miércoles, 11 de junio de 2014

Cómo el Diablo sigue usando a la mujer

Eva desobedece
No hay duda alguna de que Adán informó inmediatamente a Eva de la única prohibición que Jehová les había impuesto: podrían comer del fruto de todos los árboles de su hogar paradisíaco a excepción de uno, el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. No debían comer de él; en caso de que desobedecieran, en aquel día morirían (Génesis 2:16, 17).



No tardó en plantearse una cuestión en cuanto al fruto prohibido. Una serpiente, que un espíritu invisible utilizaba como portavoz, se acercó a Eva y le hizo una pregunta en apariencia inocente: “¿Es realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben comer de todo árbol del jardín?”. La mujer le contestó que les estaba permitido comer del fruto de todos los árboles, excepto uno. Fue entonces cuando la serpiente contradijo a Dios al replicar: “Positivamente no morirán. Porque Dios sabe que en el mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”. Eva comenzó a mirar el árbol prohibido con otros ojos. “El árbol era bueno para alimento, y [...] a los ojos era algo que anhelar.” Totalmente engañada, desobedeció la ley de Dios (Génesis 3:1-6; 1 Timoteo 2:14).
¿Era inevitable el pecado de Eva? De ninguna manera. Pongámonos en su lugar. La alegación de la serpiente distorsionaba por completo lo que tanto Dios como Adán habían dicho. ¿Cómo nos sentiríamos si a un ser amado en quien confiamos, un desconocido lo acusara de habernos mentido? La reacción de Eva debería haber sido diferente: hubiera debido indignarse o incluso negarse a seguir escuchando. Al fin y al cabo, ¿quién era la serpiente para cuestionar la justicia de Dios y la palabra de su esposo? Por respeto al principio de jefatura, Eva debería haber consultado con Adán antes de tomar cualquier decisión. Nosotros tendríamos que responder de una manera similar si nos encontráramos con información contraria a las instrucciones divinas. Sin embargo, Eva confió en las palabras del Tentador y deseó ser su propio juez en cuanto a lo que era bueno y lo que era malo. Cuantas más vueltas le daba a la idea, más atractiva le parecía. Sin duda, fue un grave error albergar un deseo incorrecto en lugar de descartarlo de su mente o hablar de ello con el cabeza de la familia (1 Corintios 11:3; Santiago 1:14, 15).
Adán escucha la voz de su esposa
Pronto Eva indujo a Adán a participar en su pecado. ¿Cómo podríamos explicar su consentimiento tan falto de resistencia? (Génesis 3:6, 17.) Adán se vio ante un conflicto de lealtades. ¿Obedecería a su Creador, quien le había dado todo, incluso a Eva, su querida compañera? ¿Acudiría a su Padre en busca de guía en cuanto a lo que debería hacer? ¿O seguiría el mismo proceder que su esposa? Él estaba perfectamente al tanto de que las expectativas que Eva abrigaba respecto a comer el fruto prohibido eran falsas. El apóstol Pablo escribió bajo inspiración: “Adán no fue engañado, sino que la mujer fue cabalmente engañada y llegó a estar en transgresión” (1 Timoteo 2:14). Por lo tanto, el primer hombre optó de manera deliberada por desobedecer a Jehová. Por lo visto, el temor a verse separado de su esposa fue mayor que su fe en la capacidad divina para remediar la situación.
La conducta de Adán fue suicida. Además, supuso el asesinato de toda la prole que Jehová misericordiosamente le permitió engendrar, puesto que toda ella nació bajo la condena a muerte que acarrea el pecado (Romanos 5:12). Fue, sin duda, un alto precio por tal desobediencia egoísta.
Las consecuencias del pecado
El efecto inmediato del pecado fue un sentimiento de vergüenza. En lugar de acudir con alegría a hablar con Jehová, la pareja se escondió (Génesis 3:8). Su amistad con Dios se había hecho añicos. Cuando se les interrogó sobre su conducta, no mostraron remordimiento alguno, aunque eran conscientes de que habían infringido la ley de Dios. Al comer el fruto prohibido, rechazaron la bondad divina.

          ¿ Cómo el Diablo sigue usando a la mujer para lograr su propòsito ?



“Ahorrar es aburrido —dicen muchas—. Comprar ropa, aparatos electrónicos y otras cosas, eso sí es divertido.” 

Antes de comprar un artículo costoso, determine si de verdad lo necesita. No compre por impulso. También ahorrará dinero si no se empeña en comprar marcas populares. tenga en cuenta que normalmente sale más barato comprar los ingredientes y cocinar en casa que salir a comer. Si tiene hijos en edad escolar, ¿por qué no les enseña a preparar sándwiches en vez de darles dinero para que se compren algo? Y en lugar de tomar bebidas caras, beba agua. Es mucho más saludable para usted y su bolsillo. Hasta no hace mucho tiempo, las familias tenían su huerto. ¿Ha pensado en cultivar algunos de sus propios alimentos? Muchas personas, aun las que viven en apartamentos o casas pequeñas, destinan un espacio para dicho fin. Le sorprenderá cuánto se puede plantar en un pedacito de tierra.
Unas cuantas sugerencias más. Si necesita un teléfono celular, ¿podría usarlo solo para emergencias y comprar por adelantado una cantidad fija de minutos? O si tiene una máquina secadora, ¿ha pensado en reducir su uso? Tal vez pueda tender la ropa, o por lo menos algunas prendas. También puede limitar el uso de los acondicionadores de aire y la calefacción. Antes de encenderlos, pregúntese: “¿Es tan extrema realmente la temperatura?”. Pregunte también a otros qué hacen ellos para ahorrar electricidad.
Controle sus hábitos de gasto. Esto es particularmente importante.
¿Lo ha seducido la publicidad? Danny, un padre de familia de Suecia, confiesa que se dejó entrampar. Tenía un buen negocio, pero tuvo que venderlo para saldar sus deudas de tarjeta de crédito. Aprendió la lección y ahora controla su dinero. “¡Cuidado con la codicia! —aconseja—. Confórmese con lo que tenga.”
Actúe con modestia, ajústese a su capacidad real de compra y tome decisiones bien pensadas. Gastar a manos llenas puede volverse una adicción y costarle muchas lágrimas. Por lo tanto, gaste con cautela y prudencia. Así vivirá más feliz.

Tres cosas que el dinero no puede comprar
AUNQUE se vean ante el peligro de perder el empleo, la casa y hasta la pensión, muchas personas siguen obsesionadas con tener todo lo que el dinero puede comprar. ¡Qué ironía!
Esa actitud las convierte en blanco fácil de las atractivas campañas publicitarias que quieren convencernos de que necesitamos una casa más grande, un auto mejor o ropa de marca. ¿No tiene usted dinero? No importa, cárguelo a la tarjeta de crédito. Para muchos, lo importante es dar la apariencia de tener dinero aunque estén endeudados hasta el cuello.
Pero tarde o temprano chocan con la realidad. "Comprar artículos lujosos a crédito para parecer y sentirse importante es como fumar crac para sentir euforia. Las dos cosas se consiguen fácilmente y producen el efecto deseado, pero solo por poco tiempo. A la larga, las dos dejan a la persona deprimida y sin un centavo”, dice el libro The NarcissismEpidemic (La epidemia del narcisismo).
La Biblia indica que jactarse de lo que uno tiene es absurdo (1 Juan 2:16). Y con razón, pues la obsesión por lo material distrae a las personas de las cosas que realmente tienen importancia en la vida, las cosas que el dinero no puede comprar. Veamos tres ejemplos.
1. LA FELICIDAD FAMILIAR
Una adolescente de Estados Unidos llamada Beatriz* dice que su padre da demasiada importancia al trabajo y al dinero que gana. “Tenemos todo lo que necesitamos y más, pero con tantos viajes de negocios, papá nunca está en casa. Sé que tiene que trabajar, pero también debe dedicar tiempo a la familia”, comenta.
Pregúntese: ¿Qué podría lamentar con el tiempo el padre de Beatriz? ¿Qué efecto está teniendo en la relación con su hija el que le dé tanta importancia a lo material? ¿Qué cosas necesita su familia mucho más que el dinero?
Principios bíblicos:
• “El amor por el dinero causa toda clase de males. Por querer tener más y más dinero, algunos [...] se han causado gran sufrimiento.” (1 Timoteo 6:10La Palabra de Dios paraTodos.)
• “Un plato de verduras con alguien que amas es mejor que carne asada con alguien que odias.” (Proverbios 15:17Nueva Traducción Viviente.)
Conclusión: El dinero no puede comprar la felicidad familiar. Esta solo se consigue dedicando tiempo a la familia y dándole el cariño y la atención que merece (Colosenses 3:18-21).
2. UN FUTURO REALMENTE SEGURO
“Mi mamá siempre me está diciendo que me case con un hombre rico y que, por si algo falla, aprenda una profesión para conseguir un buen empleo que me permita vivir bien el resto de mi vida —dice Sara, de 17 años—. Parece que lo único que le preocupa es el dinero.”
Pregúntese: ¿Qué cosas le preocupan del futuro? ¿Son preocupaciones válidas, o más bien obsesiones? ¿Qué cambios debería hacer la madre de Sara en su manera de ver la seguridad económica?
Principios bíblicos:
• “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan.” (Mateo 6:19.)
• “Ustedes no saben lo que será su vida mañana.” (Santiago 4:14.)
Conclusión: El dinero no es la clave para tener un futuro seguro, pues se puede perder. Además, el dinero no puede impedir que uno enferme y muera (Eclesiastés 7:12). La Biblia enseña que la clave para un futuro realmente seguro está en conocer a Dios y su propósito (Juan 17:3).
3. VERDADERA SATISFACCIÓN EN LA VIDA
“Mis padres me enseñaron a llevar una vida sencilla —dice Tania, de 24 años—. Aunque por lo general solo teníamos lo básico, mi hermana gemela y yo crecimos felices.”
Pregúntese: ¿Por qué puede ser difícil sentirse satisfecho con lo necesario? ¿Qué ejemplo le está dando a su familia en lo que tiene que ver con el dinero?
Principios bíblicos:
• “Teniendo, pues, sustento y con qué cubrirnos, estaremos contentos con estas cosas.” (1 Timoteo 6:8.)
• “Felices son los que tienen conciencia de su necesidad espiritual.” (Mateo 5:3.)
Conclusión: El dinero y las cosas que este puede comprar no son lo más importante en la vida. Bien dice la Biblia: “Hasta cuando uno tiene en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee” (Lucas 12:15). Para hallar verdadera satisfacción en la vida, necesitamos conocer la respuesta a preguntas como las siguientes:
• ¿Por qué existimos?
• ¿Qué nos depara el futuro?
• ¿Cómo puedo satisfacer mis necesidades espirituales?

¿Cuál es la clave de la felicidad?
“Generalmente, las personas materialistas son menos felices y más propensas a deprimirse. Hasta el simple hecho de querer tener más dinero ocasiona problemas emocionales y también físicos, como dolor de garganta, de espalda y de cabeza. Además, esas personas tienden a beber en exceso y a consumir drogas. Todo apunta a que el afán por las riquezas hace que la gente se sienta desdichada.” (The Narcissism Epidemic.)

Un “cambio en valores”
“Cuando se les preguntaban las razones para ir a la universidad en los años sesenta y principios de los setenta, la mayoría de los estudiantes le daba importancia a ‘convertirse en una persona educada’ o ‘desarrollar una filosofía de vida’. Sólo una minoría consideraba ‘ganar mucho dinero’ como la razón principal de acudir a la universidad. Comenzando en los noventa, una mayoría de estudiantes dice que ‘el ganar mucho dinero’ se ha convertido en la razón principal para asistir a la universidad [...]. Este cambio en valores entre los estudiantes universitarios [coincide con el gran aumento en] los índices de depresión, suicidio y otros problemas psicológicos.” (El precio del privilegio, de la psicóloga Madeline Levine.)

Terapia de compras
Según la psicóloga Madeline Levine, gastar dinero puede convertirse en una terapia que hace que la gente se sienta bien en un mundo en el que la familia, la comunidad y la religión les ha fallado. "Comprar es una manera de controlar nuestro ambiente —escribe en su libro El precio del privilegio—. Nos pone a cargo de transacciones y confiere un sentido de poder al comprador. Este tipo de poder es ilusorio, por supuesto. El poder real es ejercido por grandes corporaciones y sus publicistas, quienes son pagados para sugerir que los bienes de consumo confieren poderes mágicos y protectores a los compradores.”

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