miércoles, 18 de junio de 2014

Servir a Dios es su medicina



En el país de Kenia, dos precursores a quienes se invitó a entrar en una casa se sorprendieron al ver la diminuta figura de un hombre en cama. Tenía el torso muy pequeño y los brazos muy cortos. Cuando le dijeron que Dios ha prometido que “el cojo trepará justamente como lo hace el ciervo”, en su rostro se dibujó una amplia sonrisa (Is. 35:6).
Los precursores se enteraron de que Onesmus, que ahora tiene casi 40 años, nació con osteogénesis imperfecta, también llamada enfermedad de los huesos de cristal. Sus huesos son tan frágiles que pueden romperse a la menor presión. Puesto que no existe cura ni un tratamiento eficaz, su única perspectiva era pasar el resto de su vida con dolor y confinado a una silla de ruedas.




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