre magia benéfica y maléfica. En la Ley dada a Moisés, Dios dejó muy clara su posición. Dijo: “No deben practicar la magia” (Levítico 19:26). También leemos: “No debería hallarse en ti [...] practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista” (Deuteronomio 18:10, 11).

¿Por qué se expresó así Dios? No porque pretenda negarnos algo beneficioso. Jehová dio estas leyes a su pueblo debido a que lo amaba y no quería que se esclavizara al temor y la superstición. Invita a sus siervos a pedirle a él lo que necesiten. Es el Dador de “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Santiago 1:17). El apóstol Juan aseguró a sus hermanos en la fe: “Cualquier cosa que le pedimos la recibimos de [Dios], porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos” (1 Juan 3:22).

En tiempos bíblicos, la posesión demoníaca afligía a las personas de diversos modos. Algunos de los afectados no podían hablar, otros estaban ciegos, otros actuaban como locos y los había que tenían una fuerza sobrehumana (Mateo 9:32; 12:22; 17:15, 18; Marcos 5:2-5; Lucas 8:29; 9:42; 11:14; Hechos 19:16). En ocasiones, el sufrimiento era mayor cuando muchos demonios poseían a la vez a una misma persona (Lucas 8:2, 30). Está claro, por tanto, que Jehová tiene buenas razones para advertir a su pueblo que no tenga nada que ver ni con la brujería ni con otras prácticas ocultas.

El mundo de las religiones se ha convertido en un mercado en el que las personas tienen la libertad de escoger la que mejor encaje con sus necesidades, como elegirían un par de zapatos. Pero Jesús solo habló de dos opciones posibles. Dijo: “Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13, 14). Naturalmente, somos libres de escoger el camino por el que deseamos andar. Pero como lo que está en juego es nuestro bienestar eterno, esa elección es de importancia fundamental. Para conseguir iluminación espiritual, debemos andar por el camino de la verdad, el camino que solo se encuentra en la Palabra de Dios, la Biblia.

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