domingo, 28 de diciembre de 2014

MADRES QUE DAN MALOS EJEMPLOS A SUS HIJAS



"Igualmente, que las mujeres de edad sean reverentes en su comportamiento, no calumniadoras, ni esclavizadas a mucho vino, maestras de lo que es bueno; para que hagan recobrar el juicio a las mujeres jóvenes para que estas amen a sus esposos, amen a sus hijos, sean de juicio sano, castas, trabajadoras en casa, buenas, sujetas a sus propios esposos, para que no se hable injuriosamente de la palabra de Dios". (Tito 2:3-5)
En la congregación cristiana, los comentarios de las mujeres durante las reuniones son muy bien recibidos. Los maestros respetan a las mujeres con madurez cristiana que, en público y en privado, son ejemplares, “maestras de lo que es bueno” (Tito 2:3).
Las cristianas maduras de hoy, al igual que las del siglo primero, deben ser “reverentes en su comportamiento, no calumniadoras, ni esclavizadas a mucho vino, maestras de lo que es bueno”. Así, los consejos que den en privado a “las mujeres jóvenes” de la congregación tendrán más peso.
La labor de la esposa es fundamental para que la familia esté bien atendida. Por ejemplo, la Biblia les dice a las casadas que “amen a sus esposos, amen a sus hijos, sean de juicio sano, castas, trabajadoras en casa, buenas, sujetas a sus propios esposos” (Tito 2:4, 5). La esposa y madre que así lo hace se gana el cariño y el respeto de su familia (Proverbios 31:10, 28).



Según cierto dicho asiático, criar una hija es como regar el jardín del vecino. Sin embargo, el padre cristiano amoroso no se deja llevar por esa forma de pensar.
Las cristianas maduras deben animar a las mujeres jóvenes a que “amen a sus esposos, amen a sus hijos” y sean “trabajadoras en casa”. En otras palabras, deben animarlas a cuidar de su familia. Así, nadie tendrá razones para criticar a Dios.
“Nadie puede servir como esclavo a dos amos [...]. No pueden ustedes servir como esclavos a Dios y a las Riquezas.” (Mateo. 6:24)
Jehová no quiere que sus siervas vivan en la miseria. En tiempos de Jesús también había mucha gente pobre y desvalida, y es probable que muchos pensaran que teniendo más dinero se sentirían más felices y seguros (Mar. 14:7). Pero Jesús no quería que confiaran en riquezas pasajeras, sino en Jehová, la Fuente de riquezas permanentes. En el Sermón del Monte explicó que la felicidad y seguridad verdaderas no dependen de lo que tengamos ni de lo mucho que trabajemos, sino de nuestra amistad con Jehová.



En su oración modelo, ¿dijo Jesús que le pidiéramos a Dios seguridad económica? No. Él nos enseñó a pedirle “nuestro pan para [cada] día”, refiriéndose a las necesidades diarias. Y añadió sin rodeos: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra [...]. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo” (Mat. 6:9, 11, 19, 20).
Buscar primero “la justicia de Dios” incluye ver las obligaciones familiares como las ve Jehová. La Ley mosaica mandaba a las madres a educar espiritualmente a sus hijas, y ese principio también es aplicable a las madres cristianas (lea Deuteronomio 6:6, 7).
Muchas siervas contemporáneas de Jeremías solían desobedecer a Dios y así abusaban de su paciencia y misericordia. En la actualidad, ¿podríamos adoptar el mismo hábito? Sí, si hacemos caso omiso de los recordatorios divinos y comenzamos a practicar el pecado. Pero incluso si nadie se diera cuenta del pecado, el que desobedece a Jehová se encamina al fracaso.
Alguien que llevara una doble vida podría pensar que no lo van a descubrir; sin embargo, la realidad es que Dios examina lo que hay en nuestra mente y corazón y puede ver lo que sucede a puerta cerrada (léase Jeremías 32:19).



El pecador arrepentido reconoce que al desobedecer a Jehová, ha manchado el nombre de Dios y el de la congregación cristiana. Además, lo apesadumbra profundamente el dolor que haya podido ocasionar a gente inocente. Debe saber que su solicitud de perdón solo es válida ante Jehová cuando admite todo el daño causado por sus malos actos. Pero volverse a Dios implica algo más.
La persona verdaderamente arrepentida escudriña sus motivos, deseos y costumbres (léase Lamentaciones 3:40, 41). Examina los aspectos de su vida donde hay fisuras, tales como su relación con el sexo opuesto, amor por lo material y los puestos encumbrados, el uso que le da a Internet o sus tratos comerciales. Así como una mujer friega hasta los rincones más ocultos de su cocina para mantenerla higiénicamente limpia, la sierva arrepentida ha de esforzarse por purificar sus pensamientos y sus actos privados. Para ‘volverse a Jehová’, debe cumplir con sus exigencias y ajustarse a sus normas.
Algunas judías del tiempo de Jeremías se volvieron a Jehová “falsamente”; es decir, fingieron sentir remordimiento pero nunca cambiaron su actitud o forma de vivir (Jer. 3:10). A diferencia de ellas, la que sinceramente solicita perdón no trata de engañar ni a Jehová ni a la congregación. En vez de solo querer lavar su reputación o volver a juntarse con sus parientes y hermanos de fe, desea dejar en el pasado los males cometidos y granjearse el perdón y el favor de Dios. Es indudable que la persona que reconoce sus errores ha de tragarse el orgullo.
Nuestro Padre, Jehová, ha prometido ayudarnos a conseguir las cosas que realmente necesitamos si nosotros ponemos su Reino y su justicia primero en la vida (Mat. 6:33). Por eso, los cristianos verdaderos siempre tenemos una alternativa. Sin importar cuáles sean los problemas que se nos presenten, siempre hay una manera de afrontarlos cumpliendo los principios bíblicos. Jehová nos asegura que nos dará una “salida” (lea 1 Corintios 10:13). Si demostramos que confiamos en él pidiéndole sabiduría y siguiendo sus mandatos y principios, “él mismo obrará” en nuestro favor (Sal. 37:5, 7). Bendecirá nuestros esfuerzos sinceros por servirle solo a él, nuestro único Amo. Cuando lo ponemos en primer lugar, él se encarga de que nos vaya bien.

Los globos luminosos, otro peligro más en las fiestas




“No debería hallarse en ti [...] practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista.” (Deuteronomio 18:10-14.)
“¡Es un amuleto de la suerte!” Exclamaba un ciudadano chino, presentándo una de esas linternas chinas, roja y muy bonita. Las linternas chinas también pueden comunicar noticias de nacimiento, muerte, estatus en la sociedad, e incluso un peligro por venir...si, el peligro de los incendios que estas provocan.
La linterna voladora, conocida también como linterna china, globo del deseo o globo de papel seda, es una linterna aérea de papel proveniente del lejano oriente que ha adquirido popularidad en occidente. Está hecha con papel de arroz y con un armazón elaborado con bambú o con metal. En el interior de la linterna volante hay una base de parafina que es encendida para que la llama caliente el aire dentro de la linterna; disminuyendo así la densidad y causando que la linterna se eleve al cielo. La linterna volante se mantendrá en el aire mientras siga viva la llama. Al apagarse la llama, la linterna cae en el suelo.
Proverbios 18:10 dice: “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo, y se le da protección”. Así que para obtener protección hay que acudir a Jehová. Los siervos de Dios no recurren a amuletos para protegerse de las malvadas obras de Satanás y los demonios, ni temen los maleficios de los hechiceros. Creen lo que dice la Biblia: “En cuanto a Jehová, sus ojos están discurriendo por toda la tierra para mostrar su fuerza a favor de aquellos cuyo corazón es completo para con él” (2 Crónicas 16:9).

¿ QUE ES EL NUEVO MUNDO ?



“El nuevo mundo.” Al oír esas palabras, ¿acuden a nuestra mente imágenes de las bendiciones materiales predichas en la Biblia? Un cuerpo perfecto, alimento nutritivo en abundancia, animales mansos, vivienda segura... Hasta podemos citar pasajes que respaldan tales expectativas. Sin embargo, no olvidemos esta otra bendición: la salud espiritual y emocional. Sin ella, todos los demás deleites pronto se esfumarían.
Así será el futuro Paraíso terrestre
Los muertos serán resucitados: “Todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28, 29).
Ya no habrá vejez, enfermedades ni muerte: “Ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor” (Revelación 21:4).
La comida será sana y abundante: “La tierra misma ciertamente dará su producto; Dios, nuestro Dios, nos bendecirá” (Salmo 67:6).
Habrá casas dignas y trabajo satisfactorio: “Edificarán casas, y las ocuparán; [...] la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal” (Isaías 65:21, 22).
Desaparecerán la violencia, el crimen y las guerras: Jehová “hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra” (Salmo 46:9). “En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra.” (Proverbios 2:22.)

Sálganse de ella, pueblo mío



Y oí otra voz procedente del cielo decir: “Sálganse de ella, pueblo mío, si no quieren participar con ella en sus pecados, y si no quieren recibir parte de sus plagas. (Revelación o Apocalipsis 18:4)

En una carta que escribió en la segunda mitad del siglo I, el apóstol Pablo advirtió a los cristianos de un serio peligro. “Cuidado —dijo—: quizás haya alguien que se los lleve como presa suya mediante la filosofía y el vano engaño según la tradición de los hombres.” (Colosenses 2:8.)

Si deseas conocer más sobre este tema mira los siguientes enlaces:

http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/102011451
http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1102005161#h=0:0-8:0

Obedecer no está de moda


Muchas personas ni siquiera se plantean si está bien o mal actuar de cierto modo, sino que hacen lo que les apetece o lo que les conviene. Esta actitud se ve en los conductores que cometen infracciones, los inversores que violan las leyes financieras y los altos funcionarios que burlan las leyes que incluso ellos mismos han contribuido a implantar. En los días de Jeremías también era común lanzarse al “proceder popular”, a sabiendas de que era incorrecto y perjudicial (Jer. 8:6).
Nosotros sabemos que quienes desean obtener el favor del Todopoderoso no pueden sencillamente seguir el “proceder popular”. ¿Por qué merece Jehová nuestra total obediencia? Jeremías aporta una razón llamándolo “el Hacedor de la tierra por su poder, Aquel que firmemente estableció la tierra productiva por su sabiduría” (Jer. 10:12). En efecto, Jehová es el Soberano del universo, y debemos temerle por encima de todos los demás gobernantes. Él posee el derecho absoluto a esperar que cumplamos con sus sabios mandamientos, que al fin y al cabo son para nuestro beneficio (Jer. 10:6, 7).
Jehová no es únicamente el Gobernante Universal, sino el Sustentador de la vida, nuestra vida. A los contemporáneos de Jeremías no les quedó ninguna duda al respecto. Mientras que Egipto dependía muchísimo de las aguas del Nilo, la Tierra Prometida dependía en gran manera del agua de las lluvias estacionales, que sus habitantes almacenaban en cisternas subterráneas (Deu. 11:13-17). Solo Jehová era capaz de hacer llover y empapar el suelo para que produjera. Por otro lado, él también podía retener las tan ansiadas lluvias. De ahí que en los días de Jeremías, los desobedientes judíos sufrieran una serie de sequías devastadoras que dejaron resecos sus campos, viñas, pozos y cisternas (Jer. 3:3; 5:24; 12:4; 14:1-4, 22; 23:10).
Aunque los judíos estimaban mucho el agua literal, rechazaron el “agua viva” que Jehová les ofrecía en abundancia. Lo demostraron desobedeciendo deliberadamente la Ley divina y aliándose con otras naciones. Llegaron a ser como alguien que durante una sequía guarda la poca agua que tiene en una cisterna rota, así que sufrieron las consecuencias (léanse Jeremías 2:13 y 17:13). Nosotros no tenemos por qué actuar como ellos y acarrearnos la ruina. Jehová continúa regalándonos abundancia de “agua viva”, es decir, la guía de su Palabra inspirada; pero solo nos beneficiaremos de ella si la estudiamos y procuramos seguirla.
Jehová se valió de Jeremías para exhortar reiteradamente a su pueblo con palabras como estas: “Vuélvanse, por favor, cada uno de su camino malo, y hagan buenos sus caminos y sus tratos” (Jer. 7:3; 18:11; 25:5; léase Jeremías 35:15).

¿Le importan a Dios los animales?



La vida animal corre peligro. Muchos científicos creen que las especies se están extinguiendo a un ritmo muy acelerado, una de las trágicas consecuencias de la invasión humana. A este sombrío panorama se suman la producción industrial de alimentos, los deportes crueles y el insensible abandono de mascotas.
Algunos opinan que este es el precio inevitable que hay que pagar por el progreso. Pero ¿es eso lo que Dios quería? ¿Ha abandonado él a los animales para que sufran a manos del hombre? ¿Cómo sabemos que le importan?
Tras crear los peces, las aves y los animales terrestres, Dios se manifestó muy complacido: “Llegó a ver que [todo] era bueno”, afirma la Biblia (Génesis 1:21, 25). Tales criaturas, desde la más pequeña hasta la más grande, eran objeto de su interés y amor. Él no solo las hizo “instintivamente sabias”, sino que les dio lo necesario para que medraran en su ambiente. Como bien dijo un escritor: “Todos [los animales] te siguen esperando para que les des su alimento a su tiempo. Lo que les das, ellos lo recogen. Abres tu mano... se satisfacen con cosas buenas” (Proverbios 30:24; Salmo 104:24, 25, 27, 28).
Adán empezó a ponerles nombre a los animales, fue porque Jehová le concedió ese privilegio; además, él lo ayudó trayéndole los animales para ver cómo los llamaría (Génesis 2:19). Solo siguiendo la guía divina podría el hombre cumplir la misión de cuidar de los animales.
La Biblia dice: “El justo está cuidando del alma de su animal doméstico, pero las misericordias de los inicuos son crueles” (Proverbios 12:10).
Dios dio a la nación de Israel leyes que se ocupaban del bienestar de los animales. El establecimiento del sábado como día semanal de descanso también los beneficiaba a ellos porque podían reposar (Éxodo 23:12). Es significativo que aun cuando no estaba permitido realizar ningún trabajo ese día sagrado, sí había que socorrer a cualquier animal que estuviera en apuros (Lucas 14:5). Dios también indicó que no se debía impedir que un buey comiera mientras trillaba el grano, y a las bestias de carga no se las debía sobrecargar (Éxodo 23:5; Deuteronomio 25:4). Asimismo, estaba prohibido atar al yugo un buey y un asno para evitar que uno de los dos se lastimara (Deuteronomio 22:10). La Biblia enseña, pues, que hay que tratar a los animales con consideración, respeto y compasión.
Mucha gente solo vela por sus intereses y es indiferente al daño que pueda causar a los animales, pero Dios se compadece de ellos.
Queda claro que Dios no es insensible al trato que se da a los animales. Su amado Hijo, Jesús, dijo que ni un gorrión cae a tierra sin el conocimiento de su Padre (Mateo 10:29). Por el contrario, los humanos no comprenden plenamente el efecto de sus actos en el medioambiente, aunque tengan las mejores intenciones.
Para que haya un sistema de administración que proteja la fauna y la flora, tiene que darse primero un cambio en el modo de pensar de la humanidad.
Felizmente, la Biblia habla del tiempo en que bajo el Reino de Dios, “la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová” (Isaías 11:9). Así, las personas obedientes contarán con la preparación necesaria para administrar bien la Tierra. La influencia del Creador garantizará la convivencia armoniosa entre el hombre y las bestias, restaurando las condiciones que existían originalmente.
La Biblia describe con estas palabras la transformación que tendrá lugar: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. Y la vaca y la osa mismas pacerán; sus crías se echarán juntas. Y hasta el león comerá paja justamente como el toro. Y el niño de pecho ciertamente jugará sobre el agujero de la cobra; y sobre la abertura para la luz de una culebra venenosa realmente pondrá su propia mano un niño destetado”. ¡Qué perspectiva tan gloriosa se ofrece ante nuestros ojos! (Isaías 11:6-8.)

¿ QUE ES EL NUEVO MUNDO QUE MENCIONA LA BIBLIA ?

“Dios [será] todas las cosas para con todos.” (1 COR. 15:28)
¿Qué significará para usted el cumplimiento de estas promesas bíblicas?
Miqueas 4:4
Isaías 11:6-9
Juan 5:28, 29
¿Se imagina usted todo lo que un gobierno poderoso con un rey justo y compasivo podría hacer por sus súbditos en mil años? Pues bien, ese es el emocionante futuro que les aguarda a los incontables miembros de la “gran muchedumbre” tras sobrevivir a “la gran tribulación” que pondrá fin a este malvado sistema de cosas (Rev. 7:9, 14).
Los seis mil años de historia en los que el ser humano se ha gobernado a sí mismo han estado plagados de dolor y sufrimiento. Hace mucho tiempo, la Biblia declaró: “El hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo” (Ecl. 8:9). Y eso es justo lo que vemos hoy día: guerras, revueltas y problemas devastadores como la pobreza, las epidemias, la destrucción del medio ambiente y el cambio climático. Numerosos mandatarios han asegurado que si no cambiamos radicalmente nuestra actitud, las consecuencias serán desastrosas.
Durante el gobierno mesiánico de Jesucristo y los 144.000, el Reino de Dios irá remediando todo el daño que han sufrido los seres humanos y su hogar, el planeta Tierra. Bajo el Reinado de Mil Años se cumplirá esta alentadora promesa de Jehová: “Voy a crear nuevos cielos y una nueva tierra; y las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón” (Is. 65:17). ¿Qué maravillosos acontecimientos tendrán lugar en ese entonces? Aunque aún no podemos contemplarlos, las profecías de la Palabra de Dios nos dejan entrever “las cosas [...] que no se ven” todavía (2 Cor. 4:18).
“EDIFICARÁN CASAS, Y [...] PLANTARÁN VIÑAS”
¿A quién no le gustaría tener su propia casa, un lugar donde su familia pueda sentirse segura? Sin embargo, el mundo actual se enfrenta a una enorme crisis de vivienda. Las grandes ciudades están abarrotadas, y muchos de sus habitantes se las arreglan como pueden malviviendo en barrios pobres en condiciones míseras. Para estas personas, la idea de poseer un hogar digno no es más que un sueño.
Bajo el Reino, todo el mundo verá cumplido su deseo de poseer un hogar, pues Isaías profetizó: “Edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto” (Is. 65:21). Claro está, hoy día hay personas que ya disponen de una casa, y algunos incluso de una gran propiedad o una mansión. Pero siempre existe el miedo de perderla por problemas económicos o el de sufrir el asalto de un ladrón o algo peor. El Reino de Dios también eliminará esas preocupaciones, pues el profeta Miqueas escribió: “Se sentarán, cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá nadie que los haga temblar” (Miq. 4:4).
¿Cómo debe influir en nosotros esta magnífica esperanza? Por supuesto, todos necesitamos una vivienda digna. Pero en lugar de afanarnos ahora por conseguir la casa de nuestros sueños —y quizá endeudarnos hasta el cuello—, ¿no sería más lógico concentrarnos en la promesa de Jehová? Refiriéndose a sí mismo, Jesús dijo: “Las zorras tienen cuevas y las aves del cielo tienen donde posarse, pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza” (Luc. 9:58). Jesús contaba con la capacidad y los conocimientos necesarios para construir o comprar la mejor vivienda imaginable. ¿Por qué no lo hizo? Sin duda, porque no quería distraerse ni enredarse en nada que le hiciera relegar el Reino a un segundo plano. ¿Podemos imitar su ejemplo y mantener el ojo sencillo, evitándonos los enredos y preocupaciones que conlleva el materialismo? (Mat. 6:33, 34.)
“EL LOBO Y EL CORDERO [...] PACERÁN COMO UNO SOLO”
Cuando Jehová hizo la Tierra, hizo a los seres humanos —su obra cumbre— en último lugar. ¿Cuál era su voluntad para ellos? Jehová la expresó cuando le dijo a su Primogénito, su Obrero Maestro: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza, y tengan ellos en sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los cielos y los animales domésticos y toda la tierra y todo animal moviente que se mueve sobre la tierra” (Gén. 1:26). En efecto, Dios dispuso que Adán, Eva y el resto de la humanidad dominaran a los animales.
¿De verdad es posible que los seres humanos dominen a todos los animales y estén en paz con ellos? Muchas personas tienen una relación muy estrecha con sus perros, gatos y otras mascotas. Pero ¿qué hay de los animales salvajes? Un estudio señala: “Los científicos que viven cerca de ellos y los estudian han descubierto que los mamíferos tienen emociones”. Todos los hemos visto manifestar instintos como el miedo o la agresividad ante una amenaza, pero ¿son capaces de expresar sentimientos? El mismo estudio añade: “Cuando llega su juventud revelan el atributo más noble que los adorna: su enorme capacidad para sentir cálidos afectos”.
No nos debe costar creer que, tal como promete la Biblia, los seres humanos vivirán en armonía con los animales (léanse Isaías 11:6-9 y 65:25). ¿Por qué? Recordemos lo que Jehová les dijo a Noé y su familia cuando salieron del arca: “Un temor a ustedes y un terror a ustedes continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra”. Este miedo instintivo les sirve de protección a los animales (Gén. 9:2, 3). Sin duda, Jehová puede eliminarles total o parcialmente ese temor para que su voluntad original se cumpla (Os. 2:18). ¡Qué fascinante será para quienes vivan en la Tierra!
“LIMPIARÁ TODA LÁGRIMA”
Al ver “todos los actos de opresión que se [estaban] haciendo bajo el sol”, Salomón se lamentó: “¡Mira!, las lágrimas de aquellos a quienes se oprimía, pero no tenían consolador” (Ecl. 4:1). Hoy día, las cosas están igual, o incluso peor. ¿Quién no ha derramado lágrimas en alguna ocasión? Cierto es que a veces podemos llorar de alegría, pero normalmente el llanto es el reflejo de un corazón que sufre.
Pensemos en algunos relatos bíblicos marcados por la emotividad y los sentimientos. Por ejemplo, “Abrahán entró a plañir a Sara y a llorarla” cuando ella falleció con 127 años de edad (Gén. 23:1, 2). Cuando Noemí se despidió de sus dos nueras viudas, en dos ocasiones “ellas se pusieron a alzar la voz y llorar” (Rut 1:9, 14). Cuando el rey Ezequías se enfermó y sabía que iba a morir, oró a Dios y “se puso a llorar profusamente”, lo que al parecer conmovió a Jehová (2 Rey. 20:1-5). ¿Y cómo no emocionarse al pensar en la ocasión en que Pedro, después de negar a Jesús, oyó cantar al gallo y “lloró amargamente”? (Mat. 26:75.)
Todos sufrimos desgracias —sean grandes o pequeñas—, y todos tenemos una enorme necesidad de recibir alivio y consuelo. Eso es justo lo que el Reinado de Mil Años les brindará a sus súbditos, pues la Biblia promete que Dios “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor” (Rev. 21:4). Es maravilloso saber que la tristeza, el llanto y el dolor van a desaparecer. Pero Dios también ha prometido acabar con algo aún peor, el mayor enemigo de la humanidad: la muerte. ¿Cómo lo hará?
“TODOS LOS QUE ESTÁN EN LAS TUMBAS CONMEMORATIVAS [...] SALDRÁN”
Desde el pecado de Adán, la muerte ha reinado sobre la humanidad imperfecta como un enemigo invencible del que nadie ha podido escapar, una fuente de tristeza y dolor incalculables (Rom. 5:12, 14). Puede afirmarse que, “por temor de la muerte”, millones de seres humanos están “sujetos a esclavitud durante toda su vida” (Heb. 2:15).
La Biblia promete que “como el último enemigo, la muerte ha de ser reducida a nada” (1 Cor. 15:26). De esto se beneficiarán dos grupos. Por un lado, la “gran muchedumbre” que existe ahora tendrá la posibilidad de entrar con vida en el nuevo mundo y no tener que morir jamás. Por otra parte, los miles de millones de personas que ya han caído en las garras de la muerte podrán volver a la vida. ¿Se imagina la inmensa alegría que sentirán los miembros de la “gran muchedumbre” cuando reciban a los resucitados? Para hacernos una idea, leamos con atención algunos relatos bíblicos de resurrecciones (léanse Marcos 5:38-42 y Lucas 7:11-17).
Reflexionemos en las expresiones “estuvieron fuera de sí con gran éxtasis” y “se pusieron a glorificar a Dios” de los pasajes anteriores. Si hubiéramos estado presentes en esas ocasiones tan gozosas, es probable que también nos hubiéramos emocionado muchísimo. De seguro, ver vivos otra vez a nuestros seres queridos nos hará sentir una alegría indescriptible. Jesús dijo: “Viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán” (Juan 5:28, 29). Aunque la resurrección es una de “las cosas [...] que no se ven” actualmente, no hay duda de que será uno de los acontecimientos más inolvidables de la historia.
DIOS SERÁ “TODAS LAS COSAS PARA CON TODOS”
A quienes sean fieles a Jehová en estos tiempos críticos les aguarda un futuro maravilloso. Aunque aún no veamos esas gloriosas bendiciones, tenerlas siempre presentes nos ayudará a concentrarnos en lo que de verdad importa y no permitir que las distracciones de este mundo nos saquen del buen camino (Luc. 21:34; 1 Tim. 6:17-19). Hablemos con entusiasmo de nuestra anhelada esperanza cuando estudiemos y adoremos a Jehová en familia, cuando conversemos con los hermanos en la fe y cuando demos clases de la Biblia o proclamemos su mensaje. De este modo, dicha esperanza se mantendrá viva en nuestra mente y en nuestro corazón. Así fue como el apóstol Pablo animó a sus hermanos cristianos cuando, por decirlo así, los hizo viajar con la imaginación hasta el fin del Reinado de Mil Años de Cristo. Lo invitamos a reflexionar en el profundo significado de lo que escribió en 1 Corintios 15:24, 25, 28 (léase).
Pablo describió con acierto ese momento culminante al decir que Dios será “todas las cosas para con todos”. ¿Qué significan esas palabras? Antes de pecar, Adán y Eva formaban parte de la familia universal de Dios y vivían en paz y armonía con ella. Jehová, el Soberano Universal, gobernaba directamente toda su creación, tanto a los ángeles como a los seres humanos. Ellos podían adorarle y comunicarse personalmente con él, y Jehová los bendecía. En efecto, él era “todas las cosas para con todos”.
Esa relación se vio truncada cuando los seres humanos se dejaron influir por Satanás y se rebelaron contra la soberanía de Jehová. No obstante, el Reino mesiánico está tomando medidas desde el año 1914 para recuperar la unidad y la armonía (Efes. 1:9, 10). Durante el Reinado de Mil Años se harán realidad magníficas “cosas [...] que no se ven” todavía. A continuación vendrá “el fin”, es decir, la conclusión del Reinado de Mil Años de Cristo. ¿Qué sucederá después? Aunque a Jesús se le ha concedido “toda autoridad [...] en el cielo y sobre la tierra”, él no tiene la menor intención de usurpar el puesto de Jehová, pues no es ambicioso. Más bien, humildemente le “entrega el reino a su Dios y Padre”, empleando su autoridad y privilegiada posición “para la gloria de Dios” (Mat. 28:18; Filip. 2:9-11).
Para ese entonces, los súbditos terrestres del Reino habrán alcanzado la perfección. Imitarán el ejemplo de Jesús y se someterán de buena gana y con humildad a la soberanía de Jehová. A fin de demostrar su buena disposición, tendrán que superar una prueba final (Rev. 20:7-10). Por último, todos los rebeldes —humanos y espirituales— serán eliminados para siempre. ¡Qué momento tan gozoso! La familia universal al completo alabará feliz a Jehová, que será “todas las cosas para con todos” (léase Salmo 99:1-3).
¿Qué efecto tendrá en usted este análisis de las gloriosas promesas del Reino que están por cumplirse? ¿Concentrará su atención y sus energías en hacer la voluntad de Dios? ¿Resistirá la tentación de dejarse descarriar por las falsas esperanzas y las comodidades del mundo de Satanás? ¿Fortalecerá su determinación de apoyar y defender la soberanía de Jehová? En tal caso, demuestre con hechos que su deseo es hacerlo por toda la eternidad. Entonces tendrá el privilegio de disfrutar de paz y prosperidad durante mil años... ¡y muchos más!


INFLUENCIA DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN EN NUESTRAS VIDAS

El Diablo fomenta mentiras que, si nos descuidamos, podrían engañarnos. El Diablo nos miente al asegurarnos que " No hay nada bueno ni malo. Todo depende del cristal con que se mire". Los medios de comunicación y el mundo del espectáculo nos bombardean constantemente con esta idea, que nos anima a dejar de lado las normas divinas. Sin embargo, los seres humanos tenemos la imperiosa necesidad de recibir guía moral, y el único que nos la puede dar es Jehová (Jer. 10:23).



¿Cómo podemos evitar la trampa de “seguir a Satanás”? Obedeciendo los consejos de la Biblia. Veamos algunas sabias recomendaciones de Pablo a sus hermanos. Deben tener “mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58). El celo por la obra del Reino es un antídoto contra la pereza y la pérdida de tiempo (Mat. 6:33).


¿ES EL BRINDIS UNA COSTUMBRE CON TINTES RELIGIOSOS?



En las bodas, así como en otras reuniones sociales, es frecuente hacer brindis. En el año 1995, una obra especializada señaló que el brindis “es una práctica social que probablemente se remonta a las antiguas libaciones, sacrificios en los que se ofrecía un líquido sagrado a los dioses [...] a cambio de un deseo, elevando una súplica que se resume en las palabras ‘¡que sea por muchos años!’ o ‘¡a tu salud!’” (International Handbook on Alcohol and Culture).
Es cierto que muchos no consideran el brindis un gesto religioso ni una superstición. Sin embargo, la costumbre de alzar la copa pudiera verse como una súplica al “cielo”, o a una fuerza sobrenatural, para pedir algún favor. Esta forma de solicitar una bendición no está de acuerdo con las Escrituras (Juan 14:6; 16:23).
Brindar con una copa de vino (o de otra bebida alcohólica) es una práctica antigua y muy difundida, si bien el procedimiento puede variar ligeramente de un lugar a otro. Por ejemplo, a veces se hacen chocar las copas, y quien propone el brindis suele desear a alguien felicidad, salud, muchos años de vida o cosas semejantes. Por su parte, los demás tal vez expresen en voz alta su asentimiento o levanten las copas y beban un sorbo de vino. Aunque a muchas personas les parezca una costumbre inofensiva o un simple acto de cortesía, los testigos de Jehová tienen buenas razones para no participar en los brindis.
No es que el cristiano no desee que los demás disfruten de felicidad y buena salud. De hecho, el cuerpo gobernante del siglo primero concluyó una carta dirigida a las congregaciones con una palabra que puede traducirse por “buena salud a ustedes”, “que estén bien” o “que sigan bien” (Hechos 15:29). Además, algunos siervos de Dios dijeron a reyes humanos: “¡Viva mi señor [...] hasta tiempo indefinido!”, y también: “¡Viva el rey mismo hasta tiempo indefinido!” (1 Reyes 1:31; Nehemías 2:3).
Sin embargo, ¿qué origen tiene la costumbre de brindar? La Atalaya del 1 de marzo de 1968 citó las siguientes palabras de la Encyclopædia Britannica (1910), tomo 13, página 121: “La costumbre de beber ‘a la salud’ de los vivos muy probablemente se deriva del antiguo rito religioso de brindar por los dioses y por los muertos. En las comidas, los griegos y los romanos efectuaban libaciones [derramaban vino o licores] en honor de sus dioses, y en banquetes ceremoniales brindaban por ellos y por los muertos”. Esa misma enciclopedia añade: “Íntimamente relacionado con estas costumbres de beber casi sacrificiales tiene que haber estado siempre el acto de brindar por la salud de hombres vivos”.
¿Sigue siendo válida esta afirmación? La obra International Handbook on Alcohol and Culture, editada en 1995, comenta: “[El brindis] es probablemente un vestigio seglar de las antiguas libaciones sacrificiales en las que se ofrecía un líquido sagrado a los dioses: sangre o vino a cambio de un deseo, una oración resumida en las palabras ‘¡larga vida!’ o ‘¡a tu salud!’”.
Hay que admitir que el hecho de que una cosa, figura o práctica tenga su origen en antiguos ritos paganos o guarde cierto paralelo con ellos no siempre la hace inaceptable para los adoradores verdaderos. Pongamos por caso la granada, fruta mencionada en la Biblia. Una reconocida enciclopedia bíblica comenta: “Parece que algunas religiones paganas también usaron la granada como símbolo sagrado”. Aun así, Dios mandó adornar con granadas de hilo el dobladillo de la vestidura del sumo sacerdote, y también se empleó ese diseño para decorar las columnas de cobre del templo de Salomón (Éxodo 28:33; 2 Reyes 25:17). Por su parte, los anillos de boda tuvieron una vez un significado religioso. No obstante, la mayoría de la gente no sabe tal cosa, de modo que considera que un anillo de boda es simplemente una indicación de que quien lo lleva está casado.
¿Qué se puede decir sobre el consumo de vino en conexión con actos religiosos? Por ejemplo, hubo una ocasión en que los hombres de Siquem —que adoraban a Baal— “entraron en la casa de su dios y comieron y bebieron e invocaron el mal contra Abimélec”, hijo de Gedeón (Jueces 9:22-28). ¿Cree usted que alguien leal a Jehová habría bebido con ellos, quizá invocando a un dios falso para que perjudicara a Abimélec? Acerca de los numerosos israelitas que en cierto período se rebelaron contra Jehová, el profeta Amós dijo: “Se estiran al lado de todo altar; y el vino de los que han sido multados beben en la casa de sus dioses” (Amós 2:8). ¿Habría hecho eso un siervo verdadero de Dios, ya sea que el vino se derramara en honor de los dioses o sencillamente se bebiera en esas circunstancias? (Jeremías 7:18.) ¿Cree que un adorador de Jehová habría alzado una copa de vino para pedir a algún dios que actuara a favor de alguien o bendijera su futuro?
Es de interés que hubo ocasiones en que los siervos de Jehová alzaron las manos hacia el cielo para pedir que sucediera algo bueno. Pero las alzaron al Dios verdadero. Por ejemplo, leemos que “Salomón procedió a ponerse de pie delante del altar de Jehová [y] extendió las palmas de las manos a los cielos; y pasó a decir: ‘Oh Jehová el Dios de Israel, no hay Dios como tú [...]; y dígnate oír tú mismo en el lugar de tu morada, en los cielos, y tienes que oír y perdonar’” (1 Reyes 8:22, 23, 30). De forma parecida, “Esdras bendijo a Jehová [...], a lo que todo el pueblo contestó: ‘¡Amén! ¡Amén!’, con el alzamiento de las manos. Entonces se inclinaron y se postraron ante Jehová” (Nehemías 8:6; 1 Timoteo 2:8). Es evidente que estos siervos fieles no alzaron las manos hacia el cielo para implorar el favor de algún dios de la buena suerte o algo así (Isaías 65:11).
A muchas personas que hoy participan en los brindis quizá no les parezca que estén pidiendo el favor o la bendición de algún dios, pero tampoco pueden explicar por qué alzan su copa de vino hacia el cielo. Sin embargo, el hecho de que tales personas ni siquiera piensen en ello no es razón para que los cristianos verdaderos se sientan obligados a imitarlas.
Es bien sabido que, en otras situaciones, los testigos de Jehová tampoco realizan gestos que la mayoría de la gente sí efectúa. Por ejemplo, muchas personas saludan emblemas nacionales, como la bandera, y no ven en ese gesto un acto de adoración. Los cristianos verdaderos no interfieren en lo que los demás hacen, pero ellos mismos no efectúan tales saludos. Si saben en qué momento puede tener lugar alguna de esas ceremonias, muchos Testigos actúan con discreción para no ofender a los presentes. En cualquier caso, los siervos de Dios están decididos a no llevar a cabo gestos o saludos de carácter patriótico, pues estos violan los principios bíblicos (Éxodo 20:4, 5; 1 Juan 5:21). Es cierto que quizá muchas personas no consideren que brindar sea un gesto de carácter religioso. Aun así, hay razones válidas para que los cristianos no participen en los brindis, ya que esta práctica tiene raíces religiosas e incluso hoy puede ser considerada como una solicitud de favor a ‘los cielos’, como si se pidiera la ayuda de una fuerza sobrenatural (Éxodo 23:2).

Los excesos en Navidad



Los excesos en Navidad son unos de los mayores inconvenientes de estas fiestas de origen pagano ( no son fiestas cristianas ) los excesos navideños provocan aumento de peso y molestias digestivas.

Con la llegada de la Navidad, muchas familias trabajan a destajo para la elaboración de deliciosas y ricas recetas, menús o incluso fiestas con un marcado origen pagano.

Las comidas de Navidad o Año Nuevo, que a su vez unidas a las populares comidas de empresa o incluso otras familiares, pueden llegar a producir algún que otro quebradero de estómago, que no de cabeza.

Los expertos estiman que, durante las Navidades, en general se suele engordar unos aproximadamente 3 kilos de media, algo que se traduce en que, en sólo unos días, llegarás a consumir absolutamente las mismas calorías que comerías, por ejemplo, durante una semana en cualquier otro momento del año.

¿A qué da énfasis la Navidad?



Millones de personas ven la Navidad como un tiempo para estar con la familia y los amigos, un tiempo para reforzar los lazos afectivos entre sí. Otros la consideran una ocasión propicia para reflexionar sobre el nacimiento de Jesucristo y el papel que desempeña en la salvación del hombre.
Con el paso de los años, esta fiesta se ha comercializado cada vez más. Al igual que en Occidente, la Navidad se ha convertido en una de las mejores fuentes de ganancias para fabricantes, mayoristas y comerciantes. Los adornos navideños se exhiben prominentemente en los escaparates. En las tiendas se escucha música navideña y villancicos de estilo occidental, hasta hace poco desconocidos en Rusia. Vendedores con grandes bolsas llenas de chucherías navideñas ofrecen su mercancía en los trenes urbanos y en otros medios de transporte público. Estas son las escenas que ahora predominan en Navidad.
Incluso a quienes no ven nada malo en este mercantilismo descarado tal vez les perturbe otro elemento: el abuso del alcohol y todas sus secuelas.
¿Honra en realidad a Cristo el modo como se celebran estas fiestas?
Es obvio que mucha gente no tiene una conducta cristiana durante las fiestas de fin de año. No obstante, aunque esto inquiete a algunos, quizás piensen que deben observarlas por respeto a Dios y a Cristo. Su deseo de agradar a Dios es encomiable, pero ¿agradan realmente a Dios y a Cristo las Navidades? Examinemos sus orígenes.
Prescindiendo de lo que uno opine sobre la postura soviética tocante a la Navidad, es difícil rebatir los siguientes hechos históricos mencionados en la Great Soviet Encyclopedia: “La Navidad [...] se tomó prestada de la adoración precristiana de dioses que ‘morían y resucitaban de entre los muertos’, muy popular sobre todo entre los pueblos agrícolas que, durante el solsticio de invierno del 21 al 25 de diciembre, acostumbraban celebrar anualmente el ‘nacimiento’ del Dios salvador, que hace renacer la naturaleza”.



Tal vez le llame la atención lo que esta misma enciclopedia señala con exactitud: “El cristianismo de los primeros siglos desconocía la celebración de la Navidad. [...] Desde mitad del siglo IV, el cristianismo asimiló la celebración del solsticio de invierno en honor a Mitra y la convirtió en la celebración de la Navidad. Los primeros que celebraron la Navidad fueron las comunidades religiosas de Roma. En el siglo X, la Navidad, junto con el cristianismo, se extendió a Rusia, donde se fusionó con la celebración invernal de los antiguos eslavos, en la que se honraba a los espíritus de los antepasados”.
Puede que usted se pregunte: “¿Qué dice la Palabra de Dios, la Biblia, sobre la afirmación de que Jesús nació el 25 de diciembre?”. La realidad es que la Biblia no da la fecha del nacimiento de Jesús, y no hay pruebas de que él la haya mencionado y mucho menos de que haya mandado celebrarla. Sin embargo, las Escrituras sí nos ayudan a determinar en qué época del año nació Jesús.
Los capítulos 26 y 27 del Evangelio de Mateo indican que Jesús fue ejecutado el 14 de nisán, al final del día de la Pascua judía que correspondió al 31 de marzo del año 33 de nuestra era. El Evangelio de Lucas nos enseña que Jesús tenía como 30 años cuando se bautizó y emprendió su ministerio (Lucas 3:21-23). Ese ministerio duró tres años y medio. Por lo tanto, Jesús tenía unos 33 años y medio cuando murió, y hubiera cumplido 34 aproximadamente el 1 de octubre del año 33. Lucas cuenta que cuando Jesús nació, había pastores que “vivían a campo raso y guardaban las vigilias de la noche sobre sus rebaños” (Lucas 2:8). Los pastores no podrían haber estado a la intemperie con sus rebaños en el frío mes de diciembre, cuando incluso cae nieve en Belén. Pero sí podrían haber estado allí alrededor del 1 de octubre, el tiempo en que, según indican los hechos, nació Jesús.
¿Y la celebración del día de Año Nuevo? Como hemos visto, se caracteriza por el comportamiento libertino, y a pesar de los intentos por secularizarlo, este festejo también tiene un origen turbio.
En vista de los hechos que se han expuesto sobre las fiestas de fin de año, está claro que no centran la atención en Jesús. Si a usted le perturban el mercantilismo y la conducta impropia que se observan en las Navidades, así como sus desagradables orígenes paganos, no se desanime. Hay una manera apropiada de dar la debida reverencia a Dios, honrar a Cristo, y al mismo tiempo reforzar los lazos familiares.
Una mejor manera de honrar a Dios y a Cristo
La Biblia nos dice que Jesucristo vino “para dar su alma en rescate en cambio por muchos” (Mateo 20:28). Él dejó que lo ejecutaran, sí, estuvo dispuesto a morir por nuestros pecados. Algunas personas que quieren honrar a Cristo tal vez piensen que pueden hacerlo durante la Navidad. No obstante, como hemos visto, la Navidad y el Año Nuevo tienen muy poco que ver con Cristo y hunden sus raíces en celebraciones paganas. Además, la época navideña, por atrayente que sea para algunos, se caracteriza por el mercantilismo descarado. También hay que admitir que estas fiestas van asociadas a conducta vergonzosa que desagrada a Dios y a Cristo.
En vista de esto, ¿cómo debería reaccionar la persona que desea agradar a Dios? En vez de aferrarse a tradiciones humanas que tal vez satisfagan sus sentimientos de religiosidad pero que están en pugna con las Escrituras, debe buscar la verdadera forma de honrar a Dios y a Cristo. ¿Cuál es esta, y qué debemos hacer?
Cristo mismo nos dice: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Así es, la persona sincera procura adquirir conocimiento exacto sobre cómo honrar a Dios y a Cristo, y luego pone en práctica lo aprendido no solo en cierta época del año, sino en su vida diaria. A Dios le complacen esos esfuerzos genuinos, que pueden llevar a la persona a la vida eterna.


¿Puede una festividad pagana convertirse en cristiana?



¿Cuál es el origen de muchas tradiciones navideñas? El periódico del Vaticano, L’Osservatore Romano, hizo algunos comentarios interesantes.
En lo que se refiere a la fecha en que se celebra la Navidad, el rotativo católico dijo: “Históricamente, la verdadera fecha del nacimiento de Jesús permanece bajo un velo de incertidumbre que no han podido levantar ni la historia romana, ni el censo imperial de aquella época, ni la investigación de siglos posteriores. [...] La fecha del 25 de diciembre, como es bien sabido, fue escogida por la Iglesia de Roma en el siglo IV. En la Roma pagana, este día estaba dedicado al dios Sol [...]. Aunque el cristianismo ya estaba asentado en Roma a partir del edicto de Constantino, el mito [del] dios Sol todavía estaba muy difundido, especialmente entre los soldados romanos. Las festividades [...] que giraban en torno al 25 de diciembre estaban tan arraigadas en la tradición popular que la Iglesia de Roma pensó darle a esa fecha un sentido religioso cristiano. Para ello, se sustituyó al dios Sol por el verdadero Sol de Justicia, Jesucristo, escogiendo este día como fecha de su nacimiento”.
¿Y qué se puede decir del árbol de Navidad, que ya forma parte de la tradición católica?
El citado artículo indicó que, antiguamente, a muchas plantas de hoja perenne, “como el acebo, el arrayán, el laurel y las ramas de pino o de abeto, se les atribuía poderes mágicos o medicinales que protegían de las enfermedades”. El periódico agregó: “En la Nochebuena, el 24 de diciembre, se debía recordar a Adán y Eva y el famoso episodio del Árbol del Paraíso terrenal [...]. El árbol tendría que haber sido un manzano, pero como en invierno habría sido inservible por carecer de follaje, en su lugar se puso un abeto. De sus ramas se colgaban o bien manzanas, o bien obleas que simbolizaban la futura llegada de la Redención. Estas obleas —galletas prensadas con moldes especiales— representaban la presencia eucarística de Jesús. El árbol también se adornaba con dulces y regalos para los niños”. ¿Y qué ha ocurrido desde ese entonces?
Hablando de que la tradición del árbol de Navidad empezó en Alemania en el siglo XVI, L’Osservatore Romano indicó: “Italia fue una de las últimas naciones en acoger el árbol de Navidad, debido en parte al rumor bastante difundido de que el árbol era una costumbre protestante y, por lo tanto, debía sustituirse por el pesebre [o nacimiento]”. Fue el papa Pablo VI quien “dio inicio a la tradición de levantar [en la plaza de San Pedro] un gran árbol de Navidad junto al pesebre”.
Y usted, ¿qué opina? ¿Cree que está bien que líderes religiosos den un significado aparentemente cristiano a acontecimientos y símbolos cuyas raíces se hunden en el paganismo antiguo? Las Escrituras señalan cuál debe ser el punto de vista del cristiano verdadero al advertir: “¿Qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad?” (2 Corintios 6:14-17).

¿QUE SEMEJANZAS TIENEN EL CULTO A LA VIRGEN MARIA CON UN NIÑITO EN BRAZOS, MICKEY MOUSE Y ELPIDIO VALDÈS?



QUE LOS 4 NACEN DE LA IMAGINACION DEL HOMBRE
Si quieres saber más sobre el origen del culto a la virgen puede leer los siguientes artículos haciendo click en el enlace:http://wol.jw.org/es/wol/s/r4/lp-s?q=virgen%20mar%C3%ADa

¿Cómo podría una persona ser culpable de adulterio espiritual?



Según la Biblia, quien mezcla el culto a Dios con el amor al mundo comete adulterio espiritual (Santiago 4:4). Babilonia la Grande ciertamente encaja con esa descripción. Además, se dice que fomenta el espiritismo, lo cual es un acto religioso (Revelación 18:23).
Al cometer fraude, asesinato, robo, adulterio, idolatría y prostitución espiritual, el pueblo demuestra que no tiene conocimiento de Dios; deberá rendir cuentas
¿Cómo podría una persona ser culpable de adulterio espiritual?
En sentido espiritual, el término adulterio denota infidelidad a Jehová por parte de aquellos que están en una relación pactada con Él. Por consiguiente, el Israel natural, que estaba bajo el pacto de la Ley, fue culpable de adulterio espiritual debido a sus prácticas religiosas falsas, entre las que se contaban ritos de adoración sexual y otras violaciones del séptimo mandamiento. (Jer 3:8, 9; 5:7, 8; 9:2; 13:27; 23:10; Os 7:4.) Por razones similares, Jesús denunció a la generación de judíos de su día llamándola adúltera. (Mt 12:39; Mr 8:38.) Asimismo, si en la actualidad un cristiano dedicado a Jehová que ha sido introducido en el nuevo pacto se contamina con el sistema de cosas actual, comete adulterio espiritual. (Snt 4:4.)

viernes, 5 de diciembre de 2014

FIESTAS QUE DESAGRADAN A DIOS

Jesús dijo que los verdaderos siervos de Dios “adorarán al Padre con espíritu y con verdad, porque, en realidad, el Padre busca a los de esa clase para que lo adoren” (Juan 4:23). Jehová encuentra a quienes aman la verdad y los atrae al lado de él y de su Hijo (Juan 6:44).

La Biblia nunca menciona que se celebrara el nacimiento de Jesús. De hecho, no sabemos a ciencia cierta cuándo tuvo lugar. De lo que sí podemos estar seguros es de que no fue el 25 de diciembre.* ¿Por qué? Para empezar, porque en Israel esa fecha cae en el frío invierno, mientras que, como indica Lucas 2:8-11, el día que nació Jesús había “pastores que vivían a campo raso” con sus rebaños. (Es obvio que no se quedaban al aire libre todo el año, pues de ser así no habría tenido sentido destacar este detalle.) Y en invierno suelen caer en Belén frías lluvias e incluso nieve, razón por la que los pastores no se quedaban “a campo raso” cuidando las ovejas, sino que las guardaban a cubierto. Tampoco hay que olvidar el motivo por el que habían ido José y María a Belén: para cumplir con el censo ordenado por Augusto (Lucas 2:1-7). Es muy poco probable que, sabiendo la antipatía que sentían los judíos por Roma, aquel emperador los obligara a viajar a las ciudades de sus antepasados en pleno invierno.

Entonces, ¿dónde se encuentran las raíces de la Navidad? No en la Biblia, sino en antiguas festividades paganas. Una de ellas recibía el nombre de saturnales y estaba dedicada a Saturno, el dios romano de la agricultura. Otra era “el nacimiento del ‘Sol invencible’”, que, según la Enciclopedia de la Religión Católica, tenía lugar el 25 de diciembre, día sagrado para los devotos del dios solar Mitra. Esta obra añade que “la Iglesia comenzó celebrando el nacimiento de [Cristo]” en esa fecha “para hacer concurrencia a esta fiesta pagana consagrada al nacimiento del Sol natural (Mitra)”. Y hay que señalar que esto ocurrió unos trescientos años después de la muerte de Jesús.





Durante aquellos festejos, los paganos intercambiaban regalos y hacían banquetes, prácticas que se han conservado en las Navidades. Pero el espíritu con que se realizan muchos regalos navideños no es el que se indica en 2 Corintios 9:7: “Que cada uno haga tal como lo ha resuelto en su corazón, no de mala gana ni como obligado, porque Dios ama al dador alegre”. Los cristianos verdaderos damos regalos por amor, sin esperar nada a cambio, y no porque se considere obligatorio hacerlo en una fecha (Lucas 14:12-14; Hechos 20:35). Además, estamos muy contentos de habernos librado de una pesada carga: todas las tensiones y deudas que suelen generarse en esa temporada (Mateo 11:28-30; Juan 8:32).

Quizás alguien proteste: “¿Acaso no le hicieron regalos los magos a Jesús para celebrar su nacimiento?”. En realidad, no. Aquellos astrólogos le hicieron obsequios en reconocimiento de que era un personaje ilustre, según la costumbre de tiempos bíblicos (1 Reyes 10:1, 2, 10, 13; Mateo 2:2, 11). De hecho, no fueron a verlo al pesebre la noche que vino al mundo, sino que lo visitaron en su casa, muchos meses después.
En la antigüedad, el nacimiento de un hijo solía ser, como hoy, causa de mucho gozo. Sin embargo, la Biblia no menciona que ningún siervo de Dios celebrara su cumpleaños (Salmo 127:3). ¿Será una omisión casual? No, porque sí habla de dos fiestas de cumpleaños: la de un faraón y la de Herodes Antipas (Génesis 40:20-22; Marcos 6:21-29). Y presenta ambas ocasiones con tintes negativos, sobre todo la última, la cual llevó a que se decapitara a Juan el Bautista.

Según la obra Las cosas nuestras de cada día, los primeros cristianos “consideraban estas festividades [...] como reliquias de las prácticas paganas”. Los griegos y romanos, por ejemplo, creían que toda persona contaba con un espíritu protector o una “divinidad bajo cuya tutela cada uno nace y vive”, y cuya “fiesta la celebraba cada uno el día de su natalicio”, o cumpleaños (Gran Enciclopedia Rialp). Además, por siglos se ha relacionado estrechamente la fecha del nacimiento con la astrología, y más concretamente con el horóscopo.

Aparte de por sus conexiones con el paganismo y el espiritismo, es muy probable que los siervos de Dios rechazaran los cumpleaños por otra razón. ¿Cuál? Su actitud humilde. Sencillamente, no creían que su llegada al mundo fuera tan importante como para festejarla (Miqueas 6:8; Lucas 9:48).* Daban toda la gloria a Jehová, a quien agradecían el maravilloso don de la vida (Salmo 8:3, 4; 36:9; Revelación 4:11).*
Cuando un siervo de Dios muere fiel, queda guardado en la memoria de Jehová, lo que le garantiza que volverá a vivir (Job 14:14, 15). Por eso dice Eclesiastés 7:1: “Mejor es un nombre que el buen aceite, y el día de la muerte que el día en que uno nace”. En este pasaje, el “nombre” es la buena reputación que nos ganamos con Dios sirviéndole lealmente. Es significativo que la única conmemoración que se nos manda celebrar a los cristianos no es la de un nacimiento, sino la de una muerte, la de Jesús, cuyo excelso “nombre” es la clave de la salvación (Lucas 22:17-20; Hebreos 1:3, 4).

¿DEBO CONFIAR EN CHAMANES, CURANDEROS, CURAS CATÓLICOS O PASTORES CRISTIANOS PARA ALEJAR MIS ENFERMEDADES?

Cada día se toman más a la ligera el espiritismo, la brujería y otras clases de ocultismo, particularmente en el mundo occidental. Sin duda, los demonios han logrado que el público considere que el espiritismo no plantea grandes peligros. ¿Ha influido esta actitud en algunos cristianos? Sí.






Satanás intenta aprovecharse de nuestras necesidades en materia de salud. Por ejemplo, un cristiano enfermo quizás se descorazone viendo que ningún tratamiento lo ayuda a mejorar (Marcos 5:25, 26). ¿Cómo podrían valerse de su desánimo Satanás y sus demonios? Ellos saben que la Palabra de Dios advierte que no se busque “el auxilio de los que practican lo que es perjudicial” (Isaías 31:2). Por eso, pudieran tentar al enfermo a dejarse llevar por la desesperación, pasar por alto la advertencia bíblica y aceptar tratamientos o técnicas que usan algún “poder mágico”, o espiritista. Caer en esa trampa sería sin duda muy perjudicial para su relación con Dios. ¿En qué sentido?

 A los israelitas que habían usado “poder mágico”, Jehová les dijo: “Cuando ustedes extienden las palmas de las manos, escondo de ustedes los ojos. Aunque hagan muchas oraciones, no escucho” (Isaías 1:13, 15). Es obvio que nosotros no deseamos caer en ese mismo error. No queremos hacer nada que lleve a Jehová a cerrar sus oídos a nuestras súplicas y retirarnos su apoyo, y menos aún estando enfermos (Salmo 41:3). Por lo tanto, ¿cómo actuaremos si encontramos indicios de que un determinado tratamiento o método de diagnóstico tiene elementos espiritistas? Lo rechazaremos de plano (Mateo 6:13). Así no nos arriesgaremos a perder el favor de Jehová.





Un modo de animar espiritualmente a los enfermos es orar con ellos y por ellos. Aunque en nuestros días no solicitamos curaciones milagrosas, sí podemos pedir a Dios que les dé entereza para soportar su padecimiento y la fuerza espiritual necesaria para seguir aguantando en tales períodos de debilidad. Jehová los sustentará, y su fe se reforzará al mirar hacia el futuro, al día en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’” (Isaías 33:24). Verdaderamente nos consuela saber que, por medio de Jesucristo resucitado y del Reino de Dios, la humanidad obediente será liberada para siempre del pecado, la enfermedad y la muerte. Agradecemos esta espléndida perspectiva a Jehová, ‘quien sanará todas nuestras dolencias’ (Salmo 103:1-3; Revelación 21:1-5).

La fe también nos ayuda a soportar “los días calamitosos” de la vejez, cuando la salud y las fuerzas van menguando (Eclesiastés 12:1-7). Los cristianos de edad avanzada pueden orar como lo hizo el anciano salmista que cantó: “Tú eres mi esperanza, oh Señor Soberano Jehová [...]. No me deseches en el tiempo de la vejez; justamente cuando mi poder está fallando, no me dejes” (Salmo 71:5, 9). El salmista sentía que necesitaba el apoyo divino, al igual que muchos cristianos que han envejecido en el servicio de Jehová. Por causa de su fe, pueden estar seguros de contar con el inquebrantable apoyo de los brazos eternos de Dios (Deuteronomio 33:27).

sábado, 18 de octubre de 2014

UN MUNDO SIN COMER CARNE, ES POSIBLE


“Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”, cantó el salmista (Salmo 72:16). Jehová Dios bendecirá a quienes son fieles a él, y “la tierra misma ciertamente dará su producto” (Salmo 67:6).

Esta es una de las tantas promesas de Jehová Dios para los que vivirán eternamente en el paraíso. Muchos se preguntan ¿de que se alimentarán? Habrá paz entre el hombre y los animales. Los animales salvajes y domésticos comerán juntos. Ni siquiera un niño pequeño tendrá nada que temer de animales que ahora son peligrosos (Isaías 11:6-9; 65:25). Es decir para que haya paz entre el hombre y los animales, no nos alimentaremos de su carne.

En el paraíso entrarán en vigor nuevas leyes que sus habitantes deberán respetar. (Rev. 20:12). ¿Qué contendrán esos libros? Por lo visto, las leyes que estarán vigentes durante el Reinado de Mil Años. No alcanzamos a imaginar cómo será la vida en aquel tiempo pero estudiando la Biblia podemos discernir que no habrá más MATANZAS DE NINGUNA CLASE DE ANIMAL como muestran las siguientes imágenes: https://www.google.com.ar/search?q=matanzas&client=firefox-a&hs=HtY&rls=org.mozilla:es-ES:official&channel=fflb&source=lnms&tbm=isch&sa=X&ei=65dCVNSEDey1sQSA04K4CQ&ved=0CAgQ_AUoAQ&biw=1280&bih=697#rls=org.mozilla:es-ES:official&channel=fflb&tbm=isch&q=matanzas+de+animales

Cuando Jehová hizo la Tierra, hizo a los seres humanos —su obra cumbre— en último lugar. Dios dispuso que Adán, Eva y el resto de la humanidad dominaran a los animales y estuvieran en paz con ellos. No nos debe costar creer que, tal como promete la Biblia, los seres humanos vivirán en armonía con los animales (Is. 11:6-9; 65:25). Recordemos lo que Jehová les dijo a Noé y su familia cuando salieron del arca: “Un temor a ustedes y un terror a ustedes continuarán sobre toda criatura viviente de la tierra”. Este miedo instintivo les sirve de protección a los animales (Gén. 9:2, 3). Pasado el Diluvio, Jehová permitió que el hombre incluyese la carne en su alimentación. Él dijo: “Todo animal moviente que está vivo puede servirles de alimento. Como en el caso de la vegetación verde, de veras lo doy todo a ustedes. Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer”. (Gé 9:3, 4.)

¿Qué significa "....y el león comerá paja justamente como el toro"? (Isaías 65:25)

Significa eso, que ya no se alimentarán de carne, es decir no existirán más los animales carnívoros o depredadores en tierra, mar o aire. Para los que no andan en los caminos de la verdad, les resultará dificil creer esta profecía bíblica. Los médicos de la actualidad nos dicen que "NO PODEMOS VIVIR SIN COMER CARNE YA QUE NOS FALTARÍAN NUTRIENTES ESENCIALES QUE SOLO SE ENCUENTRAN EN ELLA". El soberano universal Jehová Dios es el primer detractor de esta falacia.

Veamos un ejemplo de como Jehová alimentó por 4 décadas a cientos de miles de sus hijos en situaciones extremas en el desierto.

El MANÁ fue el alimento principal de los israelitas durante los cuarenta años que vagaron por el desierto. (Éx 16:35.) Jehová proveyó el maná por primera vez en el desierto de Sin, durante la última mitad del segundo mes después de la salida de Israel de Egipto en el año 1513 a. E.C. (Éx 16:1-4.) Les sirvió de alimento hasta que entraron en Canaán, en el año 1473 a. E.C., y comieron del producto de la Tierra Prometida. (Jos 5:10-12.)



El maná era “blanco como la semilla de cilantro” y tenía el “aspecto” del bedelio, una sustancia transparente, similar a la cera, con una forma parecida a la de una perla. Su sabor era comparable al de “tortas aplastadas con miel” o “una torta dulce aceitada”. Después de molerse en un molino de mano o machacarse en un mortero, se hervía, o bien se hacían con él tortas y se horneaba. (Éx 16:23, 31; Nú 11:7, 8.)

No hay ninguna sustancia natural conocida hoy en día que encaje en todo respecto con la descripción bíblica del maná, por lo que hay poca base para identificarlo con algún producto conocido. Esto se debe especialmente al aspecto milagroso implicado en la provisión divina del maná. La disponibilidad del maná no dependía de la época del año o de una ubicación particular en el desierto. Aunque criaba gusanos y empezaba a heder al día siguiente si se guardaba durante la noche, el omer adicional de maná que se recogía el sexto día para comerlo el sábado no se estropeaba. Los sábados no se formaba maná, lo que sirvió para que los israelitas respetaran la observancia del sábado. (Éx 16:19-30.) El salmista llamó al maná “el grano del cielo” (Sl 78:24), “pan del cielo” (Sl 105:40) y “el pan mismo de poderosos” (Sl 78:25).

Cuando los israelitas se cansaron del maná y se pusieron a llamarlo “pan despreciable”, Jehová castigó su rebelión enviando serpientes venenosas que causaron la muerte de muchos. (Nú 21:5, 6.)

SI TE INTERESA SABER MÁS SOBRE LOS ALIMENTOS EN LA BIBLIA PUEDES LEERLO AQUÍ: http://wol.jw.org/es/wol/d/r4/lp-s/1200001541

Cuando se cumpla el Salmo 72:16 e Isaías 65:25 en el nuevo paraíso terrestre que Jehová promete a sus siervos fieles se acabarán los sacrificios y torturas de animales, acabará la caza, la pesca, no se derramará más sangre animal ni se servirá carne en la mesa. ¿Te gustaría vivir en un mundo así?