jueves, 10 de julio de 2014

La belleza no lo es todo

Tal como indica la Biblia con razón, la belleza no lo es todo. Si la persona no cultiva cualidades como la sabiduría y la humildad, será fácil que se vuelva presumida y orgullosa (lea Proverbios 11:22).


De igual manera, no está mal que nos preocupemos por nuestra apariencia. Sin embargo, no hay que tratar de eliminar a toda costa los signos de envejecimiento, que en realidad pueden reflejar madurez, dignidad y belleza interior. Por ejemplo, la Biblia dice que “la canicie es corona de hermosura cuando se halla en el camino de la justicia” (Prov. 16:31). Para Jehová es mucho más importante lo que somos por dentro, y para nosotros también debería ser así (lea 1 Pedro 3:3, 4). ¿Es prudente, entonces, someterse a operaciones o tratamientos arriesgados tan solo para lucir más atractivos? Sin importar la edad o el estado físico, “el gozo de Jehová” nos hace realmente bellos (Neh. 8:10).

¿ Para estar bellos necesitamos más dinero ?

El dinero no es malo, como tampoco lo es tratar de ganarlo honradamente (Ecl. 7:12; Luc. 19:12, 13). No obstante, “el amor al dinero” nos aleja de Jehová (1 Tim. 6:9, 10). “La inquietud de este sistema”, es decir, la preocupación excesiva por tener lo necesario para vivir, puede ahogar nuestra espiritualidad. Lo mismo sucede con “el poder engañoso de las riquezas”, o la creencia equivocada de que estas traen felicidad y seguridad duraderas (Mat. 13:22). Jesús dejó claro que nadie puede servir bien a Dios y a las riquezas (Mat. 6:24).
Un punto de vista erróneo en cuanto al dinero podría meternos en problemas (Prov. 28:20). El deseo de ganar dinero rápido y fácil ha llevado a algunos a comprar billetes de lotería o a participar en sistemas de ventas multinivel, incluso envolviendo a otros miembros de la congregación. Y algunos han invertido en ciertos negocios porque se han creído la promesa de que iban a recibir grandes beneficios. No permita que la avaricia lo convierta en víctima de un fraude. Tenga sentido común: si una oferta parece demasiado buena para ser cierta, probablemente es falsa.
Si ponemos en primer lugar “el reino y la justicia de Dios”, él bendecirá los esfuerzos que con equilibrio hacemos para cubrir nuestras necesidades básicas (Mat. 6:33; Efes. 4:28). Ahora bien, Jehová no desea que al asistir a las reuniones sigamos pensando en el dinero o que estemos muy cansados por culpa del exceso de trabajo. En el mundo, mucha gente opina que la única manera de disfrutar de un futuro seguro y tranquilo es dedicarse a ganar dinero. Hasta presionan a sus hijos para que tengan las mismas metas materialistas. Pero Jesús enseñó que esta forma de pensar no es razonable (lea Lucas12:15-21). No seamos como Guehazí, quien creyó que podía satisfacer su ambición y aun así conservar su amistad con Jehová (2 Rey. 5:20-27).


“Vestir unos vaqueros o cualquier otra prenda de marca puede hacer que una persona insegura pase del extremo de sentir que no vale nada al extremo de pensar: ‘Yo soy alguien, y si no me crees, mira la etiqueta de mis pantalones’.” (Chaytor D. Mason, psicólogo)


A fin de obtener la admiración de los demás, algunos presumen de su ropa de marca o de cualquier otra cosa que esté de moda. Un artículo del periódico argentino La Nacióndice que en un país asiático “existe la necesidad de ostentar la riqueza acumulada. Automóviles, joyas, colegios en el exterior y hasta ropa de diseñador para mascotas, todo lo que pueda dar estatus es consumido copiosamente”.

Claro está, no hay nada de malo en disfrutar lo que uno se ha ganado con el sudor de su frente. La Biblia misma afirma: “Que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios” (Eclesiastés 3:13). Pero ¿es prudente ser ostentoso, presumir de lo que uno posee? ¿Qué dice la Biblia?

“Al rico le llueven las amistades”

Cuando una persona que tiene dinero —o finge tenerlo— presume de sus posesiones, ¿a qué clase de amigos atrae? El siguiente proverbio bíblico, que pinta un cuadro muy acertado de la naturaleza humana, nos da una pista: “El pobre no tiene de amigo ni al vecino, pero al rico le llueven las amistades” (Proverbios 14:20La Palabra de Dios paraTodos).

Fíjese en lo que esto implica: “las amistades” que le llueven al rico en realidad no son amigos suyos, sino de su dinero. Son “amigos” solo por conveniencia, y sus halagos son falsos. La Biblia da a entender que las adulaciones son “una apariencia fingida”, es decir, una máscara que esconde un espíritu codicioso (1 Tesalonicenses 2:5).

Así que es bueno preguntarse: “¿Qué tipo de amistades prefiero? ¿Amigos que me quieran por lo que tengo, o amigos que me quieran por lo que soy?”. La Biblia indica que nuestra conducta influye en la clase de amigos que atraemos.

“La sabiduría está con los modestos”

Presumir de las cosas que uno posee crea otro problema, como lo demuestra el relato bíblico de Ezequías, un rey que vivió en la antigua ciudad de Jerusalén. En una ocasión mostró a ciertos dignatarios babilonios “todo cuanto se hallaba en sus tesoros”. Es muy probable que su inmensa riqueza impresionara a los visitantes. Pero puede que también haya despertado su codicia. Una vez que partieron, un profeta de Dios llamado Isaías le dijo con valor al rey: “Todo lo que hay en tu propia casa [...] será llevado a Babilonia. No quedará nada”. Y eso es justo lo que pasó años más tarde. Los babilonios regresaron y saquearon las riquezas que habían pertenecido a la familia de Ezequías (2 Reyes 20:12-17; 24:12, 13).

Hoy sucede algo parecido; muchos que exhiben sus posesiones se arriesgan a perderlas, al menos en parte. Un informe sobre la delincuencia y la seguridad en México declara: “Las muestras ostentosas de riqueza son un imán para los ladrones en la ciudad de México. El que lleva joyas o relojes caros, o usa grandes cantidades de dinero en efectivo se convierte en un blanco apetitoso”. Es mucho mejor seguir el consejo bíblico de no andar presumiendo de lo que uno posee (Jeremías 9:23). Como asegura Proverbios 11:2: “La sabiduría está con los modestos”.

Fíjese en las buenas cualidades de los demás

Quien es modesto y humilde no busca ser el centro de atención ni acaparar las miradas; más bien se concentra en las cualidades y virtudes de los demás. Filipenses 2:3dice: “No sean egoístas; no traten de impresionar a nadie. Sean humildes, es decir, considerando a los demás como mejores que ustedes” (Nueva Traducción Viviente).Gálatas 5:26 aconseja: “No nos hagamos egotistas [vanidosos, Reina-ValeraActualizada], promoviendo competencias unos con otros, envidiándonos unos a otros”.

A los estudiantes de la Biblia no les sorprende que la sociedad actual no fomente la modestia. ¿Por qué? Porque la Biblia predijo que en “los últimos días”, los hombres serían “amantes del dinero, orgullosos, soberbios” y “engreídos” (2 Timoteo 3:1-5Hermanos Menores Capuchinos). En un ambiente así, el que disfruta exhibiendo sus posesiones se siente como pez en el agua. Sin embargo, Dios pide al que le sirve: “Apártate de ellos”. Obviamente, no desea que nos contagiemos.



Por qué es difícil ser humildes

Si usted está luchando por ser humilde, no es el único.  “Pese a todas las exhortaciones de las Escrituras, la naturaleza humana es tan perversa que parece que los seguidores del Señor hallan más dificultades, más obstáculos, en este asunto que en cualquier otro”. Estas palabras de una Atalaya de 1920 destacan una de las razones por las que cultivar la humildad supone una lucha para los cristianos verdaderos, y es que nuestra naturaleza humana pecaminosa anhela recibir gloria excesiva. Esto se debe a que descendemos de una pareja pecadora, Adán y Eva, quienes cedieron a deseos egoístas (Romanos 5:12).



Otro obstáculo que nos dificulta ser humildes es que estamos rodeados de un mundo que anima a las personas a esforzarse por ser superiores a los demás. Entre sus metas más comunes figura la de satisfacer a toda costa “el deseo de la carne [pecaminosa] y el deseo de los ojos y la exhibición ostentosa del medio de vida de uno” (1 Juan 2:16). Los discípulos de Jesús no debemos dejar que estos deseos mundanos nos dominen; más bien, hemos de mantener el ojo sencillo y concentrarnos en cumplir la voluntad de Dios (Mateo 6:22-24, 31-33; 1 Juan 2:17).

Una tercera razón por la que se hace difícil cultivar y demostrar humildad es que el Diablo, quien dio origen a la altanería, gobierna este mundo (2 Corintios 4:4; 1 Timoteo 3:6). Satanás quiere que otros adopten sus características malvadas. Por ejemplo, procuró que Jesús lo adorara a cambio de “todos los reinos del mundo y su gloria”. Pero él, humilde en todo momento, rechazó de plano la oferta (Mateo 4:8, 10). De igual manera, Satanás tienta a los cristianos a buscar gloria para sí; no obstante, tenemos que ser humildes y esmerarnos por seguir el ejemplo de Jesús al dirigir a Dios toda la alabanza y la honra (Marcos 10:17, 18).

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