domingo, 12 de octubre de 2014

QUE SIGNIFICA SER CIUDADANO DE BABEL



Desde el crecimiento de la llamada "derecha religiosa", ha habido un debate constante dentro de la comunidad cristiana estadounidense sobre cómo definir la correcta relación entre los cristianos y la cultura estadounidense contemporánea. A muchos creyentes, la enseñanza de que los cristianos deben "estar en el mundo pero no ser de él" les resulta difícil de interpretar y aplicar a su vida cotidiana.

Parte de nuestro problema al relacionarnos con nuestra cultura está en identificar una metáfora correcta para los Estados Unidos de hoy. Algunos lo ven como un nuevo Israel, una nación que Dios ha bendecido providencialmente, una nación que es especial para Dios de una forma que no lo son otras naciones. Cuando se los presiona, pocos llegan a decir que Estados Unidos ha reemplazado al Israel del Antiguo Testamento, pero muchos ven a este país como una nación característicamente cristiana. Si bien uno no puede descartar la poderosa influencia que ha tenido el pensamiento cristiano en este país, esta perspectiva de Estados Unidos plantea algunas preguntas difíciles.

Por ejemplo, ¿cómo deberían responder los creyentes cuando una mayoría de estadounidenses rechaza la visión cristiana con relación a asuntos morales específicos, como el aborto o los derechos de los homosexuales? ¿Hasta dónde deben llegar para mantener una sociedad cristiana?

Unos pocos ya han cedido a la tentación de responder violentamente cuando el sistema legal no logra promover una norma bíblica, produciendo médicos abortistas muertos y bombas que explotan fuera de bares para homosexuales en el nombre de Cristo. Su razonamiento es que, si Dios ordenó que la Tierra Prometida fuera purgada de adoradores de Baal y su cultura pecaminosa por la fuerza, la violencia se justifica hoy en EE.UU. para quitar sus prácticas pecaminosas.

En vez de ver a EE.UU. como el nuevo Israel, podría ser más útil verlo como una moderna Babilonia. Los cristianos en Estados Unidos deberían ver un reflejo de ellos en Daniel, que se encontró exiliado en Babilonia y teniendo que vivir en una cultura extraña que era a menudo hostil a su fe. O tal vez deberían identificarse con el apóstol Pablo, que plantó iglesias y discipuló a futuros líderes bajo el cruel y tiránico gobierno romano.

Consideremos lo que significa vivir una vida digna del llamado que tenemos en Cristo en los Estados Unidos de hoy, y busquemos entender mejor la exhortación a "estar en el mundo pero no ser de él".

En su nuevo libro, Standing for Christ in a Modern Babylon (Defendiendo a Cristo en una Babilonia moderna) , Marvin Olasky sostiene que, si han de tener una influencia en la cultura que existe en Estados Unidos hoy, tienen que verse más como Daniel en Babilonia que como Josué tomando la Tierra Prometida. Estados Unidos es muy diferente de la situación de Josué. El antiguo Israel era una teocracia establecida y creada por Dios para un pueblo que había hecho un pacto con Él para vivir de acuerdo con la Ley Mosaica y estar separado de otras culturas. Estados Unidos no es ni una teocracia ni una tierra prometida. Si bien ese país se benefició de la participación de hombres piadosos e ideales bíblicos durante su fundación, es una república que deriva su derecho de gobierno de su pueblo. Al dejar el pueblo de sostener fuertes convicciones cristianas, lo mismo ha ocurrido con sus instituciones.

Olasky describe a los Estados Unidos de hoy como un parque temático de la libertad, señalando que es idolatrado por el resto del mundo como un país que promueve una libertad personal casi ilimitada sin ningún requisito de virtud en proporción. Claramente integra el "mundo" que los escritores del Nuevo Testamento Juan, Pablo y Santiago nos advierten que es contrario al evangelio de Cristo. Con relación a este "mundo", Santiago escribe: "¿No saben que la amistad con el mundo es enemistad con Dios? Si alguien quiere ser amigo del mundo se vuelve enemigo de Dios" (Santiago 4:4). Ser amigo del mundo es estar de acuerdo con un sistema de valores que representa el mundo. Esta visión se rehúsa a reconocer el papel de Jehová como creador y sustentador del universo, y rechaza la estructura moral que Él hizo que formara parte de su existencia. También rechaza la necesidad de un salvador. No es que ya no quede apoyo para la virtud cristiana en Estados Unidos, sino que el conjunto de valores predominante que se encuentra en nuestras principales instituciones ya no refleja una visión bíblica.

Si se les pregunta, la mayoría de los creyentes estaría de acuerdo en que la vida en la tierra es principalmente un lugar para prepararse para la próxima vida. El Nuevo Testamento brinda un cuadro claro de lo que debería caracterizar a nuestra relación con el mundo. En 1 Pedro 2:11, 12 se nos dice: "Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida. Mantengan entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación".

La vida en Estados Unidos, o donde Jehová nos coloque, debe caracterizarse por la conciencia de que el mundo, tal como existe, no es nuestra morada eterna. Nuestro afecto por las cosas de este mundo debería disiparse, y nuestro deseo de construir el reino de Dios debería crecer, porque nos hemos convertido en "conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios" (Efesios 2:19).

Los cristianos sinceros y bienintencionados gastan una energía considerable en convertir a Estados Unidos en una nación más recta. Su sueño es usar el poder político para transformar la cultura y las instituciones estadounidenses en una sociedad que se convierta en un faro de la justicia y la compasión de Dios. Otros han perdido las esperanzas en Estados Unidos, y consideran que la separación de su cultura mundana es la única respuesta cristiana adecuada, y vuelven su espalda al proceso político así como a las artes y al entretenimiento que ofrece. Muchos cristianos viven en un estado de tensión constante entre el reino celestial de Dios y el reino terrenal en que Dios los ha colocado. Sobrellevan una doble ciudadanía que parece tironearlos en dos direcciones opuestas.

Una clara enseñanza bíblica para todos los creyentes estadounidenses es que deben ser embajadores de Cristo. Algunos podrían ser llamados por vocación a la política, a las artes o aun al mundo del entretenimiento, pero cada uno de ustedes puede y debe ser un embajador del reino de Dios donde sea que Él los coloque e independientemente de los dones que les ha dado como individuos. Para hacer esto bien, los embajadores deben ser conocedores del mensaje y el programa de nuestro soberano universal. 2 Corintios 5:18-20 dice que hemos recibido el mensaje de la reconciliación, y que Jehová nos está usando para apelar a nuestros vecinos para que sean reconciliados con Dios a través de la fe en Jesucristo.

Usando la metáfora de los creyentes en Babilonia, podría ser útil leer cómo el profeta Jeremías dijo que debían vivir los hijos de Israel entre los paganos de ese tiempo. Les dijo: "Construyan casas y habítenlas; planten huertos y coman de su fruto. Cásense, y tengan hijos e hijas; y casen a sus hijos e hijas, para que a su vez ellos les den nietos. Multiplíquense allá, y no disminuyan. Además, busquen el bienestar de la ciudad adonde los he deportado, y pidan a Jehová por ella, porque el bienestar de ustedes depende del bienestar de la ciudad" (Jeremías 29:4-7).

Es significativo lo que Jeremías no dijo que hicieran los judíos mientras estaban en Babilonia. No se les dijo que establecieran el reino allí; no era el lugar ni el tiempo correctos. Tampoco se les dijo que usaran tácticas guerrilleras para derribar las estructuras políticas babilonias. Dios mismo, con el tiempo, crearía las condiciones para su liberación para reconstruir el templo y los muros de Jerusalén. En cambio, debían buscar la paz y la prosperidad de la ciudad a la que Dios los había enviado, y orar a Dios por esto. Esto es muy similar al lenguaje que usa Pablo al escribir a Timoteo, cuando le dice que ore "por los gobernantes y por todas las autoridades, para que tengamos paz y tranquilidad, y llevemos una vida piadosa y digna" (1 Timoteo 2:1, 2). Como mencionamos antes, Pedro dice que debemos "mantener entre los incrédulos una conducta tan ejemplar que, aunque los acusen de hacer el mal, ellos observen las buenas obras de ustedes y glorifiquen a Dios en el día de la salvación" (1 Pedro 2:12). Dice literalmente que debemos vivir un "estilo de vida noble", para que los paganos vean nuestras buenas obras y lleguen a reconocer y dar gloria a Dios.

Lamentablemente, según encuestas recientes, los cristianos estadounidenses ya no son conocidos por su "estilo de vida noble". En una encuesta, George Barna descubrió que los "evangélicos" estaban casi al final de la lista de los segmentos de la población, con relación a las impresiones favorables o desfavorables, entre las lesbianas y las prostitutas.  A menudo están tan consumidos por su desagrado con lo que hacen los incrédulos que no ven las actividades de su vida cotidiana en términos de ministerio. Cuando integren a su vida diaria la decisión de reflejar la imagen de Dios, ser mayordomos de su creación y amar a otros como nos amamos a nosotros mismos, comenzarán a ver todas sus actividades como actos de adoración y de servicio a Jehová. Como nos recuerda Pedro con relación a la madurez cristiana: "Porque estas cualidades, si abundan en ustedes, les harán crecer en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo, y evitarán que sean inútiles e improductivos" (2 Pedro 1:8).

¿Cómo defender a Cristo como embajadores suyos en Estados Unidos sin deprimirse? Podría ser útil preguntar cómo Pablo conservó la calma en Atenas mientras veía los distintos ídolos construidos para un panteón de dioses griegos y romanos, o cómo Daniel pudo funcionar en un gobierno babilonio pagano que "se ha deshecho en alabanzas a los dioses de oro, plata, hierro, madera y piedra, dioses que no pueden ver ni oír ni entender" (Daniel 5:23). Ambos hombres probablemente tuvieron que recurrir a Jehová a menudo, aquietar su alma y de vez en cuando encontrar alguna satisfacción en la cultura en la que Dios los había colocado, mientras se daban cuenta todo el tiempo que es Dios, en última instancia, quien cambia culturas trabajando a través de personas defectuosas pero redimidas.

Marvin Olasky señala en Standing for Christ in a Modern Babylon el enfoque impráctico que suelen tener los cristianos en el uso de la censura, los boicots o la legislación para eliminar el comportamiento pecaminoso de la sociedad estadounidense. Escribe: "'Tú debes hacer tal cosa porque Dios lo dice' conduce a miradas vacías o incrédulas . . ." Agrega: "Debemos entender que, en el parque temático de la libertad estadounidense, no podemos eliminar lo negativo; así que nuestra opción realista es enfatizar lo positivo". Una nación que ha elevado la tolerancia y la elección al tope de sus virtudes tiene muchas más probabilidades de responder a alternativas morales positivas que a la corrección.

Así como Pablo ofreció una alternativa a los dioses de Atenas, tienen que estar preparados para sugerir una alternativa cristiana a los puntos de vista que sostienen los no creyentes en Estados Unidos. Al igual que los embajadores eficaces en todas partes, tienen que entender los temas del día y responder de una forma que esté a tono con la cultura estadounidense.

Cuando P.E.T.A. y otros exaltan los derechos de la "especie del mes", mientras no dicen nada acerca de la muerte de los niños no nacidos, tienen que sugerirles el punto de vista de que los niños son más preciosos que los pollos, los perros y los gatos. Cuando el esplendor y la maravilla de la sexualidad humana son torcidos y pervertidos de formas novedosas, tienen que estar listos para ofrecer los beneficios y la belleza de las uniones heterosexuales monógamas para ambos cónyuges y sus descendientes. Cuando alguien sostiene que la moral es subjetiva y que la anarquía es una respuesta razonable, deben estar preparados para ofrecer un retrato de cómo las virtudes reveladas bíblicamente pueden beneficiar a la sociedad estadounidense. Usando el lenguaje de la suma encontrará muchos más oídos atentos en Estados Unidos que el lenguaje de los boicots, la censura y la ira.

La razón última para ser un embajador eficaz, y para la apologética, es mejorar las probabilidades de que el evangelio sea escuchado y recibido. Vuestra misión no es meramente reducir el pecado sino ser modelos de Cristo, para que las personas lleguen a conocer y aceptar el maravilloso mensaje de que "en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados . . . para que en él recibiéramos la justicia de Dios" (2 Corintios 5:19, 21).

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