domingo, 15 de junio de 2014

¿Vemos a “Aquel que es invisible”?

1. Israelitas salpicando con sangre la entrada de una puerta. 2. Moisés mirando atentamente como si viera a Aquel que es invisible. 3. Una madre egipcia sosteniendo a su hijo muerto

“Continuó constante como si viera a Aquel que es invisible.” (HEB. 11:27)

EL FARAÓN era un poderoso gobernante. Los egipcios lo consideraban un dios. Según cierta obra, creían que “superaba en sabiduría y fuerza a todo otro ser” (When EgyptRuled the East [Cuando Egipto gobernaba el Este]). Para que sus súbditos le temieran, llevaba una corona con la figura de una cobra lista para atacar: una advertencia de que los enemigos del rey serían aniquilados rápidamente. Podemos imaginar cómo se sintió Moisés cuando Jehová le dijo: “Déjame enviarte a Faraón, y saca tú de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel” (Éx. 3:10).
2 Moisés fue a Egipto, proclamó el mensaje divino y, como era de esperar, provocó la ira del faraón. Después de que nueve plagas golpearon el país, este le advirtió: “No trates de volver a ver mi rostro, porque en el día que veas mi rostro morirás” (Éx. 10:28). Antes de salir de su presencia, Moisés profetizó que el primogénito del rey moriría (Éx. 11:4-8). Finalmente, Moisés mandó a todas las familias israelitas que degollaran una cabra o un carnero —animal sagrado para los devotos del dios egipcio Ra— y salpicaran con su sangre la entrada de sus casas (Éx. 12:5-7). Moisés no tuvo miedo de la reacción del faraón. ¿Por qué no? La Biblia responde que obedeció a Jehová con fe, “sin temer la cólera del rey, porque continuó constante como si viera a Aquel que es invisible” (leaHebreos 11:27, 28).
3 ¿Es nuestra fe tan fuerte que es como si viéramos a Dios? (Mat. 5:8.) Para agudizar nuestra visión espiritual y ver a “Aquel que es invisible”, volvamos al ejemplo de Moisés. ¿Cómo lo protegió la fe del temor al hombre? ¿Cómo demostró su fe en las promesas de Dios? Y cuando él y su pueblo estuvieron en peligro, ¿cómo lo sostuvo ver a “Aquel que es invisible”?
NO TEMIÓ “LA CÓLERA DEL REY”
4 Desde un punto de vista humano, Moisés no era rival para el faraón. Su vida, su bienestar y su futuro parecían estar en manos de aquel poderoso gobernante. De hecho, Moisés mismo le había preguntado a Jehová: “¿Quién soy yo para que vaya a Faraón y para que tenga que sacar a los hijos de Israel de Egipto?” (Éx. 3:11). Por eso, quizás pensara: “¿Será prudente que vuelva a Egipto y me arriesgue a enojar al faraón?”. Al fin y al cabo, unos cuarenta años antes había tenido que huir de allí.
5 Antes de que Moisés regresara a Egipto, Dios le enseñó un principio esencial, una verdad que el propio Moisés registró posteriormente en el libro de Job: “El temor de Jehová... eso es sabiduría” (Job 28:28). A fin de ayudarle a adquirir ese temor y actuar sabiamente, Jehová le hizo ver la gran diferencia que existe entre los seres humanos y él mismo, el Dios todopoderoso. Le preguntó: “¿Quién asignó boca al hombre o quién asigna al mudo o al sordo o al de vista perspicaz o al ciego? ¿No soy yo, Jehová?” (Éx. 4:11).
6 ¿Cuál era la lección? Moisés no tenía que sentir miedo. Era Jehová quien lo había enviado, y él le daría lo necesario para llevar su mensaje. Además, el faraón no era rival para el Todopoderoso. A fin de cuentas, no era la primera vez que los siervos de Dios habían estado en peligro bajo el dominio egipcio. Puede que Moisés meditara en cómo Jehová había protegido a Abrahán, a José y hasta a él mismo en los reinados de faraones anteriores (Gén. 12:17-19; 41:14, 39-41; Éx. 1:22–2:10). Como veía a “Aquel que es invisible”, se presentó con valor ante el faraón y proclamó hasta la última de las palabras que debía proclamar.
7 Igualmente, la fe en Jehová protegió a una hermana llamada Ella de caer en la trampa del temor al hombre. En 1949 fue arrestada en Estonia por la KGB, le quitaron toda la ropa y quedó expuesta a las miradas lascivas de policías jóvenes. “Me sentí humillada —relata—, pero le oré a Jehová y eso me trajo paz y tranquilidad mental.” Luego la pusieron en aislamiento durante tres días. “Los agentes me dijeron a gritos: ‘¡Haremos que en Estonia no quede ni el recuerdo del nombre Jehová! ¡Tú irás a un campo y otros irán a Siberia!’. Entonces agregaron en son de burla: ‘¿Dónde está tu Jehová?’.” ¿Confiaría nuestra hermana en Jehová, o cedería al temor al hombre? Cuando aquellos burlones la interrogaron, les dijo sin miedo: “He pensado mucho en este asunto, y preferiría vivir en la cárcel y mantener intacta mi relación con Dios a estar libre y perder su aprobación”. Para ella, Jehová era tan real como los hombres que tenía enfrente. Gracias a su fe, se mantuvo leal.
8 La fe en Jehová nos ayudará a vencer nuestros temores. Si poderosos agentes del gobierno intentaran impedirnos adorar a Dios, podría parecer que nuestra vida, bienestar y futuro están en manos de esas personas. Es posible que hasta nos preguntáramos: “¿Será prudente seguir sirviendo a Jehová y enojar a las autoridades?”. Pero recordemos: el antídoto para el temor al hombre es la fe en Dios (lea Proverbios 29:25). Jehová nos hace razonar con estas palabras: “¿Quién eres tú para que tengas miedo a un hombre mortal que ha de morir, y a un hijo de la humanidad que [se marchitará] como simple hierba verde?” (Is. 51:12, 13).
9 Centremos la mente en nuestro Padre, el Todopoderoso. Él ve a quienes sufren bajo gobernantes injustos, se compadece de ellos y actúa en su favor (Éx. 3:7-10). Aun si tuviéramos que defender nuestra fe ante funcionarios de alto rango, tengamos presente lo que dijo Jesús: “No se inquieten acerca de cómo o qué han de hablar; porque en aquella hora se les dará lo que han de hablar” (Mat. 10:18-20). Ningún gobernante ni funcionario humano es rival para Jehová. Si ahora fortalecemos nuestra fe, llegaremos a ver a Jehová como una Persona real que anhela ayudarnos.
TUVO FE EN LAS PROMESAS DE DIOS
10 En el mes de nisán del año 1513 antes de nuestra era, Jehová les dijo a Moisés y Aarón que transmitieran a los israelitas estas instrucciones un tanto extrañas: elegir un carnero o una cabra sanos, degollar al animal y salpicar con su sangre la entrada de sus casas (Éx. 12:3-7). El apóstol Pablo escribió más tarde sobre Moisés: “Por fe [celebró] la pascua y la salpicadura de la sangre, para que el destructor no tocara a los primogénitos” de Israel (Heb. 11:28). Moisés sabía que Jehová cumple lo que promete, así que tuvo fe en que ejecutaría a los primogénitos de Egipto.
11 Al parecer, los hijos de Moisés estaban en Madián, lejos y a salvo (Éx. 18:1-6). Aun así, para que los demás israelitas salvaran a sus hijos primogénitos del “destructor”, él les transmitió obedientemente las instrucciones divinas.* Había vidas en juego, y Moisés amaba a su prójimo. La Biblia dice que “en seguida llamó Moisés a todos los ancianos de Israel y les dijo: ‘Saquen [...] y degüellen la víctima pascual’” (Éx. 12:21).
12 Con la guía de los ángeles, el pueblo de Jehová está llevando a la gente este importante mensaje: “Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora del juicio por él, de modo que adoren al que hizo el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas” (Rev. 14:7). Ahora es el momento de declarar ese mensaje. Tenemos que advertir a las personas que deben salir de Babilonia la Grande “si no quieren recibir parte de sus plagas” (Rev. 18:4). Los ungidos, ayudados por las “otras ovejas”, ruegan a quienes están alejados del Creador: “Reconcíliense con Dios” (Juan 10:16; 2 Cor. 5:20).
Una testigo de Jehová se imagina a los ángeles sujetando los vientos de la destrucción mientras se prepara para predicar
La fe en las promesas de Jehová alimentará nuestro deseo de predicar las buenas nuevas (Vea el párrafo 13)
13 Estamos convencidos de que “la hora del juicio” ha llegado y de que nuestra labor de predicar y hacer discípulos es todo lo urgente que Jehová declara que es. En una visión, el apóstol Juan contempló “cuatro ángeles de pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, reteniendo los cuatro vientos de la tierra” (Rev. 7:1). ¿Vemos con los ojos de la fe a estos ángeles a punto de soltar sobre este mundo los vientos destructivos de la gran tribulación? Eso nos impulsará a predicar las buenas nuevas con convicción.
14 Los cristianos verdaderos ya somos amigos de Jehová y abrigamos la esperanza de vivir para siempre. Sin embargo, reconocemos que es nuestra responsabilidad “advertir al inicuo [que se vuelva] de su camino inicuo para conservarlo vivo” (lea Ezequiel 3:17-19). Por supuesto, no predicamos simplemente para no tener culpa de sangre, sino porque amamos a Jehová y amamos al prójimo. En su parábola del buen samaritano, Jesús ilustró lo que el amor y la misericordia significan. Podríamos preguntarnos: “Como el buen samaritano, ¿me compadezco de la gente? ¿Me impulsa esa compasión a predicar?”. No queremos ser como el sacerdote y el levita de la parábola, poniendo excusas y pasando “por el otro lado” (Luc. 10:25-37). La fe en las promesas de Dios y el amor al semejante nos motivarán a participar cuanto podamos en la predicación antes de que el tiempo se agote.
“PASARON POR EL MAR ROJO”
15 La fe de Moisés en “Aquel que es invisible” lo ayudó cuando los israelitas se hallaron en peligro después de abandonar Egipto. La Biblia relata: “Los hijos de Israel empezaron a alzar los ojos, y aquí venían los egipcios marchando tras ellos; y a los hijos de Israel les dio mucho miedo, y empezaron a clamar a Jehová” (Éx. 14:10-12). Aquello no debería haberlos tomado por sorpresa. ¿Por qué no? Porque Jehová había anunciado: “Dejaré que se haga obstinado el corazón de Faraón, y él ciertamente correrá tras ellos, y yo me conseguiré gloria por medio de Faraón y de todas sus fuerzas militares; y los egipcios ciertamente sabrán que yo soy Jehová” (Éx. 14:4). Sin embargo, los israelitas solo vieron lo que tenían ante sus ojos. Delante de ellos estaba el mar Rojo, imposible de cruzar, y detrás, los veloces carros de guerra del faraón. ¡Y quien los dirigía era un pastor de 80 años! Se sintieron atrapados.
16 Pero Moisés no tuvo miedo. Los ojos de la fe le permitían ver algo mucho más poderoso que un mar o un ejército. Podía ver “la salvación de Jehová”, sabía que su Dios combatiría por ellos (lea Éxodo 14:13, 14). Y su fe motivó al pueblo. “Por fe pasaron por el mar Rojo como en tierra seca —dice la Biblia—, pero los egipcios, al aventurarse sobre ella, fueron tragados.” (Heb. 11:29.) Entonces, “el pueblo empezó a temer a Jehová y a poner fe en Jehová y en Moisés su siervo” (Éx. 14:31).
17 Dentro de poco, nuestras vidas también parecerán estar en peligro. Para el tiempo de la culminación de la gran tribulación, los gobiernos humanos habrán arrasado y borrado del mapa a organizaciones religiosas mucho más grandes y poderosas que la nuestra (Rev. 17:16). En una profecía, Jehová compara nuestra situación a la de una “tierra [...] sin muro”, desprotegida, que no tiene “barra y puertas” (Ezeq. 38:10-12, 14-16). Desde un punto de vista humano, no tendremos escapatoria. ¿Cómo vamos a reaccionar?
18 No hay razón para tener miedo. ¿Por qué no? Porque Jehová ha predicho que sus siervos serán atacados, pero también que él los protegerá: “En aquel día, el día en que Gog venga sobre el suelo de Israel, tiene que ocurrir —es la expresión del Señor Soberano Jehová— que mi furia subirá a mi nariz. Y en mi ardor, en el fuego de mi furor, tendré que hablar” (Ezeq. 38:18-23). Todos los que quieran hacerle daño a su pueblo serán destruidos. La fe en que Jehová nos protegerá durante su día “grande e inspirador de temor” nos permitirá “[ver] la salvación de Jehová” y así mantenernos leales (Joel 2:31, 32).
19 ¡Se acercan acontecimientos emocionantes! Por eso, sigamos firmes como si viéramos a “Aquel que es invisible”. Estudiemos y oremos regularmente para ser cada día más amigos de Jehová. Moisés disfrutaba de una amistad tan estrecha con Dios y fue utilizado por él de una manera tan poderosa que la Biblia dice que Jehová lo conocía “cara a cara” (Deut. 34:10). Igual que este profeta extraordinario, si tenemos fe nos sentiremos tan cerca de Jehová que será como si lo viéramos. La Biblia nos anima a tomar en cuenta a Jehová “en todos [nuestros] caminos”, pues entonces él “hará derechas [nuestras] sendas” (Prov. 3:6).
[Nota]
Todo indica que Jehová envió ángeles para ejecutar su sentencia contra los egipcios (Sal. 78:49-51).

Si deseas conocer mejor a nuestro Dios lea las siguientes publicaciones:
http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1203219

No hay comentarios.:

Publicar un comentario