domingo, 28 de diciembre de 2014

¿A qué da énfasis la Navidad?



Millones de personas ven la Navidad como un tiempo para estar con la familia y los amigos, un tiempo para reforzar los lazos afectivos entre sí. Otros la consideran una ocasión propicia para reflexionar sobre el nacimiento de Jesucristo y el papel que desempeña en la salvación del hombre.
Con el paso de los años, esta fiesta se ha comercializado cada vez más. Al igual que en Occidente, la Navidad se ha convertido en una de las mejores fuentes de ganancias para fabricantes, mayoristas y comerciantes. Los adornos navideños se exhiben prominentemente en los escaparates. En las tiendas se escucha música navideña y villancicos de estilo occidental, hasta hace poco desconocidos en Rusia. Vendedores con grandes bolsas llenas de chucherías navideñas ofrecen su mercancía en los trenes urbanos y en otros medios de transporte público. Estas son las escenas que ahora predominan en Navidad.
Incluso a quienes no ven nada malo en este mercantilismo descarado tal vez les perturbe otro elemento: el abuso del alcohol y todas sus secuelas.
¿Honra en realidad a Cristo el modo como se celebran estas fiestas?
Es obvio que mucha gente no tiene una conducta cristiana durante las fiestas de fin de año. No obstante, aunque esto inquiete a algunos, quizás piensen que deben observarlas por respeto a Dios y a Cristo. Su deseo de agradar a Dios es encomiable, pero ¿agradan realmente a Dios y a Cristo las Navidades? Examinemos sus orígenes.
Prescindiendo de lo que uno opine sobre la postura soviética tocante a la Navidad, es difícil rebatir los siguientes hechos históricos mencionados en la Great Soviet Encyclopedia: “La Navidad [...] se tomó prestada de la adoración precristiana de dioses que ‘morían y resucitaban de entre los muertos’, muy popular sobre todo entre los pueblos agrícolas que, durante el solsticio de invierno del 21 al 25 de diciembre, acostumbraban celebrar anualmente el ‘nacimiento’ del Dios salvador, que hace renacer la naturaleza”.



Tal vez le llame la atención lo que esta misma enciclopedia señala con exactitud: “El cristianismo de los primeros siglos desconocía la celebración de la Navidad. [...] Desde mitad del siglo IV, el cristianismo asimiló la celebración del solsticio de invierno en honor a Mitra y la convirtió en la celebración de la Navidad. Los primeros que celebraron la Navidad fueron las comunidades religiosas de Roma. En el siglo X, la Navidad, junto con el cristianismo, se extendió a Rusia, donde se fusionó con la celebración invernal de los antiguos eslavos, en la que se honraba a los espíritus de los antepasados”.
Puede que usted se pregunte: “¿Qué dice la Palabra de Dios, la Biblia, sobre la afirmación de que Jesús nació el 25 de diciembre?”. La realidad es que la Biblia no da la fecha del nacimiento de Jesús, y no hay pruebas de que él la haya mencionado y mucho menos de que haya mandado celebrarla. Sin embargo, las Escrituras sí nos ayudan a determinar en qué época del año nació Jesús.
Los capítulos 26 y 27 del Evangelio de Mateo indican que Jesús fue ejecutado el 14 de nisán, al final del día de la Pascua judía que correspondió al 31 de marzo del año 33 de nuestra era. El Evangelio de Lucas nos enseña que Jesús tenía como 30 años cuando se bautizó y emprendió su ministerio (Lucas 3:21-23). Ese ministerio duró tres años y medio. Por lo tanto, Jesús tenía unos 33 años y medio cuando murió, y hubiera cumplido 34 aproximadamente el 1 de octubre del año 33. Lucas cuenta que cuando Jesús nació, había pastores que “vivían a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños” (Lucas 2:8). Los pastores no podrían haber estado a la intemperie con sus rebaños en el frío mes de diciembre, cuando incluso cae nieve en Belén. Pero sí podrían haber estado allí alrededor del 1 de octubre, el tiempo en que, según indican los hechos, nació Jesús.
¿Y la celebración del día de Año Nuevo? Como hemos visto, se caracteriza por el comportamiento libertino, y a pesar de los intentos por secularizarlo, este festejo también tiene un origen turbio.
En vista de los hechos que se han expuesto sobre las fiestas de fin de año, está claro que no centran la atención en Jesús. Si a usted le perturban el mercantilismo y la conducta impropia que se observan en las Navidades, así como sus desagradables orígenes paganos, no se desanime. Hay una manera apropiada de dar la debida reverencia a Dios, honrar a Cristo, y al mismo tiempo reforzar los lazos familiares.
Una mejor manera de honrar a Dios y a Cristo
La Biblia nos dice que Jesucristo vino “para dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mateo 20:28). Él dejó que lo ejecutaran, sí, estuvo dispuesto a morir por nuestros pecados. Algunas personas que quieren honrar a Cristo tal vez piensen que pueden hacerlo durante la Navidad. No obstante, como hemos visto, la Navidad y el Año Nuevo tienen muy poco que ver con Cristo y hunden sus raíces en celebraciones paganas. Además, la época navideña, por atrayente que sea para algunos, se caracteriza por el mercantilismo descarado. También hay que admitir que estas fiestas van asociadas a conducta vergonzosa que desagrada a Dios y a Cristo.
En vista de esto, ¿cómo debería reaccionar la persona que desea agradar a Dios? En vez de aferrarse a tradiciones humanas que tal vez satisfagan sus sentimientos de religiosidad pero que están en pugna con las Escrituras, debe buscar la verdadera forma de honrar a Dios y a Cristo. ¿Cuál es esta, y qué debemos hacer?
Cristo mismo nos dice: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Así es, la persona sincera procura adquirir conocimiento exacto sobre cómo honrar a Dios y a Cristo, y luego pone en práctica lo aprendido no solo en cierta época del año, sino en su vida diaria. A Dios le complacen esos esfuerzos genuinos, que pueden llevar a la persona a la vida eterna.


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