martes, 10 de junio de 2014

El día que acabe la esclavitud

¡LIBERTAD! Pocas palabras resultan más atrayentes al corazón humano. Muchas personas han luchado, sufrido, vivido y muerto por la libertad. Pero, lamentablemente, un buen número de ellas lo ha hecho sin haber visto grandes avances en esa dirección. ¿Existe alguna esperanza de acabar con la esclavitud, una esperanza que no conduzca a la frustración y la desilusión? Claro que sí.
El apóstol Pablo escribió por inspiración la siguiente promesa divina: “La creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción y tendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21). Ahora bien, ¿cómo podemos estar seguros de que Dios realmente nos otorgará esa “gloriosa libertad”? Para obtener la respuesta, examinemos la relación de Dios con la humanidad a lo largo de la historia.
“Donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”, dice la Biblia (2 Corintios 3:17). En efecto, el espíritu de Dios, su fuerza activa, es inmensamente poderoso. Él lo ha venido utilizando desde hace mucho tiempo para proporcionar libertad de diversas maneras. ¿A qué nos referimos? Pues bien, hemos de recordar que hay muchos tipos de esclavitud. Ya hemos analizado uno de los más crueles, aquel en el que los fuertes esclavizan a los débiles mediante la fuerza y la violencia. Pero examinemos otras formas de esclavitud.
La gente puede esclavizarse a diversas adicciones de las que resulta sumamente difícil escapar. Las mentiras y el engaño también esclavizan a algunos, pues los hacen vivir subyugados a creencias falsas. Pero el tipo de esclavitud más perjudicial de todos, cuyos efectos son letales, afecta a cada uno de nosotros, lo sepamos o no. Debe recalcarse, no obstante, que el hecho de que en estos artículos coloquemos en un mismo grupo varios tipos de dominación, no significa que los estemos equiparando. Aunque difieren mucho entre sí, tienen un importante elemento en común: que, a la larga, el Dios de la libertad hará que la humanidad se vea libre de todas estas formas de esclavitud.
La esclavitud de las adicciones
Veamos cómo se describe el juego compulsivo en el libro When Luck Runs Out(Cuando la suerte se acaba): “Adicción patológica que provoca un deseo irresistible e incontrolable por los juegos de azar. El impulso persiste y se hace cada vez más intenso y urgente [...] hasta que, a la larga, invade, mina y a menudo arruina los valores de la persona”. Nadie sabe con exactitud la cantidad de personas esclavizadas al juego. Se calcula que en un solo país, Estados Unidos, hay unos seis millones.
La dependencia del alcohol puede ser igual de destructiva, si no más, y en gran parte del mundo está más extendida. En cierto país grande, la mitad de los hombres sufre algún grado de alcoholismo. Ricardo, quien cayó en este tipo de adicción hace veinte años, explica cuáles son los síntomas: “Desde el momento en que te despiertas, el cuerpo te pide alcohol: para calmarte los nervios, para olvidar los problemas o simplemente para darte la suficiente confianza en ti mismo para afrontar la vida. La idea de tomarte un trago te obsesiona y, sin embargo, tratas de convencerte a ti mismo, y a los demás, de que tu conducta es normal”.
El alcohol no es la única sustancia adictiva que esclaviza a la gente. En el mundo hay muchos millones de personas que toman drogas ilegales. Además, alrededor de 1.100 millones consumen tabaco, que contiene una de las drogas más adictivas. A muchas personas les gustaría dejar el vicio, pero se sienten esclavizadas. ¿Ha resultado ser Jehová un verdadero Libertador para los que se encuentran sometidos a esas poderosas formas de tiranía?*
Volvamos al caso de Ricardo. “Hace unos diez años me di cuenta de que el alcohol dominaba mi vida —explica—. Estaba minando mi matrimonio, mi trabajo y mi familia, y yo sabía que jamás resolvería mis problemas a menos que consiguiera librarme de sus garras. Al estudiar la Biblia aprendí que el bebedor acaba en la pobreza, tanto literal como espiritual (Proverbios 23:20, 21). Quería tener una buena relación con Dios, y mis sinceras oraciones para implorarle ayuda contribuyeron a que fuese honrado conmigo mismo. El hombre con quien estudié la Biblia resultó ser un amigo inestimable. Cuando yo sufría una recaída, él no se daba por vencido, sino que con paciencia y firmeza me indicaba el proceder que Dios dicta para los cristianos verdaderos.”
Hoy Ricardo se siente relativamente liberado de su anterior esclavitud. Admite sin reparos que al principio sufrió alguna que otra recaída. “Pero pese a aquellos reveses —dice—, mi deseo de servir a Jehová con lealtad, junto con el apoyo que recibí de mi esposa y de otros hermanos cristianos, me han ayudado a dominar la situación. Anhelo el día en que se cumpla la promesa de Dios y nadie diga que está enfermo, el día en que el alcoholismo sea cosa del pasado. Mientras tanto, seguiré librando mi batalla diaria para presentar mi cuerpo ‘como sacrificio vivo, santo, acepto a Dios’.” (Isaías 33:24; Romanos 12:1.)
En todo el mundo, miles y miles de personas han experimentado directamente la ayuda de Dios cuando trataban de librarse de diversas adicciones. Hay que reconocer que, en gran parte, la culpa de la situación en la que se encontraban era suya, pues tal vez cedieron a diversas presiones o tentaciones. Sin embargo, han comprobado que Jehová es un Libertador muy paciente. En efecto, está dispuesto a ayudar y fortalecer a los que de veras desean servirle.
“La verdad los libertará”
¿Qué puede decirse de la esclavitud de las mentiras y del engaño? Jesucristo nos asegura que es posible librarse de ella: “Si permanecen en mi palabra, verdaderamente son mis discípulos, y conocerán la verdad, y la verdad los libertará” (Juan 8:31, 32). Cuando pronunció estas palabras, muchos de sus oyentes vivían esclavizados a un rígido código de tradiciones farisaicas. De hecho, Jesús dijo lo siguiente respecto a los caudillos religiosos de su día: “Atan cargas pesadas y las ponen sobre los hombros de los hombres, pero ellos mismos ni con el dedo quieren moverlas” (Mateo 23:4). Las enseñanzas de Jesús libraron a la gente de aquel cautiverio. Él puso al descubierto las mentiras religiosas y hasta indicó de dónde procedían (Juan 8:44). Además, sustituyó las mentiras por la verdad, revelando claramente los razonables requisitos de Dios para la humanidad (Mateo 11:28-30).
Tal como en el caso de los discípulos de Jesús, miles de seres humanos están viendo en la actualidad que, con la ayuda de Dios, pueden liberarse de las mentiras religiosas y las tradiciones falsas que los tenían esclavizados. Al aprender las reconfortantes verdades de la Biblia, se liberan del opresivo temor a los muertos, del terror al tormento eterno en un infierno ardiente y de la presión de desprenderse de un dinero que han ganado con el sudor de su frente para pagar servicios religiosos prestados por eclesiásticos que dicen representar a Cristo, quien estipuló: “Recibieron gratis; den gratis” (Mateo 10:8). Pero ahí no acaba todo, se acerca una libertad aún más importante.
La esclavitud más perjudicial
Veamos cómo describió Jesús la perjudicial esclavitud, mencionada antes, que afecta a todo hombre, mujer y niño de la Tierra: “Muy verdaderamente les digo: Todo hacedor de pecado es esclavo del pecado” (Juan 8:34). ¿Quién puede decir que está libre de pecado? Incluso el apóstol Pablo admitió: “Lo bueno que deseo no lo hago, pero lo malo que no deseo es lo que practico” (Romanos 7:19). Aunque nadie puede librarse de las cadenas del pecado, nuestra situación no es desesperada.
Jesús aseguró a sus discípulos: “Si el Hijo los liberta, serán realmente libres” (Juan 8:36). El cumplimiento de esta promesa significará nada menos que libertad del tipo de esclavitud más perjudicial. Ahora bien, para entender cómo podemos librarnos de ella, primero hemos de saber cómo llegamos a ser esclavos del pecado.
La Biblia indica que Dios creó al hombre con libre albedrío y sin tendencia alguna al pecado. Pero un hijo espiritual de Dios, invisible y egoísta, quiso ejercer poder sobre la humanidad, sin tener en cuenta los sufrimientos que le acarrearía a esta. Para lograr su objetivo, ese ángel rebelde, que más tarde recibió el nombre de Satanás el Diablo, apartó de Dios a nuestros primeros padres: Adán y Eva. Al desobedecer deliberadamente las instrucciones divinas, Adán se hizo pecador y además transmitió la imperfección y la muerte a todos sus descendientes (Romanos 5:12). Con el tiempo, Satanás llegó a ser “el gobernante [del] mundo”, y ‘el pecado y la muerte han reinado sobre la humanidad’ (Juan 12:31; Romanos 5:21; Revelación [Apocalipsis] 12:9).
¿Cómo podemos alcanzar la libertad? Haciéndonos discípulos de Jesús podemos beneficiarnos de su muerte expiatoria, la cual tiene el poder de “redu[cir] a nada al que tiene el medio para causar la muerte, es decir, al Diablo” y de “emancip[ar] a todos los que por temor de la muerte estaban sujetos a esclavitud durante toda su vida” (Hebreos 2:14, 15). Imagíneselo: libertad de la esclavitud del pecado y de la muerte. ¡Qué idea tan atractiva!
Pero ¿qué hay del tipo de esclavitud que analizamos al principio de esta serie? ¿Acabará algún día la esclavización de seres humanos contra su voluntad?
Una base segura para tener esperanza
Podemos tener la absoluta confianza de que ese repulsivo tipo de esclavitud será eliminado. ¿Por qué? Veamos. La mayor marcha hacia la libertad de toda la historia tuvo lugar por intervención directa de Jehová Dios. Tal vez conozca ese relato histórico.
Los israelitas vivían esclavizados en Egipto, nación que los tenía sometidos a trabajos forzados y a un trato cruel. Clamaron a Dios por ayuda, y él, en su gran misericordia, los escuchó y actuó. Utilizando de portavoces a Moisés y Aarón, Jehová exigió a Faraón que pusiera en libertad a Israel. El orgulloso monarca persistió en su negativa, incluso después de que Jehová enviara una serie de devastadoras plagas contra aquella tierra. Pero Dios acabó doblegando a Faraón, y los israelitas obtuvieron por fin la libertad (Éxodo 12:29-32).
Un emocionante relato, ¿no es verdad? No obstante, puede que alguien se pregunte por qué no ha hecho Dios algo similar en la actualidad. ¿Por qué no ha intervenido en los asuntos humanos y ha puesto fin a la esclavitud? Recordemos que el ‘gobernante del mundo’ es Satanás, no Jehová. Debido a las cuestiones que surgieron en Edén, Jehová ha permitido que este inicuo Adversario gobierne por un tiempo limitado. La esclavitud, la opresión y la crueldad son tan solo características de la gobernación de Satanás. Bajo tal influencia, los gobiernos humanos han demostrado ser un verdadero fracaso. La Biblia lo resume con gran concisión: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Eclesiastés 8:9).
Pero ¿cuánto tiempo durará esta situación? La Biblia indica que vivimos en “los últimos días”, tiempos en que proliferarían el egoísmo y la codicia (2 Timoteo 3:1, 2). Esto significa que el Reino de Dios, que Jesús nos enseñó a pedir en oración, pronto establecerá una sociedad justa en la que no tendrá cabida la esclavitud (Mateo 6:9, 10). Jesucristo, el Rey nombrado por Dios, eliminará todo vestigio de esclavitud hasta que la muerte, el último enemigo, sea reducida a la nada (1 Corintios 15:25, 26).
Cuando por fin llegue ese día, la humanidad fiel se dará cuenta de que la liberación del pueblo de Dios de su esclavitud en Egipto fue solo un pequeño anticipo de esta liberación mucho más importante. En efecto, con el tiempo, “la creación misma también será libertada de la esclavitud a la corrupción”. Por fin, todos podremos disfrutar a plenitud de “la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Romanos 8:21).
[Nota]
Dado que en los grandes banquetes de la Roma del siglo primero era común la glotonería, a los cristianos se les aconsejó que no se hicieran esclavos de la comida ni de nada de naturaleza similar (Romanos 6:16; 1 Corintios 6:12, 13; Tito 2:3).

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