martes, 17 de febrero de 2015

Un Mesías transformado con quien tienen que habérselas los políticos

En el futuro cercano los gobernantes políticos de todas las naciones y pueblos tendrán que decidir de manera final qué hacer en cuanto al Mesías. Para mediados del primero siglo de nuestra era común este Mesías, Jesús el Descendiente del rey David, tuvo encuentros directos con dos gobernantes políticos mundanos. El rey Herodes Antipas de Galilea descreyó que Jesús fuera el Mesías y se burló de él en la sala del tribunal y lo devolvió al gobernador romano de Judea, Poncio Pilato, para que fuera juzgado finalmente. El gobernador Pilato, en representación del emperador Tiberio de Roma, cedió a la presión procedente de una chusma antimesiánica y sentenció a Jesús a morir clavado a un madero como un esclavo criminal. (Lucas 23:1-25) Pero hoy los gobernantes políticos tienen que habérselas con un Mesías que difiere mucho del Mesías del año 33 E.C., que se ofreció en sacrificio.

Los gobernantes políticos, especialmente los de la cristiandad, están más o menos familiarizados con los relatos evangélicos de la vida terrestre de Jesucristo. Probablemente el cuadro mental de él que les es más familiar es el que presentan muchos artistas religiosos, el de un Jesús con rasgos faciales demacrados debajo de una corona de espinas, con manos y pies clavados a una cruz. Los gobernantes políticos de hoy poco cuentan, o más bien, de ninguna manera cuentan, con entrar en una confrontación o careo con Jesucristo como Rey celestial poderoso completamente equipado para pelear con sus enemigos terrestres. Para absoluto asombro de ellos, será a un Mesías transformado que tendrán que enfrentarse dentro de poco.



¿Qué efecto debería tener todo esto en la posición de los políticos de este mundo? ¡Ni por un momento debe nadie pensar que la elevación y ensalzamiento a posición muy alta del “Siervo” de Jehová, Jesucristo, en cumplimiento de Isaías 52:13, no tendría ningún efecto en las naciones terrestres y sus gobernantes políticos! Los políticos no deberían encogerse de hombros con indiferencia ante esta situación y decir: ‘¿Conque Jesucristo ha sido ensalzado hasta el cielo, eh? ¿Y qué?’ No deberían adoptar la actitud del que dice: ‘Bueno, puesto que ahora está en el cielo, no lo tenemos en nuestro camino. Y que él se encargue de las cosas en el cielo, mientras nosotros atendemos las cosas aquí abajo en la Tierra; ésta es nuestra responsabilidad. ¡Ya no oiremos más de él en cuanto a cómo gobernamos la Tierra!’



Una actitud política de esa índole está absolutamente mal basada. La elevación y ensalzamiento del “Siervo” de Jehová a posición muy alta tendrá las consecuencias más graves en cuanto a ellos y en cuanto a que continúen en su puesto en la Tierra. Deben recordar que, cuando Jesucristo ascendió de regreso a Jehová Dios en el cielo, lo hizo mientras todavía poseía el derecho y título al gobierno real del rey David sobre toda la tierra en Palestina que había sido prometida a sus antepasados Abrahán, Isaac y Jacob.—Lucas 1:31-33; 2 Samuel 7:11-16; 1 Crónicas 17:10-14; Lucas 22:29, 30; Salmo 89:27-37.

Además, ascendió mientras tenía en firme posesión el valor de su sacrificio humano por medio del cual podía comprar a toda la familia humana que descendió de Adán y Eva. (1 Timoteo 2:5, 6) Al presentar el mérito de su sacrificio de rescate a Dios en el cielo, compró de vuelta a la familia humana que había sido vendida al pecado, condenación y su pena la muerte. (Hebreos 9:24-28; Mateo 20:28) Por consiguiente, la gente común sobre la cual gobiernan todos los políticos pertenece al “Siervo” de Jehová, Jesucristo, por derecho de compra, y los políticos sí tienen que rendirle cuentas en cuanto a la manera en que gobiernan.

Especialmente hoy, en este período crítico de la historia humana, no olvidemos o descontentos el hecho de que Jesucristo el Descendiente real de David tiene ciertos derechos establecidos respecto a esta Tierra. Estos derechos no habían de ser puestos a un lado para siempre sin que se tomara acción con relación a ellos. A los gobiernos nacionales y sus gobernantes políticos se les otorgaría solo un período de tiempo fijo y limitado durante el cual ejercer control político sobre la Tierra. Jehová Dios fijó un “tiempo del fin” para los gobiernos de hechura humana y sus reyes, emperadores, presidentes, chaes, jeques y otros gobernantes. Los 2.520 años que empezaron a contar desde la primera desolación de Jerusalén, en 607 a. de la E.C., y a los cuales se llama “los tiempos de los gentiles” caducaron en el otoño de 1914 E.C. Desde esa fecha los gobiernos de hechura humana en la Tierra han estado en su “tiempo del fin.” El fin de ellos está ahora a la vista.—Lucas 21:24; Daniel 12:4.



EL ASOMBRO DE LOS POLÍTICOS

A la luz de esas declaraciones proféticas de Jehová acerca de su “Siervo,” ciertamente será con un Mesías transformado que tendrán que contender en el futuro cercano todos los políticos de la Tierra. La transformación será tan grande que los pasmará de asombro. Pronto, cuando venga la confrontación final entre ellos y él, ‘clavarán en él la mirada con asombro.’ No es que hayan de verlo literalmente a simple vista, pero verán las evidencias visibles de su poder como Combatiente para Jehová Dios y sabrán que estas evidencias proceden de este Mesías elevado, ensalzado. Esto será en gran medida diferente del cuadro que el clero de la cristiandad ha pintado de Jesucristo.

Por medio de sus crucifijos y sus misas en las iglesias el clero de la cristiandad ha hecho que el elemento político del mundo vea a Jesucristo como una figura en triste condición. Afirman que al ascender al cielo él llevó consigo el cuerpo humano en el cual fue clavado al madero, llevando todavía los rasguños de la corona de espinas en la frente y los sangrientos hoyos de los clavos en las manos y pies y la incisión grande que le abrió la lanza en el costado. Es verdad que Jesucristo sí sufrió una muerte cruelmente dolorosa y deshonrosa, por ciertas razones. Pero antes de eso, fue desacreditado, crasamente mal representado, acusado de ser quebrantador de la ley, violador del sábado, loco, poseído de un demonio, blasfemador, Cristo falso, engañador, una amenaza a la nación judía, sedicioso contra la Roma pagana. Ciertamente su reputación fue torcida, la imagen de él que pintaron los que levantaron falsas acusaciones contra él era una desfiguración total; y es en este sentido en particular que se ha de entender Isaías 52:14:
“La desfiguración en cuanto a su apariencia fue tanto más que la de cualquier otro hombre y en cuanto a su regia forma más que la de los hijos de la humanidad.”

Hasta este mismo día se ha continuado desacreditando, difamando y tergiversando a Jesucristo in absentia. Pero hoy, mil novecientos años después, él ya no es un “niño Jesús” (bambino Gesù); ya no es un ‘Siervo sufriente’ en la Tierra que no presenta resistencia a sus enemigos mal intencionados. Ahora es el “Siervo” elevado, ensalzado, el Mesías acreditado de Dios. Prescindiendo de lo que los políticos bajo la mala guía de su clero religioso hayan dicho contra el “Siervo” de Jehová y en desafío a él, cesarán de ser tan bocudos con palabras de desprecio en el careo con el “siervo” una vez humillado en la venidera prueba de potencia en cuanto al asunto de: ¿Quién gobernará la Tierra? Porque entonces los políticos realmente verán la exhibición de lo que su clero religioso no les ha relatado; se verán obligados a dirigir su consideración a aquello de lo cual no habían oído en advertencia de sus muy respetados líderes religiosos. Como dice Isaías 52:15:
“Él igualmente espantará a muchas naciones. Ante él reyes cerrarán su boca, porque lo que no se les había relatado realmente verán, y a lo que no habían oído tendrán que dirigir su consideración.”

No es que los testigos cristianos fieles de Jehová no hayan estado relatando esas cosas a las naciones y sus reyes y tratando de hacer que las naciones y sus gobernantes políticos dirijan su consideración a esas cosas. Pero éstos, en su mayoría, han vuelto un oído sordo y un ojo ciego a lo que estos fieles seguidores del “Siervo” de Jehová han proclamado mundialmente y han delineado en lenguaje descriptivo. Al contrario, es de los clérigos asalariados que las naciones y sus gobernantes políticos no han oído relatados los hechos verdaderos acerca de que el “Siervo” de Jehová en realidad guerreará contra ellos para ejecutar en ellos los juicios de Jehová. Son los líderes religiosos asalariados quienes han mantenido ciegos a naciones y reyes en cuanto a lo que les espera cuando Jehová, por su “Siervo,” proceda contra ellos para resolver la cuestión: ¿Quién gobernará la Tierra y a la gente en ella? Por lo tanto, no podrán menos que ‘clavar los ojos en él con asombro’ y ‘cerrar la boca’ al verse frente a algo que es completamente diferente de lo que habían esperado.



En este “tiempo del fin” desde 1914 E.C. no ha sido al clero de la cristiandad que Jehová Dios ha usado para transmitir esta advertencia: “Y ahora, oh reyes, ejerzan perspicacia; déjense corregir, oh jueces de la tierra. Sirvan a Jehová con temor y estén gozosos con temblor. Besen al hijo, para que Él no se enoje y no perezcan ustedes del camino, porque su cólera se enciende fácilmente. Felices son todos los que se refugian en él.” (Salmo 2:7, 10-12) Debido a que dependen de sus clérigos asalariados, los gobernantes políticos del conjunto de los judíos y los gobernantes políticos de la cristiandad no han ‘besado al Hijo.’ Es decir, no han expresado ningún afecto al “Siervo” de Jehová, su Hijo celestial Jesús el Mesías, a quien Él ha sentado sobre el monte Sión celestial y a quien ha dado ‘naciones por herencia y los cabos de la tierra por posesión.’

Ha sido por medio de Sus testigos cristianos que Jehová ha estado transmitiendo esta advertencia a gobernantes políticos y a jueces de tribunales de ley. Estos testigos mismos ‘besan al hijo,’ y por esto han llegado a ser un objeto de odio a todas las naciones y ha habido una desfiguración de la apariencia de ellos a la vista de las personas mal informadas. (Mateo 24:9) Jehová no se enojará contra sus testigos fieles y obedientes, ni se encenderá su cólera contra ellos de modo que perezcan en medio de su trayecto. Él no se volverá contra los que se han refugiado en Él, y por eso Sus testigos son el pueblo más feliz de la Tierra hoy, a pesar del odio del mundo y la maliciosa desfiguración de su reputación. Con interés cada vez más intenso vigilan para ver a los “reyes” o gobernantes políticos de las naciones clavar la mirada con asombro y cerrar la boca ante la imponente manifestación de un Mesías transformado, el “Siervo” ensalzado de Jehová.

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