viernes, 5 de diciembre de 2014

¿DEBO CONFIAR EN CHAMANES, CURANDEROS, CURAS CATÓLICOS O PASTORES CRISTIANOS PARA ALEJAR MIS ENFERMEDADES?

Cada día se toman más a la ligera el espiritismo, la brujería y otras clases de ocultismo, particularmente en el mundo occidental. Sin duda, los demonios han logrado que el público considere que el espiritismo no plantea grandes peligros. ¿Ha influido esta actitud en algunos cristianos? Sí.






Satanás intenta aprovecharse de nuestras necesidades en materia de salud. Por ejemplo, un cristiano enfermo quizás se descorazone viendo que ningún tratamiento lo ayuda a mejorar (Marcos 5:25, 26). ¿Cómo podrían valerse de su desánimo Satanás y sus demonios? Ellos saben que la Palabra de Dios advierte que no se busque “el auxilio de los que practican lo que es perjudicial” (Isaías 31:2). Por eso, pudieran tentar al enfermo a dejarse llevar por la desesperación, pasar por alto la advertencia bíblica y aceptar tratamientos o técnicas que usan algún “poder mágico”, o espiritista. Caer en esa trampa sería sin duda muy perjudicial para su relación con Dios. ¿En qué sentido?

 A los israelitas que habían usado “poder mágico”, Jehová les dijo: “Cuando ustedes extienden las palmas de las manos, escondo de ustedes los ojos. Aunque hagan muchas oraciones, no escucho” (Isaías 1:13, 15). Es obvio que nosotros no deseamos caer en ese mismo error. No queremos hacer nada que lleve a Jehová a cerrar sus oídos a nuestras súplicas y retirarnos su apoyo, y menos aún estando enfermos (Salmo 41:3). Por lo tanto, ¿cómo actuaremos si encontramos indicios de que un determinado tratamiento o método de diagnóstico tiene elementos espiritistas? Lo rechazaremos de plano (Mateo 6:13). Así no nos arriesgaremos a perder el favor de Jehová.





Un modo de animar espiritualmente a los enfermos es orar con ellos y por ellos. Aunque en nuestros días no solicitamos curaciones milagrosas, sí podemos pedir a Dios que les dé entereza para soportar su padecimiento y la fuerza espiritual necesaria para seguir aguantando en tales períodos de debilidad. Jehová los sustentará, y su fe se reforzará al mirar hacia el futuro, al día en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). Verdaderamente nos consuela saber que, por medio de Jesucristo resucitado y del Reino de Dios, la humanidad obediente será liberada para siempre del pecado, la enfermedad y la muerte. Agradecemos esta espléndida perspectiva a Jehová, ‘quien sanará todas nuestras dolencias’ (Salmo 103:1-3; Revelación 21:1-5).

La fe también nos ayuda a soportar “los días calamitosos” de la vejez, cuando la salud y las fuerzas van menguando (Eclesiastés 12:1-7). Los cristianos de edad avanzada pueden orar como lo hizo el anciano salmista que cantó: “Tú eres mi esperanza, oh Señor Soberano Jehová [...]. No me deseches en el tiempo de la vejez; justamente cuando mi poder está fallando, no me dejes” (Salmo 71:5, 9). El salmista sentía que necesitaba el apoyo divino, al igual que muchos cristianos que han envejecido en el servicio de Jehová. Por causa de su fe, pueden estar seguros de contar con el inquebrantable apoyo de los brazos eternos de Dios (Deuteronomio 33:27).

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