viernes, 18 de julio de 2014

Los seguidores de Nemrod en nuestros días

Poco tiempo después del Diluvio se hizo popular este dicho: “Como Nemrod, poderoso cazador en oposición a Jehová” (Gén. 10:9). Puesto que Nemrod era un enemigo de Jehová, en realidad adoraba a Satanás, igual que los enemigos de Jesús, a quienes él dijo: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre. Ese [...] no permaneció firme en la verdad” (Juan 8:44).




Nemrod controlaba Babel y otras ciudades situadas entre los ríos Tigris y Éufrates (Gén. 10:10). Posiblemente, él dirigió la construcción de Babel y su torre alrededor del año 2269 antes de nuestra era. Con el claro objetivo de ir en contra del propósito de Jehová —que la humanidad se extendiera por toda la Tierra—, los edificadores decían: “¡Vamos! Edifiquémonos una ciudad y también una torre con su cúspide en los cielos, y hagámonos un nombre célebre, por temor de que seamos esparcidos por toda la superficie de la tierra”. Pero ese acto de rebelión no tuvo éxito porque “allí había confundido Jehová el lenguaje” de la gente, y los que pretendían construir la torre fueron “esparcidos por toda la superficie de la tierra” (Gén. 11:1-4, 8, 9). Si lo que Satanás quería era crear una religión para que todos lo adoraran a él, su plan fue un auténtico fracaso. A lo largo de la historia, la adoración a Jehová ha salido vencedora, y en nuestros días sigue aumentando más y más.


En el siguiente artículo puedes ver las "Nuevas Torres de Babel", hoy llamadas rascacielos:

http://www.puntogeek.com/2010/08/03/6-nuevos-rascacielos-modernos-bajo-construccion/

Puede que las cosas altas y encumbradas —como estatuas, obeliscos, torres o rascacielos— logren impresionar a los seres humanos, pero no así a Dios. El salmista cantó: “Jehová es alto, y, no obstante, al humilde lo ve; pero al altanero lo conoce solo de distancia” (Salmo 138:6). De hecho, “lo que entre los hombres es encumbrado, cosa repugnante es a la vista de Dios” (Lucas 16:15). Es mejor dejarnos “llevar con las cosas humildes” que tener “la mente puesta en cosas encumbradas” (Romanos 12:16).

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