jueves, 10 de julio de 2014

¿ Cómo reconocemos a Baal en nuestros días ?

¿Por qué era tan malo el culto a Baal en tiempos de Elías? Porque había extraviado a la nación, alejándola del Dios verdadero. Además, era una religión asquerosa y brutal, con sus prostitutos y prostitutas de templo, sus orgías sexuales y sus sacrificios de niños. Por eso, Jehová había enviado a Elías ante Acab para anunciarle una sequía que duraría hasta que el profeta de Dios decretara su fin (1 Reyes 17:1). Pasaron algunos años antes de que Elías volviera a presentarse ante el rey, esta vez para decirle que reuniera al pueblo y a los profetas de Baal en el monte Carmelo.

Pero ¿qué tiene que ver esta disputa con nosotros? Tal vez algunos piensen que una historia sobre el culto a Baal carece de importancia hoy día, pues ya no existen templos ni altares a ese dios. Sin embargo, no se trata de un simple relato histórico (Romanos 15:4). La palabra baal significa “dueño” o “amo”, y Jehová pedía a su pueblo que lo escogiera a él como su “baal”, como su “dueño marital” (Isaías 54:5). ¿No le parece que la gente todavía sirve a una gran variedad de amos en lugar de al Dios todopoderoso? 

 Hoy día, muchas personas cometen un error parecido al permitir que otros “baales” entren en su vida y las vayan apartando de la adoración a Dios. 

En efecto, las personas escogen y adoran a un amo distinto de Jehová cuando ponen su vida al servicio del dinero, la profesión, las diversiones, los placeres sexuales o cualquier otro de los innumerables “dioses” que hoy existen (Mateo 6:24; Romanos 6:16). En cierto sentido, los aspectos más distintivos del culto a Baal están cada vez más extendidos. En cualquier caso, aquella confrontación entre Jehová y Baal puede servirnos para decidir a quién serviremos.

Nosotros no vivimos en una época de milagros. Sin embargo, puesto que Jehová no ha cambiado, podemos confiar en él tal como lo hizo Elías. Por ejemplo, cuando otros están en desacuerdo con lo que la Biblia afirma, no hay por qué temer que expresen sus ideas. Al igual que Elías, dejemos que sea el Dios verdadero quien zanje la cuestión. ¿De qué manera? Apoyándonos en su Palabra inspirada, que fue escrita “para rectificar las cosas”, en vez de confiar en nosotros mismos (2 Timoteo 3:16).

El cristiano verdadero debe demostrar por su modo de vivir que tiene fe (Juan 3:16). Y para ello hace bien en imitar al fiel Elías. Él adoró únicamente a Jehová e instó a los demás a hacer lo mismo. Con valentía, puso al descubierto el fraude que había tras una religión que Satanás había utilizado para alejar a la gente de Jehová. Además, confió en Dios para zanjar una importante cuestión, en vez de confiar en sí mismo. Está claro que Elías fue un fiel defensor de la adoración pura. Por lo tanto, ¡imitemos su gran ejemplo de fe!



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