lunes, 28 de abril de 2014

¿Qué sabe usted de la brujería?

¿Què le evoca la palabra brujería?
Muchas personas piensan en supersticiones y fantasías, nada que deba tomarse en serio. Consideran que la brujería solo existe en el reino de la imaginación: viejas hechiceras con capucha que echan alas de murciélago en calderos en los que borbotea un brebaje, que convierten a las personas en ranas y que cruzan el cielo nocturno volando en sus escobas y lanzando agudas y malignas carcajadas.
Para otras personas, la brujería no es motivo de risa. Según algunos investigadores, más de la mitad de la población mundial cree que las brujas existen y pueden influir en la vida de la gente. Millones de personas piensan que la brujería es mala y peligrosa, y que hay que tenerle mucho miedo. Por ejemplo, un libro sobre religiones de África dice: “En la vida africana está muy arraigada la creencia en la función y los peligros de la magia maléfica, la hechicería y la brujería [...]. Las brujas y los hechiceros son las personas más odiadas de la comunidad. Todavía sucede que en algunos lugares el resto de la gente los mata a golpes”.
En cambio, en los países occidentales la brujería se ha puesto una máscara de respetabilidad. Los libros, la televisión y las películas han contribuido en buena medida a que se le tenga menos temor. David Davis, analista del mundo del espectáculo, hace esta observación: “De pronto, las brujas son más jóvenes y atractivas, mucho más atractivas. Hollywood tiene una pasmosa facilidad para reconocer lo que está de moda. [...] Al presentar a las brujas como más atractivas y agradables, atraen a una mayor audiencia, incluso mujeres y niños”. Hollywood sabe transformar una moda en un buen negocio.
Hay quienes dicen que la brujería se ha convertido en uno de los movimientos espirituales de más rápido crecimiento en Estados Unidos. En todo el mundo desarrollado, cada vez son más las personas que, estimuladas por los movimientos feministas y desilusionadas con las religiones mayoritarias, buscan realizarse espiritualmente en diversas formas de brujería. De hecho, hay tantos tipos de brujería, que la gente no se pone de acuerdo ni en el significado de la palabra bruja. No obstante, algunas personas que confiesan ser brujas suelen identificarse con la wicca, término inglés que un diccionario define como “antigua religión pagana de la naturaleza que se originó en Europa occidental en tiempos precristianos y que ha experimentado un renacimiento en el siglo XX”.* Por consiguiente, muchos se denominan también paganos o neopaganos.
A lo largo de la historia se ha odiado, perseguido, torturado y asesinado a las brujas. No es de extrañar que quienes practican la brujería en la actualidad ansíen mejorar su imagen. En una encuesta se preguntó a decenas de brujas cuál era el mensaje que más deseaban hacer llegar al público. La investigadora Margot Adler resumió su respuesta con estas palabras: “No somos malvadas. No adoramos al Diablo. No hacemos daño ni seducimos a la gente. No somos peligrosas. Somos personas normales como usted. Tenemos familia, trabajos, esperanzas y sueños. No somos una secta peligrosa. No somos misteriosas. [...] No hay por qué tenernos miedo. [...] Nos parecemos a usted más de lo que cree”.
Ese mensaje se acepta cada vez más. ¿Significa eso que no hay razón para preocuparse por la práctica de la brujería? Analizaremos esta cuestión en el artículo siguiente.
[Nota]
El término inglés witchcraft, que se traduce brujería, procede de las palabras del inglés antiguo wicce (bruja) y wicca (brujo, hechicero).

Hechos que debe conocer sobre la brujería
NO ES fácil definir la brujería actual, pues hay una extraordinaria variedad entre quienes la practican. No reconocen una autoridad central ni una doctrina ni un libro santo que unifique sus creencias. También difieren en tradiciones y organizaciones, así como en rituales y en la opinión sobre a qué dioses honrar. Una escritora observa: “El mundo de lo oculto ofrece a las personas un ‘libre mercado’ de ideas”. Otro escritor dice: “La mayoría de los neopaganos no se ponen de acuerdo en casi nada”.
Para muchos, las contradicciones no constituyen un problema. Una guía para quienes aspiran a ser brujas dice: “Cuando se tope con información aparentemente contradictoria, examínela y decida qué dirección seguir. Confíe en su intuición. En otras palabras: no tenga reparos en escoger entre los rituales publicados y los manuales sobre ritos para decidir lo que parece correcto”.
Esas contradicciones representan un problema para quienes conocen la naturaleza de la verdad. La verdad implica hechos, realidades. Las cosas no son ciertas simplemente porque alguien así lo piensa, espera o cree. Pongamos un ejemplo: hubo un tiempo en que los médicos pensaban que la neumonía se curaba cortando en dos una gallina viva y colocando los pedazos sobre el pecho del enfermo. Es muy probable que muchos pacientes creyeran sinceramente que ese tratamiento los sanaría. Pero sus creencias y esperanzas no se ajustaban a los hechos: ese tratamiento no cura la neumonía. La gente no crea la verdad; trata de comprenderla.
La Biblia dice que contiene la verdad sobre los asuntos espirituales. Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, dijo en oración a su Padre: “Tu palabra es la verdad” (Juan 17:17). El apóstol Pablo escribió: “Toda Escritura es inspirada de Dios” (2 Timoteo 3:16). Muchas personas que practican la brujería están en desacuerdo con esas afirmaciones. Buscan inspiración y guía en los mitos, las religiones antiguas e incluso la ciencia ficción. Ahora bien, ¿no es razonable al menos examinar lo que dice la Biblia? Al fin y al cabo, en casi todo el mundo se reconoce que es un libro sagrado. Además, es uno de los textos religiosos más antiguos que ha llegado hasta nuestros días. Pese a que se escribió a lo largo de mil seiscientos años, sus enseñanzas mantienen la coherencia en toda ella. Comparemos lo que enseña la Biblia con algunas creencias comunes expuestas actualmente por quienes favorecen la brujería.
¿Quién habita el mundo de los espíritus?
Una pregunta básica cuando se busca entendimiento espiritual es la siguiente: ¿quién habita el mundo de los espíritus? Aunque la mayoría de las brujas actuales siguen una fe politeísta, de la naturaleza, algunas adoran a una gran diosa madre, a la que ven en el papel triple de doncella, madre y vieja, una representación de las etapas básicas de la vida. Su amante es un dios con cuernos. Otras brujas rinden culto a una diosa y un dios a la vez. Un escritor dice que a estos “se les considera una manifestación de las fuerzas femenina y masculina de la naturaleza. Cada uno de ellos [posee] características únicas que, combinadas, resultan en la creación armoniosa de la vida”. Otra experta en la materia escribe: “Una decisión de capital importancia en la brujería es la elección de las deidades (dioses/diosas) con las que relacionarse. [...] La brujería te da la libertad de escoger y posteriormente honrar a tus propias divinidades”.
La Biblia no respalda ninguna de estas ideas. Jesucristo dedicó todo su ministerio a enseñar al prójimo acerca de Jehová, “el único Dios verdadero” (Juan 17:3). La Biblia asevera: “Jehová es grande y ha de ser alabado en gran manera, y se le ha de temer más que a todos los demás dioses. Porque todos los dioses de los pueblos son dioses que nada valen” (1 Crónicas 16:25, 26).
¿Y qué decir del Diablo? El Diccionario enciclopédico Salvat universal define brujeríacomo el “conjunto de prácticas de quienes creen tener pacto con el demonio”, es decir, el Diablo. Sería difícil encontrar hoy una bruja que concordara con tal definición, pues muchas ni siquiera aceptan la existencia de Satanás el Diablo. Una joven que, en palabras del periódico The Irish Times, es una “bruja de alto rango y dirige uno de los grupos de brujería más importantes de Irlanda”, razona del siguiente modo: “Creer en el Diablo implica aceptar el cristianismo. [...] [El Diablo] no puede habitar un universo en el que no existe Dios”.
La Biblia confirma la existencia del Diablo y le responsabiliza de gran parte del sufrimiento y la agitación que hay en la Tierra (Revelación [Apocalipsis] 12:12). Jesús no solo enseñó que el Diablo existe, sino también indicó que es posible hacer inconscientemente su voluntad. Por ejemplo, los guías religiosos farisaicos del siglo primero aseguraban que eran, en un sentido, hijos de Dios, y creían que hacían Su voluntad. Pero Jesús, que podía percibir lo que tenían en el corazón, no pensaba igual. Les dijo francamente: “Ustedes proceden de su padre el Diablo, y quieren hacer los deseos de su padre” (Juan 8:44). Además, el libro bíblico de Revelación dice que el Diablo “está extraviando a toda la tierra habitada” (Revelación 12:9).
¿Hay algún tipo de magia que sea benéfica?
La magia siempre se ha relacionado con lo oculto.* Hoy día, como en la antigüedad, muchas personas creen que las brujas emplean su magia con el fin de hacer daño al prójimo. Se les atribuye el poder de causar mucho sufrimiento e incluso la muerte mediante la magia. Tradicionalmente se les ha culpado de una serie casi ilimitada de desgracias, como las enfermedades y la muerte o, en otro orden de cosas, la pérdida de las cosechas.
Las brujas de la actualidad rechazan contundentemente esas acusaciones. Aunque reconocen la existencia de alguna que otra bruja solitaria dedicada al mal, la mayoría sostiene que usan su magia para traer beneficios, no para causar daño. Los wiccansenseñan que los efectos de la magia regresan triplicados a quien la practica, y dicen que eso es lo que mejor puede disuadir a alguien de pronunciar maldiciones. Ejemplos de esa supuesta magia benéfica son los hechizos para protegerse a uno mismo, la purificación de la casa para librarla de la energía negativa dejada por los anteriores inquilinos, hacer que una persona se enamore de uno, estimular la curación y la salud, impedir la pérdida de un empleo y conseguir dinero. Siendo tan amplios los poderes que se atribuyen a la brujería, no sorprende que haya adquirido tanta popularidad.
Pero la Biblia no hace ninguna distinción entre magia benéfica y maléfica. En la Ley dada a Moisés, Dios dejó muy clara su posición. Dijo: “No deben practicar la magia” (Levítico 19:26). También leemos: “No debería hallarse en ti [...] practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista” (Deuteronomio 18:10, 11).
¿Por qué se expresó así Dios? No porque pretenda negarnos algo beneficioso. Jehová dio estas leyes a su pueblo debido a que lo amaba y no quería que se esclavizara al temor y la superstición. Invita a sus siervos a pedirle a él lo que necesiten. Es el Dador de “toda dádiva buena y todo don perfecto” (Santiago 1:17). El apóstol Juan aseguró a sus hermanos en la fe: “Cualquier cosa que le pedimos la recibimos de [Dios], porque estamos observando sus mandamientos y estamos haciendo las cosas que son gratas a sus ojos” (1 Juan 3:22).
¿Qué puede decirse de los espíritus malignos?
Muchas brujas concuerdan con la Biblia en este punto: existen los espíritus malignos. Un partidario de la brujería advierte en un ensayo: “Los fantasmas están ahí: existen, en el mundo invisible análogo al nuestro, [que está lleno de] criaturas vivientes. [...] Son bastante precisos los términos ‘diablillos’, ‘espíritus malignos’ y ‘demonios’. Son muy poderosos. [...] Los más inteligentes [...] son capaces (si alguien es lo suficientemente amable como para abrirles una entrada) de penetrar en nuestro mundo. [...] Pueden entrar en nuestro cuerpo [...], hasta imponer cierto control sobre nosotros. En efecto, ocurre como en las antiguas historias de posesión demoníaca”.
En tiempos bíblicos, la posesión demoníaca afligía a las personas de diversos modos. Algunos de los afectados no podían hablar, otros estaban ciegos, otros actuaban como locos y los había que tenían una fuerza sobrehumana (Mateo 9:32; 12:22; 17:15, 18; Marcos 5:2-5; Lucas 8:29; 9:42; 11:14; Hechos 19:16). En ocasiones, el sufrimiento era mayor cuando muchos demonios poseían a la vez a una misma persona (Lucas 8:2, 30). Está claro, por tanto, que Jehová tiene buenas razones para advertir a su pueblo que no tenga nada que ver ni con la brujería ni con otras prácticas ocultas.
La religión basada en la verdad
A muchas personas les atrae la brujería porque parece ser una religión natural, benéfica e inofensiva. En algunas comunidades ha sido aceptada y se le ha perdido el miedo. Es más, muchas veces se le resta importancia. En un ambiente en que la tolerancia religiosa ha resultado en que muchas personas adopten las ideas más extrañas, la brujería ha conseguido una considerable respetabilidad.
De hecho, el mundo de las religiones se ha convertido en un mercado en el que las personas tienen la libertad de escoger la que mejor encaje con sus necesidades, como elegirían un par de zapatos. Pero Jesús solo habló de dos opciones posibles. Dijo: “Entren por la puerta angosta; porque ancho y espacioso es el camino que conduce a la destrucción, y muchos son los que entran por él; mientras que angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la vida, y pocos son los que la hallan” (Mateo 7:13, 14). Naturalmente, somos libres de escoger el camino por el que deseamos andar. Pero como lo que está en juego es nuestro bienestar eterno, esa elección es de importancia fundamental. Para conseguir iluminación espiritual, debemos andar por el camino de la verdad, el camino que solo se encuentra en la Palabra de Dios, la Biblia.

La magia y la brujería son malas
Satanás quiere que practiquemos la magia. Muchas personas hacen sacrificios a los antepasados o a los espíritus para que no les hagan daño. Lo hacen porque temen la influencia del mundo de los espíritus. Estas personas llevan anillos o pulseras mágicos. Beben “medicinas” que ellas creen que tienen poderes mágicos o se frotan el cuerpo con ellas. Algunas personas esconden objetos en su casa o los entierran porque piensan que estos tienen el poder de protegerlas. Otras utilizan “medicinas” mágicas pues creen que les ayudarán en los negocios, los exámenes de la escuela o el noviazgo.
El mejor modo de protegernos de Satanás es siendo amigos de Jehová. Jehová Dios y sus ángeles son mucho más poderosos que Satanás y sus demonios (Santiago 2:19; Revelación 12:9). Jehová tiene un gran deseo de usar su poder a favor de sus amigos, aquellos que son completamente leales a él (2 Crónicas 16:9).
La Palabra de Dios dice: “No deben practicar la magia”. Jehová condena la magia y la brujería porque estas prácticas pueden ponernos directamente bajo el poder de Satanás el Diablo (Levítico 19:26).

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