jueves, 5 de junio de 2014

Sea valiente, Jehová está con usted

Por fe Rahab la ramera no pereció (Heb. 11:31).


Por su fe y valor, Rahab y su familia no murieron cuando los israelitas conquistaron la ciudad de Jericó (Sant. 2:25). Claro está, ella tuvo que dejar su antigua vida para agradar a Dios. Hoy, algunos de nuestros hermanos han tenido la fe, el valor y la fortaleza moral que se requieren para hacer cambios parecidos. Después de la muerte de Josué, una mujer moabita llamada Rut se armó de valor y se puso de parte de la religión verdadera. Cuando su suegra, Noemí —que también era viuda— le rogó que volviera a Moab, Rut le respondió: “No me instes con ruegos a que te abandone, a que me vuelva de acompañarte [...]. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rut 1:16). Rut estaba decidida a cumplir su palabra. Con el tiempo, un pariente de Noemí, Boaz, se casó con Rut y tuvieron un hijo. Como resultado, ella llegó a ser antepasada de David y Jesús. Su caso demuestra que Jehová bendice a quienes actúan con fe y valor (Rut 2:12; 4:17-22; Mat. 1:1-6).



“Sé animoso y fuerte. [...] Jehová tu Dios está contigo.” (JOS. 1:9)
¿QUÉ RESPONDERÍA?
¿Qué debía hacer Josué para tener más fe y valor?
¿Qué ejemplos de valentía le han llamado la atención?
¿Qué ejemplo de fe y valor puede ayudarle a participar en la predicación?
Servir a Jehová nos hace felices. Sin embargo, no nos libra de los problemas que casi todo el mundo tiene, y además es posible que suframos “por causa de la justicia” (1 Ped. 3:14; 5:8, 9; 1 Cor. 10:13). Sin duda, para salir adelante necesitamos fe y valor.
 Pero ¿qué es la fe? El apóstol Pablo escribió: “Fe es la expectativa segura de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades aunque no se contemplen” (Heb. 11:1). La primera parte del versículo también puede traducirse así: “Fe es el título depropiedad de las cosas que se esperan” (Imágenes verbales en el Nuevo Testamento, de Archibald T. Robertson). Si poseemos el documento, o título, de propiedad de una casa, estamos seguros de que la casa es nuestra, ¿verdad? Pues tener fe en que Dios siempre cumple su palabra es como poseer un valioso título de propiedad. Gracias a ella, no tenemos ninguna duda de que veremos el cumplimiento de las promesas bíblicas y estamos seguros de realidades espirituales aunque no las podamos ver.
 ¿Y qué es el valor? Cierto diccionario bíblico lo define como “fortaleza espiritual, emocional y moral para hablar y actuar sin temor ante dificultades y peligros” (The NewInterpreter’s Dictionary of the Bible). La persona valiente es enérgica, decidida y, en ocasiones, heroica (Mar. 6:49, 50; 2 Tim. 1:7).
Claro está, todos deseamos tener fe y valor. Pero ¿qué podemos hacer si tenemos la sensación de que nos falta fe y de que no somos tan valientes? Analizar el ejemplo de algunos de los miles de hombres y mujeres de tiempos bíblicos que demostraron estascualidades. Así conseguiremos tener más fe y valor.
JEHOVÁ ESTABA CON JOSUÉ
 Viajemos al pasado unos treinta y cinco siglos. Ya hace cuarenta años que la poderosa mano de Jehová liberó a millones de israelitas de la esclavitud en Egipto. El profeta Moisés, que ha sido el líder de Israel durante todo ese tiempo, muere a los 120 años de edad en la cima del monte Nebo tras ver de lejos la Tierra Prometida. Su sucesor es Josué, un hombre “lleno del espíritu de sabiduría” (Deut. 34:1-9). Los israelitas están a punto de ocupar Canaán, y Josué necesitará la sabiduría divina para dirigirlos bien. Además, tendrá que demostrar fe en Jehová y ser valiente y decidido (Deut. 31:22, 23).
 La sabiduría, el valor y la fe de Josué durante la larga conquista de Canaán debieron de animar a los israelitas. Sin embargo, además de luchar con valor en el campo de batalla, para obedecer a Josué necesitaban demostrar esta cualidad de formas menos obvias. En el discurso de despedida que Josué pronunció antes de morir, les dijo: “Tienen que ser muy animosos para guardar y hacer todo lo que está escrito en el libro de la ley de Moisés nunca apartándose de ello a la derecha ni a la izquierda” (Jos. 23:6). A nosotros también nos hace falta ser valientes para obedecer a Jehová en todo momento. En ocasiones, pudiera ser que simples seres humanos nos pidan que hagamos algo que vaya en contra de la voluntad divina (lea Hechos 4:18-20 y 5:29). Pero si confiamos en Dios y le oramos, él nos dará valor para ponernos de su parte.
CÓMO PODEMOS TENER ÉXITO
 Si queremos tener el valor necesario para hacer la voluntad de Dios, debemos estudiar y obedecer su Palabra. Ese es el consejo que Jehová le dio a Josué después de la muerte de Moisés: “Sé animoso y muy fuerte para que cuides de hacer conforme a toda la ley que Moisés mi siervo te mandó. [...] Este libro de la ley no debe apartarse de tu boca, y día y noche tienes que leer en él en voz baja, a fin de que cuides de hacer conforme a todo lo que está escrito en él; porque entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente” (Jos. 1:7, 8). Josué hizo caso y cumplió su misión con éxito. Si lo imitamos, seremos más valientes y nos irá bien en nuestro servicio a Jehová.
 Las palabras que Jehová le dijo a Josué debieron de animarlo mucho: “Sé animoso y fuerte. No sufras sobresalto ni te aterrorices, porque Jehová tu Dios está contigo adondequiera que vayas” (Jos. 1:9). Hoy tampoco tenemos motivos para sentir miedo, pues sin importar las pruebas por las que estemos pasando, Jehová está a nuestro lado. A fin de que este pensamiento nos fortalezca durante los próximos meses, el texto del año 2013 es: “Sé animoso y fuerte. [...] Jehová tu Dios está contigo”. Además, contamoscon otros ejemplos de fe y valor que también nos animarán. Veamos algunos.
FUERON VALIENTES Y SE PUSIERON DE PARTE DE JEHOVÁ
 Cuando Josué envió a dos espías a Canaán, Rahab la prostituta los escondió y despistó a los enemigos de Israel. Por su fe y valor, ella y su familia no murieron cuando los israelitas conquistaron la ciudad de Jericó (Heb. 11:30, 31; Sant. 2:25). Claro está, ella tuvo que dejar su antigua vida para agradar a Dios. Hoy, algunos de nuestros hermanos han tenido la fe, el valor y la fortaleza moral que se requieren para hacer cambios parecidos.
 Después de la muerte de Josué, una mujer moabita llamada Rut se armó de valor y se puso de parte de la religión verdadera. Como era la viuda de un israelita, es muy probable que ya supiera algo de Jehová. Su suegra, Noemí —que también era viuda y vivía en Moab— decidió regresar a la localidad israelita de Belén. De camino a su tierra, Noemí le rogó a su nuera que volviera a Moab, pero Rut le respondió: “No me instes con ruegos a que te abandone, a que me vuelva de acompañarte [...]. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios” (Rut 1:16). Rut estaba decidida a cumplir su palabra. Con el tiempo, un pariente de Noemí, Boaz, se casó con Rut y tuvieron un hijo. Como resultado, ella llegó a ser antepasada de David y Jesús. Su caso demuestra que Jehová bendice a quienes actúan con fe y valor (Rut 2:12; 4:17-22; Mat. 1:1-6).
MUCHOS ARRIESGARON SU VIDA
 Nuestra fe y valor se fortalecen cuando vemos que Jehová apoya a quienes anteponen la voluntad divina y el bienestar de los demás a la conveniencia personal. Examinemos, por ejemplo, lo que hicieron el sumo sacerdote Jehoiadá y su esposa, Jehoseba. Tras la muerte del rey Ocozías, su madre, Atalía, asesinó a casi todos los herederos al trono y se proclamó reina. Pero Jehoiadá y Jehoseba arriesgaron su vida al rescatar y esconder durante seis años a Jehoás, el único hijo de Ocozías que había sobrevivido a la matanza. Al séptimo año, este valiente matrimonio consiguió que Jehoás fuera hecho rey y que ejecutaran a Atalía (2 Rey. 11:1-16). Posteriormente, Jehoiadá colaboró en las reparaciones del templo que organizó el nuevo rey. Y cuando Jehoiadá murió a los 130 años de edad, lo enterraron con los reyes “porque había hecho el bien en Israel y con el Dios verdadero y Su casa” (2 Crón. 24:15, 16). Además, gracias al valor de Jehoiadá y su esposa se conservó la línea real de David, mediante la que llegó el Mesías.
 Ébed-mélec, un eunuco de la corte del rey Sedequías, arriesgó su vida para salvar la del profeta Jeremías. Los príncipes de Judá acusaron falsamente a Jeremías de conspirar contra el rey. Sedequías lo entregó en sus manos, y ellos lo arrojaron en una cisterna de lodo para que muriera (Jer. 38:4-6). Ébed-mélec habló con Sedequías para ayudar a Jeremías, lo cual lo puso en una situación muy peligrosa, ya que los príncipes odiaban al profeta. Pero Sedequías lo escuchó y ordenó que 30 hombres lo acompañaran a sacarlo de la cisterna. Posteriormente, Jehová le comunicó a Ébed-mélec mediante Jeremías que no moriría cuando los babilonios conquistaran Jerusalén (Jer. 39:15-18). Como vemos, Jehová recompensa a sus siervos valerosos.
 En el siglo VII antes de nuestra era, tres siervos hebreos de Jehová comprobaron que él bendice a quienes tienen fe y son valientes. El rey Nabucodonosor reunió a los funcionarios de Babilonia y les ordenó que adoraran una imponente imagen de oro. Quienes se negaran a hacerlo morirían en un horno. Los tres hebreos le dijeron con respeto al rey: “Nuestro Dios a quien servimos puede rescatarnos. Del horno ardiente de fuego y de tu mano, oh rey, nos rescatará. Pero si no, séate sabido, oh rey, que a tus dioses no servimos, y la imagen de oro que has erigido ciertamente no adoraremos” (Dan. 3:16-18). En el emocionante relato que se encuentra en Daniel 3:19-30 se describe lo que Jehová hizo para rescatarlos. Aunque es improbable que nos amenacen con echarnos en un horno, lo cierto es que nosotros también nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba nuestra lealtad. Pero podemos tener la certeza de que Dios bendecirá nuestra fe y valor.
 El profeta Daniel demostró fe y valor cuando sus enemigos convencieron al rey Darío de que emitiera cierto decreto. Ellos le dijeron al rey: “Quienquiera que haga una petición a cualquier dios u hombre, por treinta días, excepto a ti, oh rey, sea arrojado en el foso de los leones”. En cuanto Daniel supo que el rey había firmado esa orden, “entró en su casa, y, las ventanas de su cámara del techo estando abiertas para él hacia Jerusalén, hasta tres veces al día se hincaba de rodillas y oraba y ofrecía alabanza delante de su Dios, como había estado haciendo regularmente antes de esto” (Dan. 6:6-10). El valiente profeta acabó en el foso de los leones, pero Jehová lo salvó (Dan. 6:16-23).
 Áquila y Priscila arriesgaron “su propio cuello” para ayudar a Pablo en circunstancias que la Biblia no especifica (Hech. 18:2; Rom. 16:3, 4). Obedecieron con valor estas palabras de Jesús: “Les doy un nuevo mandamiento: que se amen unos a otros; así como yo los he amado, que ustedes también se amen los unos a los otros” (Juan 13:34). La Ley mosaica exigía a los israelitas amar a los demás como a sí mismos (Lev. 19:18). Pero el mandato de Jesús era nuevo en el sentido de que sus discípulos debían amar a los demás hasta el punto de sacrificar su vida, tal como él hizo. Muchos cristianos han sido valientes y han arriesgado “su propio cuello” para que sus hermanos no fueran maltratados o asesinados por sus enemigos (lea 1 Juan 3:16).
Los primeros cristianos no cedieron al temor
Tal como Jesús, los primeros cristianos tuvieron el valor necesario para adorar únicamente a Jehová (Mat. 4:8-10). Por ejemplo, se negaron a quemar incienso en honor del emperador de Roma (vea la ilustración). El escritor Daniel P. Mannix indica: “Poquísimos cristianos abjuraron [o renegaron] de su religión, aunque siempre se mantenía un altar encendido en la arena por si se retractaban. Todo lo que tenía que hacer el retractado era esparcir una pizca de incienso sobre la llama e inmediatamente se le otorgaba un certificado de sacrificio y ya era libre. También se le explicaba minuciosamente que esta renuncia no significaba que tuviese que adorar al emperador, simplemente que reconocía el carácter divino de este como cabeza del estado de Roma. Aun así, muy pocos cristianos aprovechaban esta oportunidad para escapar de la muerte”(Breve historia de los gladiadores).
 En tiempos recientes, los cristianos presos en los campos de concentración nazis vivían al borde de la muerte. Y aunque tenían la oportunidad de quedar libres si firmaban un documento en el que rechazaban a Jehová, muy pocos lo hicieron. Durante el genocidio de Ruanda, los Testigos hutus y tutsis arriesgaron la vida para protegerse unos a otros. No hay duda de que ante pruebas como estas hace falta fe y valor.
NO LO OLVIDE: JEHOVÁ ESTÁ CON NOSOTROS
 Tenemos el honor de participar en la obra más importante que Dios ha confiado a los seres humanos: predicar el mensaje del Reino y hacer discípulos (Mat. 24:14; 28:19, 20). Estamos muy agradecidos de contar con el incomparable ejemplo de Jesús, quien “iba viajando de ciudad en ciudad y de aldea en aldea, predicando y declarando las buenas nuevas del reino de Dios” (Luc. 8:1). Como él, necesitamos tener fe y ser valientes para hablar del Reino. Con el apoyo de Jehová podemos imitar a Noé, quien fue un valeroso “predicador de justicia” en un mundo malvado y condenado a perecer en el diluvio universal (2 Ped. 2:4, 5).



 La oración nos ayuda a cumplir con nuestra misión de predicar. Cuando unos seguidores de Jesús que estaban siendo perseguidos le pidieron a Dios valor para hablar de su Palabra, él se lo concedió (lea Hechos 4:29-31). Si a usted le cuesta predicar de casa en casa por culpa de la timidez, pídale a Jehová más fe y valor, y él se lo dará (leaSalmo 66:19, 20).*
 No es fácil obedecer a Dios en un mundo plagado de maldad y de problemas. Pero no estamos solos: Jehová y su Hijo, el Cabeza de la congregación, están con nosotros. Además, en toda la Tierra hay más de siete millones de testigos de Jehová. Por tanto, todos juntos demostremos fe y prediquemos las buenas nuevas, teniendo muy presente el texto del año 2013: “Sé animoso y fuerte. [...] Jehová tu Dios está contigo” (Jos. 1:9).
[Nota]
Encontrará más ejemplos de hombres y mujeres valientes en el artículo “Seamos animosos y muy fuertes” de La Atalaya del 15 de febrero de 2012.

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